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Matematicas Inecuaciones

maryluzlesly25 de Julio de 2012

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ROMEO Y JULIETA

PERSONAJES

ESCALA, Príncipe de Verona.

PARIS, pariente del Príncipe.

MONTESCO.

CAPULETO.

Un viejo de la familia Capuleto.

ROMEO, hijo de Montesco.

MERCUTIO, amigo de Romeo.

BENVOLIO, sobrino de Montesco.

TEOBALDO, sobrino de Capuleto.

FR. LORENZO, FR. JUAN, de la Orden de San Francisco.

BALTASAR, criado de Romeo.

SANSÓN, GREGORIO, criados de Capuleto.

PEDRO, criado del ama de Julieta.

ABRAHAM, criado de Montesco.

Un boticario.

Tres músicos.

Dos pajes de Paris.

La señora de Montesco.

La señora de Capuleto.

JULIETA, hija de Capuleto.

El ama de Julieta.

PRÓLOGO

CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, que trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con vuestra atención lo que falte a la tragedia.

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

Una plaza de Verona

(SANSÓN y GREGORIO con espadas y broqueles)

SANSÓN.- A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza.

GREGORIO.- Eso sería convertirnos en bestias de carga.

SANSÓN.- Quería decirte que, si nos hostigan, debemos responder.

GREGORIO.- Sí: soltar la albarda.

SANSÓN.- Yo, si me pican, fácilmente salto.

GREGORIO.- Pero no es fácil picarte para que saltes.

GREGORIO.- Esa discordia es de nuestros amos. Los criados no tenemos que intervenir en ella.

SANSÓN.- Lo mismo da. Seré un tirano. Acabaré primero con los hombres y luego con las mujeres.

SANSÓN.- Ya está fuera la espada: entra tú en lid, y yo te defenderé.

GREGORIO.- ¿Por qué huyes, volviendo las espaldas?

SANSÓN.- Por no asustarte.

GREGORIO.- ¿Tu asustarme a mí?

ABRAHAM.- Ni por pienso, señor mío.

ABRAHAM.- Pero mejor, imposible.

SANSÓN.- Es mejor el nuestro

ABRAHAM.- Mentira.

SANSÓN.- Si sois hombre, sacad vuestro acero.

GREGORIO: acuérdate de tusabia estocada. (Pelean.) (Llegan Benvolio (intenta separarlos) y Teohaldo.)

BENVOLTO.- Los estoy poniendo en paz. Envaina tú, y no busques quimeras.

TEOBALDO.- ¡Hablarme de paz, cuando tengo el acero en la mano! Más odiosa me es tal palabra que el infierno mismo, más que Montesco, más que tú.

Ven, cobarde. (Reúnese gente de uno y otro bando. Tráhase la riña)

CAPULETO.- ¿Qué voces son ésas? Dadme mi espada.

SEÑORA.- ¿Qué espada? Lo que te conviene es una muleta.

CAPULETO.- Mi espada, mi espada, que Montesco viene blandiendo contra mi la suya tan vieja como la mía. (Entran Montesco y su mujer.)

MONTESCO.- ¡Capuleto infame, déjame pasar, aparta!

SEÑORA.- No te dejaré dar un paso más. (Entra el Príncipe con su séquito.)

PRINCIPE.- ¡ Rebeldes enemigos de la paz, derramadores de sangre humana!, arrojad en seguida a tierra las armas y escuchad mi sentencia. Tres veces, , habéis ensangrentado las calles de Verona, , y cargar con el hierro sus manos envejecidas por la paz. Si volvéis a turbar el sosiego de nuestra ciudad, me responderéis con vuestras cabezas. Basta por ahora; retiraos todos. Tú, Capuleto, vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de poco a la Audiencia, donde te hablaré más largamente. Pena de muerte a quien permanezca aquí. (Vase.)

SEÑORA DE MONTESCO.- ¿Y has visto a Romeo? ¡Cuánto me alegro de que no se hallara presente!

BENVOLIO.- en el bosque de sicomoros que crece al poniente de la ciudad. Allí estaba tu hijo. Apenas le vi

SEÑORA DE MONTESCO.- Dicen que va allí con frecuencia a juntar su llanto con el rocío de la mañana y contar a las nubes sus querellas. Mucho me apena su estado, y sería un dolor que su razón no llegase a dominar sus caprichos.

BENVOLIO.- ¿Sospecháis la causa, tío?

MONTESCO.- No la sé ni puedo indagarla.

BENVOLIO.- Aquí está.

MONTESCO.- ¡Oh, si pudieses con habilidad descubrir el secreto! Ven,esposa. (Entra Romeo.)

BENVOLIO.- Muy madrugador estás.

ROMEO-. ¿Tan joven está el día?

BENVOLIO.- Aún no han dado las nueve.

ROMEO.- ¡Tristes horas, cuán lentamente camináis! ¿No era mi madre quien

salía ahora de aquí?

BENVOLIO.- Sí por cierto. Pero ¿qué dolores son los que alargan tanto las

horas de Romeo?

ROMEO.- El carecer de lo que las haría cortas.

BENVOLIO .- ¿Cuestión de amores?

ROMEO.- Desvíos.

BENVOLIO.- ¿De amores?

ROMEO.- Mi alma padece el implacable rigor de sus desdenes.

BENVOLIO.- ¿Por qué el amor que nace de tan débiles principios, impera

luego con tanta tiranía?.

ROMEO.- Es prenda del amor. Se agrava el peso de mis penas, sabiendo que tú

también las sientes.

ROMEO.- Has acertado. Estoy enamorado de una mujer hermosa.

BENVOLIO.- Déjate de pensar en ella.

ROMEO .- Enséñame a dejar de pensar.

BENVOLIO.- Hazte libre. Fíjate en otras.

ROMEO.- Así brillará más y más su hermosura.

BENVOLIO.- Me comprometo a destruir tu opinión.

ESCENA II

Calle

(CAPULETO, PARIS y un CRIADO)

CAPULETO.- La misma orden que a mí obliga a Montesco, y a nuestra edad no debía ser difícil vivir en paz.

PARIS.- Los dos sois iguales en nobleza, y no debierais estar discordes. ¿Qué respondéis a mi petición?

CAPULETO.- Ya he respondido. Mi hija acaba de llegar al mundo. Aún no tiene más que catorce años, y no estará madura para el matrimonio, hasta que pasen lo menos dos veranos.

PARIS.- Otras hay más jóvenes y que son ya madres.

CAPULETO.- Los árboles demasiado tempranos no prosperan. Yo he confiado mis esperanzas a la tierra y ellas florecerán. De todas suertes, Paris, consulta tú su voluntad. Si ella consiente, yo consentiré también.

(BENVOLIO y ROMEO)

CRIADO.- Buenos días. ¿Sabéis leer?

ROMEO.- Ciertamente que sí.

CRIADO.-¿Sabréis leer lo que ahí dice?

ROMEO.- ¡Lucida reunión! ¿Y dónde es la fiesta?

CRIADO.- Allí.

ROMEO.- ¿Dónde?

CRIADO.- En mi casa, a cenar.

ROMEO.- ¿En qué casa?

CRIADO.- En la de mi amo.

ROMEO.- Lo primero que debí pregunt arte es su nombre.

CRIADO.- Os lo diré sin ambages. Se llama Capuleto y es generoso y rico. Si no sois Montesco, podéis ir a beber a la fiesta. os lo ruego. (se va.)

BENVOLIO.- Rosalía a quien adoras, asistirá a esta fiesta con todas las bellezas de Verona. Allí podrás verla y compararla con otra que yo te enseñaré, y el cisne te parecerá grajo.

ROMEO.- No permite tan indigna traición la santidad de mi amor.

BENVOLIO.- Tus ojos no ven más que lo que les halaga.

ROMEO.- Iré, pero no quiero ver tal cosa

ESCENA III

En casa de Capuleto

(La señora de CAPULETO y el AMA)

SEÑORA.- Ama, ¿dónde está mi hija?

AMA.-. ¿Dónde estará esta niña? Julieta...

JULIETA.- ¿Quién me llama?

AMA.- Tu madre.

JULIETA.- aquí estoy. Dime qué sucede.

SEÑORA.- Sucede que... Ama, déjanos a solas un rato. .. Pero no, quédate.

AMA.- Ya lo creo. No me acuerdo qué edad tiene exactamente.

SEÑORA.- Todavía no ha cumplido los catorce.

AMA.- Apostaría catorce dientes (¡ay de mí, no tengo más que cuatro!)

AMA.- Bueno, me callaré. Dios te favorezca, porque eres la niña más hermosa que he criado nunca. ¡ Qué grande sería mi placer en verla casada!

JULIETA.- Aún no he pensado en tanta honra.

AMA.- ¡Honra! Pues si no fuera por haberte criado yo a mis pechos, te diría que habías mamado leche de discreción y sabiduría.

SEÑORA.- Ya puedes pensar en casarte. Hay en Verona madres de familia menores que tú, y yo misma lo era cuando apenas tenía tu edad. En dos palabras, aspira a tu mano el gallardo Paris.

AMA.- ¡Niña mía! ¡Vaya un pretendiente! Si parece de cera.

SEÑORA.- No tiene flor más linda la primavera de Verona.

AMA.- ¡Eso una flor! Sí que es flor, ciertamente.

SEÑORA.- Quiero saber si le amarás. Esta noche ha de venir. Verás escrito en su cara todo el amor que te profesa.

SEÑORA.- Di si podrás llegar a amar a Paris.

JULIETA.- Lo pensaré, si es que el ver predispone a amar. que. (Entra un Criado.)(les dice que salgan a la fiesta)

ROMEO.- (A su Criado.) ¿Dime, qué dama es la que enriquece la mano de ese galán con tal tesoro?

CRIADO.- No la conozco.

ROMEO.- El brillo de su rostro afrenta al del sol. No merece la tierra tan soberano prodigio.

TEOBALDO.- Por la voz parece Montesco. (Al Criado.) Tráeme la espada.

¿Cómo se atreverá ese malvado a venir con máscara a perturbar nuestra fiesta?

CAPULETO.- ¿Por qué tanta ira, sobrino mío?

TEOBALDO.- Sin duda es un Montesco, enemigo jurado de mi casa, que ha venido aquí para burlarse de nuestra fiesta.

CAPULETO.- ¿Es Romeo?

TEOBALDO.- El infame Romeo.

CAPULETO.- No más, sobrino. Es un perfecto caballero, y todo Verona se hace lenguas de su virtud, y aunque me dieras cuantas riquezas hay en la ciudad, nunca le ofendería en mi propia casa.

TEOBALDO.-

...

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