Mi Historia
electronikita6 de Octubre de 2013
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A principios de 1945 Japón estaba contra las cuerdas: el bloqueo naval estaba dando sus frutos, los víveres escaseaban y los bombarderos estadounidenses hacían auténticos estragos en territorios japonés. El ataque de la aviación de Marzo 1945 hizo 100.000 víctimas civiles en Tokio.
En Julio del mismo año el Gobierno y Ejército nipón veían la derrota ya como inevitable: Alemania se había rendido, aislando el país; la Unión Soviética se disponía a poner fin con su pacto de neutralidad con Japón y a invadirlo; las reservas de arroz habían quedado en nada y el pueblo japonés comía bellotas desde hace meses; la escasez de petróleo era tal que los científicos japoneses trataban por todos los medios de extraer combustible desde ... las raíces de los pinos!
Prácticamente todo el país estaba dispuesto ya a la rendición condicional.
Sin embargo en EE.UU. hace meses no se hablaba de otra cosa que no fuera la rendición incondicional, lo cual quería decir destronar al emperador japonés, venerado en su país. El orgullo del pueblo nipón no podía acatar semejante decisión. Los americanos lo sabían.
El Gobierno americano disponía de la bomba atómica desde el 16 de Julio, cuando se hizo detonar en Nuevo México como prueba general. La decisión de utilizarla había sido tomada incluso antes, cuando el Secretario de la Guerra Henry Stimson, hablando de los incesante bombardeos americanos sobre las ciudades japonesas, se preocupaba de que "... la aviación hubiese bombardeado Japón tan intensamente que la nueva arma ya no tuviera un contexto adecuado para exhibir su poder". Es decir, había que reservas algunos civiles para la bomba atómica.
La primera ciudad escogida fue Hiroshima, 350.000 habitantes. La razón de la elección fue que "... su extensión y trazado implicaban que gran parte de la ciudad sufriría grandes daños", según las actas de la reunión del Proyecto Manhattan celebrada los días 10 y 11 de Mayo 1945.
El Proyecto Manhatthan fue el responsable de engendrar la arma definitiva, que constó a los contribuyentes norteamericanos nada menos que 2.600 millones de dólares, una cifra colosal incluso por aquel entonces.
Una vez tomada la decisión, se trataba de justificarla ante la comunidad internacional. Los mismos científicos que contribuyeron a su construcción mostraron cierto desasosiego ante la idea de utilizarla contra una población civil. Eran conscientes por un lado de que la bomba habría causado atrocidades nunca vistas hasta la fecha, y por el otro de que habría desencadenado inevitablemente una carrera de armamento nuclear.
Uno de los aspectos de la deflagración que más preocupaba al Departamento de Propaganda del Gobierno norteamericano era el efecto de las radiaciones, cuyos efectos seguramente habrían generado repulsa incluso entre los aliados. Se optó pues por hacer detonar la bomba a una altura a la cual el efecto de las mismas no habría sido el máximo. Lo que se pretendía era buscar un mayor número de muertos por explosión y quemaduras, siguiendo un método asociado a los bombardeos convencionales.
La bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de Agosto 1945. 100.000 personas murieron en el acto, mientras que 50.000 fallecieron por efecto de la radiación. Un fotógrafo japonés grabó un vídeo en los días siguientes a la explosión. Las imágenes eran tan escalofriantes que los americanos secuestraron el vídeo y no lo devolvieron a los japoneses hasta bien entrada la década de los sesenta.
Lo único que supo el mundo en los días siguientes al ataque fue que EE.UU. había dejado caer una "nueva y terrible arma contra una base militar", como dijo Truman el 9 de Agosto.
Si el ataque sobre Hiroshima presentó un dudoso valor militar, ético y humano, el de Nagasaki no tiene nombre: se produjo sin supervisión presidencial, cuando los japoneses
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