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Mapa mental ÉXITO


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2020  •  Documentos de Investigación  •  2.782 Palabras (12 Páginas)  •  323 Visitas

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Mapa mental

Cuando hablamos de triunfo tenemos la posibilidad de encontrarnos con infinitas miradas y posturas sobre el mismo, sobre que significa este criterio y que quiere decir ser una persona exitosa.

Por dicha razón, definirse como alguien famoso en la vida es algo especial que involucra poder ser consciente de lo cual uno desea, lo cual uno anhela y lo cual uno está dispuesto a hacer para conseguir eso que se quiere conseguir.

A partir de esta perspectiva, el triunfo involucra entonces compromiso y responsabilidad, básicamente con uno mismo y con lo cual uno registra que desea SER.

Fallar no es caerse sino en todo caso no volver a levantarse, no volver a intentarlo.

Es una elección personal quedarse en la queja, en el malestar, en el impedimento o problema que se haya presentado.

Como de esta forma además es una elección personal, ponerse parado, más allá de las heridas y lo difícil que esto resulte, continuar en el recorrido que uno escoja hacer.

Apropiarnos de esa probabilidad de escoger y de la independencia de dictaminar que nos hace sentir plenos, involucra ya en sí mismo, ser famoso.

G a n a r versus é x i t o El éxito es la paz interior que resulta de la satisfacción de saber que te esforzaste al máximo de tus capacidades. John Wooden, coach de baloncesto en la UCLA John Wooden, conocido por entrenar por más de 27 años al equipo de baloncesto de la UCLA y considerado el mejor entrenador de la historia de la NCAA, gracias a los 10 campeonatos conseguidos por su equipo, decía que hay dos principios fundamentales para alcanzar el éxito: no tratar de ser mejor que otros y tratar de ser lo mejor que tú puedas ser. Algunos de los jugadores que él entrenó no llegaron a ser los más famosos, pero los consideró igual de exitosos porque, aunque no tenían todas las capacidades físicas o habilidades extraordinarias, consiguieron hacer lo que debían en el momento indicado, gracias a su trabajo y esfuerzo. Ellos lograron sacar lo mejor de sí mismos. Puedes ganar cualquier cosa, un partido de baloncesto, dinero, una mayor posición social o de trabajo pero, según Wooden, el verdadero éxito “es la paz interior que resulta de la satisfacción de saber que te esforzaste al máximo de tus capacidades”. Ver el éxito como la simple consecución de recompensas extrínsecas, es una fórmula miserable de estructurar la vida. De la misma manera, percibir el éxito como una competición que te permitirá estar por encima de los demás, en términos económicos o sociales, evidencia una pobre visión del mundo y de ti mismo. Sobre todo porque estás dejando que sean otros quienes califiquen tu éxito; es decir, permites que alguien más determine cuánto vales o quién eres. En cambio, si piensas en el éxito como resultado de tu mayor esfuerzo para alcanzar tu propósito y plan de vida, te darás cuenta que el único juicio válido será el tuyo. Desde esta perspectiva, aun habiendo perdido el juego pudiste haber sido exitoso o por el contrario puede que a pesar de haber ganado estés fracasando. Más importante que lo que diga el marcador es la convicción de que estamos dando el máximo de cada uno por alcanzar todo nuestro potencial. No debemos confundir el logro con el éxito. Sólo cuando tienes la convicción de que tu esfuerzo sacó lo mejor de ti, es que efectivamente te sentirás exitoso. Sólo cuando te enfrentas a tu zona de stretch, esa que está entre el confort y el pánico, es que efectivamente te encuentras dando todo aquello que puedes dar. Si alcanzas tus metas pero en el interior sabes que no diste todo lo que pudiste haber dado o que no fuiste la persona que esperas ser, no tendrás una sensación de éxito, sino más bien de fracaso. CAPÍTULO 3 • É X I TO 25 El éxito es subjetivo, es un estado mental, una interpretación de tus logros, los cuales sólo los entendemos cómo “exitosos” cuando éstos calzan con nuestras expectativas y con lo que esperamos de nuestro comportamiento y de quien queremos ser. Ser el mejor no es la meta, lo que buscamos es siempre hacerlo mejor. Si constantemente trabajamos dando lo máximo de cada uno, tarde o temprano veremos los frutos de este trabajo. Por eso sabemos de tantas personas supuestamente exitosas o que lo tienen todo y aun así son infelices. É x i t o m a t e r i a l y f e l i c i d a d La felicidad no depende de hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace. Jean Paul Sartre El actor Jim Carrey dice que ojalá todos puedan ser ricos y famosos lo más rápido posible para darse cuenta que ése no es el camino. En una variedad de investigaciones se ha confirmado que la felicidad se deriva principalmente del ser, no del tener. En estudios científicos acerca de la correlación entre la riqueza y la felicidad se encontró que a partir de un nivel básico, aquel en que cubrimos nuestras necesidades principales de alimento, casa, educación, salud y suficiente entretenimiento, existe una correlación indirecta entre riqueza y felicidad, en la que si no se cumplen estos niveles se establece una correspondencia con mayores niveles de infelicidad. Pero se encontró también que a partir de este nivel, el tener más riqueza no se relaciona con experimentar mayores niveles de felicidad. Por supuesto que la riqueza ayuda a generar un sentimiento de seguridad y es indudable que la mayoría prefiere tener más que menos, el punto es que la riqueza por sí misma no nos hace más felices. Los logros materiales no son la llave de la felicidad. La felicidad es la llave del éxito. Gandhi decía que la riqueza sin trabajo es tóxica. Nos envenena la inseguridad de saber que no la merecemos. Así vemos cómo tantos niños que heredan fortunas son infelices, ansiosos y muchos caen en la depresión o drogadicción. Lo que da la felicidad, lo que genera orgullo es la certidumbre que aquello que somos, que aquello que tenemos, lo hemos ganado. En un ejercicio en el que un sociólogo le explicaba a un grupo de banqueros el perfil psicológico, en muchos casos disfuncional, de familias de extraordinaria riqueza, se explicaba cómo la dinámica de satisfacer todas las necesidades MI MEJ OR Y O 26 de un hijo o de una persona, sin que esto implique un esfuerzo de su parte, conlleva casi irremediablemente a sentimientos de depresión, ansiedad y falta de sentido en la vida. Esto que muchos envidian, eso de tenerlo todo, idealmente gratis o ganándose la lotería es, en realidad, una receta segura para la infelicidad. A modo de ejemplo, el sociólogo le preguntaba a la audiencia si a ellos les gustaba el golf. Ante esto, muchos levantaron la mano de manera afirmativa. Y luego él procedió a preguntar si les seguiría gustando el golf si supieran que cada vez que le pegan a la pelota, ésta caería en el hoyo. Pensativos todos concordaron que a ninguno le gustaría el juego si el éxito estuviese garantizado. Esto es lo que hacemos cuando esperamos satisfacer las necesidades de alguien o las nuestras sin haberlo ganado. Sin un esfuerzo de por medio, lo que hacemos es garantizarles que la pelota caerá en el hoyo. Con esto, no les hacemos un favor, les quitamos el desafío, el sentido a la vida. Los seres humanos necesitamos desafíos para crecer, esfuerzo para valorar y necesitamos de la dificultad para sentirnos orgullosos. El camino está en la lucha, en el vencer los obstáculos y nuestra limitaciones. Nuestros propósitos se cumplen en este camino sembrado de desafíos y miedos. Enfrentándonos a ellos es como crecemos y nos medimos no sólo por las metas que alcanzamos y por lo que obtenemos, sino por la vara que compara en quién nos estamos convirtiendo contra la persona que deseamos ser. Mentalidad de crecimiento Para la psicóloga Carol Dweck (2014), , pionera de los estudios sobre motivación y logro, existen dos tipos de mentalidad: fija y de crecimiento. Según Dweck, los individuos pueden ser colocados en un continuo de acuerdo con sus puntos de vista personales respecto a dónde proviene su capacidad. Algunos creen que su éxito se basa en la capacidad innata, por lo que se dice que tienen una teoría “fija” de la inteligencia (mentalidad fija). Otros creen que su éxito se basa en el trabajo duro, el aprendizaje, la formación y la tenacidad, entendiendo esto como un “crecimiento” o una teoría de “incremento” de la inteligencia y capacidad (mentalidad de crecimiento). Los individuos pueden no ser necesariamente conscientes de su propio modo de pensar, pero éste se puede discernir en función de su comportamiento. Es especialmente evidente en su reacción frente al fracaso. Los individuos de mentalidad fija temen al fracaso, porque para ellos es una declaración negativa acerca de sus capacidades, mientras que los individuos con mentalidad de CAPÍTULO 3 • É X I TO 27 crecimiento no temen fallar, porque se dan cuenta de que es una forma más de aprender y mejorar. Para desarrollar la mentalidad de crecimiento, Dweck cuenta el caso de una escuela secundaria en Chicago en la que los alumnos tienen que pasar cierto número de clases para graduarse; si no lo consiguen, en lugar de recibir una calificación reprobatoria se les asigna un “todavía no”. Es decir, esta institución incentiva a sus alumnos a que entiendan sus logros en un continuo que depende de sus esfuerzos para que sigan trabajando hasta que consigan graduarse. En uno de sus experimentos con niños de 10 años, la psicóloga descubrió que los menores con mentalidad fija huyen de las dificultades. Les aplicó una serie de pruebas con un elevado grado de dificultad y encontró que estos pequeños evadían los riesgos por miedo al fracaso; además, en lugar de insistir en resolver el problema, buscaron compararse con niños a los que les fue peor para sentirse mejor con ellos mismos. En cambio, los niños con mentalidad de crecimiento aceptaron el error, lo procesaron y lo intentaron de nuevo hasta que consiguieron superar la prueba. La actitud de estos niños fue clave para enfrentar sus pruebas y en lugar de sentirse intimidados por los exámenes, tendían a referirse a ellos como retos. Hay algunas claves que Dweck sugiere para desarrollar una mentalidad de crecimiento: • Elogia con sabiduría. Si le dices a un niño que es inteligente o talentoso no lo estás ayudando; esto porque cuando cometa un error se sentirá mal consigo mismo, ya que creerá que no es tan capaz como pensaba. Es preferible entonces alagar el esfuerzo que hizo para lograrlo, su enfoque y perseverancia. • Mantente siempre en versión Beta y usa el “todavía no”. Cuando tu proyecto, plan o idea no salga como planeabas, en lugar de sentirte fracasado elige decirte a ti mismo: “todavía puedo lograrlo” o “todavía no lo alcanzo, pero perseverando más lo lograré”. Se trata de desarrollar la capacidad de insistir en las metas que se quieren alcanzar. Av a n z a r f a l l a n d o El éxito consiste en pasar de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Winston Churchill, ex primer ministro de Reino Unido Así como un barco siempre está a salvo en su muelle, nosotros creemos estar contentos en nuestra zona de confort. Mas el barco no fue construido para MI MEJ OR Y O 28 quedarse anclado y en nuestra naturaleza está el siempre desafiarnos y las ansias de crecer. Lo que a muchos les impide avanzar no es el desconocimiento de sus sueños, sino su miedo a enfrentarlos. El miedo, al final del día, no es nada más que un estado mental y el valiente no es quien no lo siente, sino quien lo conquista. Como dice el escritor Paulo Coelho: “cuántas cosas perdemos por miedo a perder”. El miedo a perder, a fracasar, es nuestra principal ancla, pero el fracaso no es derrota. El fracaso es el obstáculo, la piedra que debemos esperar que sea parte del camino. Sólo cuando nos damos por vencidos es que caemos en la derrota. Dice Tony Robbins, coach ejecutivo, que “el éxito en la vida es resultado del buen juicio. El buen juicio habitualmente es resultado de la experiencia. La experiencia habitualmente es resultado del mal juicio”. Es fundamental entender el fracaso como una experiencia útil para triunfar. Uno de los ejemplos más famosos de la utilidad de fallar una y otra vez es la historia del inventor estadounidense Thomas Alva Edison, quien creó la bombilla incandescente. Cuando consiguió por fin el resultado deseado, después de intentarlo más de mil veces, se negó a ver las pruebas anteriores como fracasos y dijo que ahora conocía “mil maneras distintas de cómo no hacer una bombilla”. No existe tal cosa como fallar o triunfar en la vida. Ambas son ideas que reflejan la manera en que interpretamos la respuesta social a lo que hacemos. Una vida bien vivida es una aventura llena de obstáculos a vencer, es un constante desafío a nuestros límites, por conocer de qué estamos hechos. Fallar es parte necesaria del camino y fundamental del éxito. Pa g a r e l p r e c i o Es sólo tu forma de pensar lo que decide si tendrás éxito o fracasarás. Henry Ford El éxito depende de decisiones y todas ellas tienen un costo. El precio del éxito no tiene descuentos, debe pagarse completo y por adelantado. El principal insumo del éxito es la perseverancia y allí radica su costo. En el proceso para alcanzar el éxito intervienen muchos factores en los que no se tiene control. El único factor que se controla es la determinación y el nivel de esfuerzo que se pone en las tareas. CAPÍTULO 3 • É X I TO 29 El escritor y ex tenista de mesa británico Matthew Syed (2010) dice que cuando alguien es exitoso la gente suele crear la ilusión del iceberg. De la misma manera que un témpano de hielo sólo puede ser apreciado por fuera del mar en un 10%, mientras que el 90% restante queda por debajo del agua, invisible a la vista, así sucede con el titánico esfuerzo que hay detrás de las personas exitosas. Quienes están a su alrededor, no suelen ver todo el trabajo que les costó alcanzar el éxito: el esfuerzo, la dedicación, la disciplina, los riesgos, la acción decidida, los hábitos, las metas, la gran cantidad de fracasos, la decepción, la persistencia y el trabajo duro. La gente sólo ve lo superficial y tiende a creer que esa persona está en la cima sólo porque es talentosa, genial o carismática. No caigas en esa trampa. Syed critica la clásica narrativa del surgimiento del héroe que solemos ver en las películas de Hollywood, según la cual, un chico talentoso de escasos recursos que vivía con padres normales en un suburbio logra triunfar a pesar de que tiene todo en su contra. En cambio, él prefiere contar cómo algunos sucesos básicos pero significativos en su vida, como que sus padres compraron una mesa de tenis y su hermano practicó diariamente con él durante años, lo llevaron a ser el jugador británico número uno en tenis de mesa a los 24 años de edad. Más allá de plantear que su triunfo sucedió “contra todas las posibilidades”, Syed prefiere decir que fue un conjunto de factores los que lo llevaron a lo más alto. No es que fuera único y especial, ni que naciera para ser jugador de tenis de mesa, sino que reunió las condiciones materiales (una tabla y un club en el cual practicar) y puso el esfuerzo necesario (miles de horas de práctica con su hermano) para lograrlo. Todo éxito tiene un costo. Ése es el que pagas por alcanzar tus sueños. Sin embargo, no hay precio mayor a pagar que el llegar un día, al final del camino y arrepentirse de haber dejado un sueño sin perseguir. El costo del éxito es siempre mucho menor que el costo del arrepentimiento. Ta l e n t o El trabajo duro le gana al talento, cuando el talento no trabaja duro. Un mito acerca del éxito es que sólo lo alcanzan quienes tienen talento, pero la historia de grandes personajes de nuestra época demuestra que hay otras características que pueden ser más efectivas que el talento natural. Si ya encontraste lo que quieres de la vida, la rama en la que te quieres desarrollar, seguramente consideraste qué tan talentoso puedes ser en lo que elegiste. Lo ideal es que escojas algo para lo que sientas vocación, pero aun cuando no sea así, si sumas

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