Metodos Y Tiempos
triedwin15719 de Enero de 2012
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La Ventana de Johari
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La Ventana de Johari
La «Ventana de Johari» pretende ilustrar el proceso del «dar y recibir feedback». Tal vez
el esquema que nos ofrecen Joseph Luft y Harry Ingham, tal como aparece en la figura que
reproducimos a continuación, sirva de ayuda para formarnos una idea de muchos de nuestros
comportamientos; y tal vez también nos ofrezca alguna solución para hacer frente a nuestras
dificultades en las relaciones interpersonales y para que hagamos de nuestra participación social
en la comunidad una expansión realizadora, tanto para nosotros como para aquellos que viven
con nosotros. El modelo puede ser presentado también como una ventana de comunicación a
través de la cual se dan o se reciben informaciones sobre uno mismo y sobre los demás.
EL YO
Recibe "feedback"
Conocido por el "yo" No conocido por el "yo"
Conocido por los demás
ÁREA LIBRE ÁREA CIEGA
EL GRUPO
Recibe "feedback"
No conocido por los demás
ÁREA OCULTA ÁREA DESCONOCIDA
Si tomamos las cuatro áreas o cuadrantes en sentido vertical (columnas) o en sentido
horizontal (franjas), las dos columnas representan el yo, y las dos franjas representan el grupo. La
primera columna contiene «lo que yo sé respecto de mí»; la segunda, «lo que desconozco
respecto de mí»; la franja superior contiene «lo que los demás (el grupo) saben respecto de mi»;
la franja inferior contiene «lo que los demás (el grupo) desconocen respecto de mí». Las
informaciones contenidas en dichas franjas y columnas no son estáticas, sino que se desplazan de
un cuadrante a otro, en la medida en que varían dentro del grupo el grado de confianza recíproca
y el intercambio de «feedback». Como resultado de dicho movimiento, el tamaño y el formato de
los respectivos cuadrantes experimentarán otras tantas modificaciones en el interior de la
ventana.
La Ventana de Johari
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1. Área libre: El primer cuadrante (espacio superior izquierdo) es el único claro y libre.
En él se encuentran las experiencias y los datos conocidos por la propia persona y por quienes la
rodean. Es un área que se caracteriza por el intercambio libre y abierto de informaciones entre el
yo y los demás. En ella, el comportamiento es público y accesible a todos. Por ejemplo: nuestro
modo de trabajar en cualquier actividad que desempeñemos, nuestra manera habitual de
comportarnos, etc. El «Área libre» aumenta de tamaño en la medida en que crece el nivel de
confianza entre los participantes o entre el participante y su grupo; y también en la medida en que
se comparten más informaciones, especialmente si se trata de informaciones importantes de
carácter personal.
2. Área ciega: En la parte superior derecha hay una zona denominada «Área ciega» que
contiene informaciones respecto de nuestro «yo» que nosotros ignoramos, pero que son
conocidas por los demás. Es lo que nuestros amigos saben de nosotros, más que lo que nos dicen.
Al comenzar nuestra participación en un grupo, comunicamos todo tipo de informaciones de las
que no somos conscientes, pero que son observadas por las restantes personas del grupo. Por
ejemplo: nuestra manera de actuar, nuestro modo de hablar, nuestro estilo de relacionamos, etc.
3. Área oculta (o privada): El espacio inferior izquierdo, es decir, el área oculta para los
demás, contiene informaciones que uno mismo sabe respecto de sí, pero que son desconocidas
por el grupo. Es en este área donde se encuentra gran parte de lo que conocemos de nosotros
mismos y que ocultamos a los demás. Tenemos miedo de que, si el grupo llegara a saber nuestros
sentimientos, percepciones y opiniones respecto del propio grupo o de sus integrantes, o respecto
de nosotros mismos, tal vez el grupo podría rechazarnos, atacarnos o ejercer respecto de nosotros
algún tipo de acción. Consiguientemente, no revelamos tales informaciones. Muchas veces, una
de las posibles razones por las que mantenemos el secreto es porque no encontramos elementos
de apoyo en el grupo. Suponemos que, si reveláramos nuestros sentimientos, pensamientos y
reacciones, los integrantes del grupo podrían juzgarnos de manera negativa. Sin embargo, a
menos que revelemos algo sobre nosotros y verifiquemos si es cierta nuestra suposición, no
tendremos posibilidad de saber cómo van a reaccionar realmente los integrantes del grupo. Es
decir, que si no asumimos ciertos riesgos, jamás sabremos nada acerca de la realidad o la
irrealidad de nuestras suposiciones. Por otra parte, también tratamos de mantener el secreto
cuando nos motiva el deseo de controlar o manipular a los demás.
4. El área desconocida: El cuadrante de la parte inferior derecha representa aquellos
factores de nuestra personalidad de los que no somos conscientes y que también son
desconocidos para las personas que se relacionan con nosotros. Es el área de nuestras
motivaciones inconscientes; área que representa nuestro aspecto «desconocido» o «inexplorado»
y que puede incluir cosas como la dinámica interpersonal, acontecimientos de nuestra primera
infancia, potencialidades latentes y recursos aún por descubrir.
* * *
Lo que la «Ventana de Johari» trata de explicar es cómo deben procurar tolerarse
mutuamente estas diferencias en las distintas áreas de nuestra personalidad, con el fin de mejorar
las relaciones interpersonales, a través del conocimiento de uno mismo y de los demás; e intenta
explicarlo de la manera siguiente:
El entrecruce de las líneas muestra cuál es la situación al comenzar el proceso de relación,
en orden a ampliar el «área libre», la cual, a medida que se va ampliando gracias a una mayor
comunicación, hace que se reduzcan las restantes áreas. Y lo ideal es que la mencionada «área
libre» vaya precisamente ampliando su radio de acción, de forma que se reduzca al mínimo el
«área desconocida», tanto de los demás como de nosotros mismos.
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Principios para la obtención
de «feedback»
Al iniciar nuestra participación en un grupo, comunicamos todo tipo de informaciones de
las que no somos conscientes, pero que son captadas por las otras personas. Tales informaciones
pueden reflejar la forma de expresión de nuestra manera de ser, de nuestro modo de hablar o del
estilo que adoptamos en nuestra relación con los demás.
Dado que el segundo cuadrante de la «Ventana de Johari» contiene informaciones que los
integrantes del grupo conocen respecto de nosotros, pero de las que nosotros no somos
conscientes, el único medio de aumentar nuestra concienciación de tales informaciones consistirá
en obtener «feedback» del grupo. Consiguientemente, necesitamos desarrollar una actitud de
receptividad tal que incite a los miembros del grupo a darnos «feedback». Es preciso, pues,
poseer capacidad de recibir «feedback»; y para que éste sea eficaz, es necesario que sea:
1. Aplicable. Que vaya dirigido a un comportamiento susceptible de ser modificado mediante
el reconocimiento del punto en que se produce el fallo y mediante el esfuerzo personal
tendente a corregir la «desviación». Por ejemplo: «No me gusta tu manera de hablar» es un
«feedback» inútil que no beneficia en absoluto la comunicación, dado que la información
que contiene no es aplicable por el receptor. No contiene referencias para evaluar el
comportamiento defectuoso. Cuando señalamos alguna limitación sobre la que la persona no
posee control alguno, sólo conseguimos aumentar su frustración. Si, por el contrario, decimos:
«Estás hablando (o tienes la costumbre de hablar) demasiado alto, y resulta
desagradable», entonces el mensaje si contiene unos datos concretos que pueden ser
examinados por el receptor, con lo cual estará en condiciones de aplicar el «feedback».
2. Neutro. El «feedback» ha de ser más descriptivo que valorativo. Este criterio es contrario a
dos características muy comunes y que, por lo general, agravan el problema de la relación y
del propio «feedback». La primera de ellas es el tono de censura, reprobación o valoración
negativa y personalizada que el «feedback» comporta en ocasiones: «Tienes manía de hablar
con afectación» («feedback» valorativo personalizado); «Esta parte del documento es un
tanto rebuscada; hay que buscar un lenguaje más directo» («feedback» valorativo neutro, es
decir, no personalizado). Evitando el uso del lenguaje valorativo se reduce la necesidad de
que la otra persona reaccione de manera defensiva. La otra característica contraria a la
neutralidad es lo que podríamos llamar «interpretacionitis». En este caso, en lugar
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