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Milagros De Nuestra Señora


Enviado por   •  19 de Abril de 2013  •  2.112 Palabras (9 Páginas)  •  873 Visitas

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Localización

La Introducción a Milagros de Nuestra Señora pertenece al libro “Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo.

El nacimiento de un nuevo grupo social -«los clérigos escolares»- origina en el siglo XIII una nueva literatura, la del «mester de clerecía». Formados en las escuelas catedralicias y en los nacientes estudios universitarios, sus protagonistas se ponen al servicio, sobre todo, de los monasterios por entonces en pugna con los burgos y ciudades. Gonzalo de Berceo es su más conocido representante y Los Milagros de Nuestra Señora la obra más difundida. Los relatos siguen fuentes latinas bien conocidas, pero el arte literario de Berceo los transforma en algo vivo, casi en una crónica conmovedora de algo que pudo suceder cada día en cualquier lugar castellano.

Berceo nos sorprende con una inolvidable introducción, de la que no hay ningún rastro en el manuscrito latino. Pese a que pudo inspirarse en algún texto hoy desaparecido, tampoco es improbable que fuera engarzando hábilmente una serie de tópicos y motivos tradicionales en la literatura religiosa de su tiempo.

Berceo escribió también obras doctrinales, obras hagiográficas y otras obras marianas como: Loores de la Virgen, Duelo de la Virgen…

Tema

Como tema central destaca el proceso de Caída y Salvación del hombre, eje del concepto teológico de “Pecado Original”, en el que el hombre conquistaba su salvación a través de la intervención de Cristo y María, expresado en la Edad Media a través de ciertos motivos e imágenes derivados de la Biblia, ilustradores de la pérdida y vuelta del hombre al Paraíso.

Composición y figuras estilísticas

Gonzalo de Berceo utiliza en su “Introducción a Milagros de Nuestra Señora”, la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo alejandrino. Son cuatro versos de una sola rima consonante y con muchas rimas asonantes en los hemistiquios. Cada verso consta de dos hemistiquios de siete sílabas, conformando las 14 sílabas por verso.

Los abundantes recursos poéticos muestran su voluntad de estilo: ironías, metonimias, lítotes, metáforas, paráfrasis, anáfora, apóstrofe, epítetos, antítesis, sinestesias, paralelismos…, que provocan un cierto aire popular.

No olvida, sin embargo, los rasgos cultos, presentes en elementos tales como: invocaciones en las conclusios, apóstrofes cultos a la divinidad, latinismos…, que marcan una clara voluntad de autoría por vez primera en nuestras letras.

Rasgos de estilo

Los versos de Berceo son sencillos, ingenuos y primitivos; es decir, encantadores.

Berceo imagina ser un peregrino cansado que llega a un prado hermosísimo lleno de árboles y flores. El autor describe la belleza del prado, y posteriormente nos señala que todos los hombres somos peregrinos en esta vida, porque ésta es solamente un tránsito hacia la vida eterna.

Aplica a sus fuentes latinas el procedimiento de la “amplificatio”, con la que consigue modificar y enriquecer sus modelos, adornándolos con rasgos de las costumbres usuales de su región, para que el pueblo llano lo comprenda mejor, porque en definitiva, es el que lo escucha.

Su estilo destaca por su familiaridad. De todos los autores del “Mester de Clerecía”, es el que menos alardea de su cultura. En definitiva, hace uso de un estilo llano y accesible, sin renunciar a toques de humor ingenuo.

La finalidad didáctica de su obra es llevar a los lectores- oyentes a una vida recta por medio de la intervención de la Virgen María.

Estructura

La introducción a Milagros de Nuestra Señora se divide de la misma forma que los sermones. Comienza con un exordium en el que apela a los vasallos de Dios, continúa con la narratio, que es la parte de la introducción con una mayor carga simbólica, con una alegoría que presenta el locus amoenus. El mismo autor se presenta como un maestro, e introduce el tópico del peregrinum vitae.

La conclusio marca la intersección difusora del fervor a María en la obra.

En el segundo apartado de la introducción, Berceo realiza una exégesis de la parte alegórica, en la que el romero simboliza al hombre, la romería a la vida, los prados a la Virgen, y la verdura y los árboles su virginidad y sus milagros; respectivamente, las flores son los nombres de María, las aves son los santos y los apologetas, y la sombra representa las oraciones.

El peregrino ingresa pecaminoso en el prado,- pecado simbolizado en su desnudez-, pero se aviene al buen camino gracias a María. De este modo, la introducción presenta el proceso de caída, castigo y redención mariana.

La invocación o apóstrofe al auditorio suele presentarse con fórmulas semejantes: “Amigos e vasallos de Dios omnipotent”, “Sennores e amigos” “amigos e sennores”.

“Amigos” es vocativo usado por Berceo cuando el autor o uno de los personajes se dirige a sus iguales o familiares”.

La fórmula Sennores y amigos que encabeza la estrofa 42 cierra, en orden inverso de palabras la 44, de modo que entre ambas enmarcan un grupo bien definido de 12 alejandrinos, en los que se resumen los elementos alegóricos en un orden preciso e intencionado, y se anuncian las tres cuadernas vías que constituyen la introducción efectiva a la serie de milagros y en las que Berceo declara el sentido de la colección.

La descripción del prado se ordena sobre la base de cuatro elementos decorativos importantes y uno secundario: prado verde e intacto, las flores, los frutales, las aves cantoras y las fuentes.

La exposición alegórica se introduce en la estrofa 16 con la conocida imagen de la corteza y el meollo: “Holgamos la corteza, al meollo entremos”.

En la estrofa 22: “Quanto escrivien ellos ella lo enmendava… nada non se guiava”: hay un concepto de la virgen como dictadora e inspiradora.

Al terminar la glosa sobre la sombra de los árboles, Berceo se deja llevar por la fuerza de la actualización y pasa de la sombra sobre el prado a las flores que crecen. El tópico de los nombres de

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