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Cuentos De Navidad De Charles Dickens


Enviado por   •  22 de Junio de 2015  •  1.441 Palabras (6 Páginas)  •  472 Visitas

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Muchos consideran a Dickens el hombre que inventó la Navidad, al menos el que la reinventó en su sentido más moderno, lo que también suele querer decir en su sentido más comercial. Pero este mérito deberíamos, en todo caso, hacérselo compartir con Sir Henry Cole, el hombre de negocios londinense que patrocinó la primera tarjeta navideña comercial en el año 1843 –el mismo año en el que Dickens escribe su Cuento de Navidad- y cuyo diseño encargó al pintor Juan Callcott Horsley. Al parecer fue la primera vez que se vislumbró la posibilidad de hacer negocio con la que ya era antigua costumbre de felicitarse las navidades mediante carta o tarjeta.

Más allá de este hecho, que podría resultar anecdótico en el conjunto de su obra, la innovadora idea que orientó la vida profesional del señor Cole fue la de eliminar la distancia entre el fabricante y el artista o diseñador, promoviendo una alianza entre ambos en aras a conseguir que el producto final fuese más del gusto del comprador. Evidentemente fue un adelantado a su época. El tiempo le dio la razón y al día de hoy lo que más se produce y consume en nuestra moderna sociedad neocapitalista es diseño. También la navidad ha pasado a ser una navidad de diseño y escaparate.

Sin embargo, y a pesar de la coincidencia en el tiempo y lugar de nacimiento, tal vez sea aún posible diferenciar entre esta moderna navidad de diseño y aquél espíritu de la navidad que se manifiesta en el cuento de Dickens; hay allí algo más que una bonita, inocente y feliz estampa navideña.

A partir del siglo XVII la celebración de la navidad sufrió, tanto en Inglaterra como en su colonia norteamericana, censura y prohibición, fundamentalmente en las zonas de influencia de la que podríamos llamar la facción más extrema de la iglesia protestante: los puritanos. Según ellos la Navidad no era una fiesta cristiana, sino pagana. Seguramente no les faltaba razón, pero también es cierto que ellos mismos, en general, eran personas poco festivas y algo desabridas. El cuento es también un alegato contra este tipo de carácter.

El viejo Scrooge odiaba la Navidad. Su función en la historia es servir de contrapunto negativo a todos aquellos valores que se intentan resaltar en la obra. Se trata de un ser egoísta, solitario y cuya relación con los demás se circunscribe al ámbito comercial; él sólo tiene trato con clientes, carece de amigos, evita las relaciones familiares y en cuanto a las amorosas su pasión por el dinero acabó por ser incompatible con su amor a las mujeres. Su novia de toda la vida terminará dejándolo porque entiende que él vive otra pasión más fuerte que la del amor por ella: la pasión por el dinero. Scrooge no puede contradecirla y se dejará abandonar.

Pero también tenía sus cosas buenas: era una persona trabajadora, ahorrativa, un buen ciudadano que pagaba puntualmente los impuestos con los que el estado sostenía las instituciones que atendían a los más necesitados, de costumbres sencillas, sobrio, austero y dedicado en cuerpo y alma a su trabajo. Scrooge también tenía su ética. Y es cierto que no tenía espíritu navideño, pero, ¿acaso no tenía espíritu?

A principios del siglo XX Max Weber escribe un ensayo sobre los orígenes del capitalismo titulado “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Es el carácter forjado por el protestantismo, y fundamentalmente por la orientación calvinista, origen de la moral puritana, lo que anima al espíritu capitalista, un carácter cuyos principios esenciales son, entre otros, el amor al trabajo, la honradez, el ahorro, un apego permitido a las cosas materiales, la pureza de costumbres y, por supuesto, nada de alcohol ni fiestas inútiles. A la luz de esta tesis podemos entender que el país líder y abanderado de la ideología capitalista haya seguido conservando restos evidentes de aquel puritanismo ya trasnochado del siglo XIX.

Se podría decir que Scrooge goza de una ética puritana y de un espíritu capitalista. Es un personaje avaro, frío y calculador que sólo vive para ganar dinero. Ello hace que esta obra haya sido habitualmente interpretada como una fábula contra la codicia. Pero también podríamos interpretarla como una fábula contra la tristeza. Scrooge es, asimismo, un personaje triste y amargado.

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