Mi propio México. La educación de calidad.

Mi propio México

La calidad de la educación

Vivo en un México que reniega de su educación porque es laica y no es laica, porque es gratuita y no es gratuita, porque es obligatoria y no es obligatoria, porque es de calidad y no es de calidad, porque suspende clases y porque no suspende clases, porque enseña y no forma, porque forma y no enseña, porque evalúa y no promueve, porque promueve y no evalúa.

En el centro de todos estos y otros  porqués están todos los puntos medios, también  los parámetros que se acercan a uno u otro extremo, los mexicanos que no expresan su opinión y los que se ponen de acuerdo, los que dicen que no saben nada y los que lo saben todo en un universo de ciento veinte millones de habitantes con decisión propia. Con criterio universal o mirada individual, todos igualmente valiosos para considerar el resultado de una educación con calidad.

        En mi propio México se han mandando  o llevado  a  los niños a las escuelas en medio de cualquiera y todas las crisis; en tiempos de extrema necesidad, entre guerrillas y fanatismos, cuando la violencia ha rebasado límites insospechados, cuándo el hambre se ha salido de los hogares, cuándo la inflación ha alcanzado niveles de inestabilidad  extrema, cuándo el maestro falta y cuándo las aulas no existen.

Es el México que se sigue dando clases y formando maestros, ahora con nivel de Licenciados que aspiren a un Máster o a un Doctorado, pero sobre todo que lleven arraigado el sentido nacionalista que haga de cada niño un ciudadano con derechos y obligaciones capaz de seguir aprendiendo mientras se inserta en el mundo laboral como destino final que no termina ni se agota cuando se consigue un empleo, sino que exige un crecimiento continuo para el desarrollo sostenible y sustentable del individuo que a través de la educación se vuelve persona, toma conciencia y desarrolla capacidades que le permitan hacer del planeta un mejor lugar para vivir.

Así de ambiciosa es la Educación en México, ya no se conforma con que los niños y las niñas aprendan a leer y a escribir, ahora deben saber comunicarse en su lengua materna y en otra más, deben aprender matemáticas para comprender que el mundo es contable y todo lo que sucede es medible desde la naturaleza o la sociedad, desde los valores o las actitudes hasta las habilidades y el conocimiento en un mundo que exige de la democracia un ejercicio de vida universal.

Es tarea de la escuela, porque así entendemos la educación, formar al niño y a la niña en todas las aristas que a su humanidad compete,  todos los alumnos debe adquirir conocimientos, desarrollar habilidades, fortalecer valores, modificar actitudes, comprometerse con el medio ambiente, apreciar la democracia y superarse diario a sí mismo. No se puede vivir sin arte, sin deporte y sin cultura como no se puede vivir sin aire, sin tierra y  sin agua.

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