Los niños juegan menos

Los niños juegan cada vez menos, es una realidad constante en esta etapa modernista, la misma que aliena la identidad de los jóvenes, tratando de hacerlos “responsables” a la fuerza, retirándolos de actividades que suelen ser llamadas simples, tomando al juego a la ligera, como un simple infantilismo, estos actos de alienación se observa en las ciudades, donde al no existir un espacio adecuado donde los niños puedan ser niños, los padres optan por buscar distractores alternos, acaparando el tiempo de los párvulos con actividades “productivas” tales como: cursos, tareas dirigidas, etc.

Según Edouard Claparede, psicólogo y pedagogo suizo, la infancia es la edad propia del juego, es por eso la tendencia hiperactiva de los niños de andar por todos lados, en conjunto con su exorbitante energía son perfectas para realizar actividades al aire libre, simplemente deben jugar.

Pero a partir de todo esto, porque no preguntarnos, ¿Para qué sirve la infancia?, la infancia sirve para jugar, esto queda explícito en “Homo ludens” de Johan Huizinga, donde se sostiene la idea que sin las actividades recreativas ninguna cavilación sería posible, cayendo así en que tenemos ideas erróneas del que es mejor para los niños, afectando de manera considerable su desenvolvimiento, un claro ejemplo es la timidez, los párvulos que no juegan, tienden a ser tímidos e inseguros.

Bien, al ser la infancia la edad adecuada para jugar, también es la edad propicia para comenzar con una pequeña muestra de independencia y autonomía, los niños que juegan tienden a caerse o lastimarse, pero suelen levantarse, volviendo así al juego, como si no hubiese pasado nada, demostrando falta de dependencia a los padres y por consiguiente un mejor desarrollo.

El juego suele ser un trabajo para los niños, esto explica la razón de la concentración que emplean los párvulos a la hora de jugar, los mismos que no se separan del juego hasta cumplir con su objetivo, hasta culminarlo, esto genera un mejor desarrollo tanto físico como mental, aumentando la persistencia y la creatividad.

¿Qué pasa con los niños que no juegan?, en un futuro, en la adolescencia no buscaran actividades al aire libre, optaran por alejarse de las mismas; en un ámbito laboral se enfrentaran a las primeras competencias emocionales, con personas que de niños gracias al juego,  desarrollaron autocontrol, comunicación y empatía. Por lo tanto el juego es el motor del hombre, tiene la capacidad de mejorarlo  o estancarlo, pero para jugarlo es necesario la libertad, una libertad que debe ser otorgada por los padres, sin alienar a los párvulos, dejando que disfruten de sus “infantilismos”.

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