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Los Milagros De Nuestra Señora


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2011  •  2.560 Palabras (11 Páginas)  •  2.130 Visitas

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Comentario de los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo

Contexto

El fragmento que vamos a comentar se encuadra dentro de la principal obra de Gonzalo de Berceo, los Milagros de Nuestra Señora, en concreto se trata del segundo milagro, que más adelante explicaré. Gonzalo de Berceo es el representante más importante del mester de clerecía (depuró el idioma castellano creando la lengua literaria y recurrió a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría); lo que nos da una idea de la enorme repercusión que produjo en la Europa de la alta Edad Media.

Esta obra la constituyen 3646 versos, de los cuales 2995 son relatos. El resto de los versos, es decir, los que presentan un texto no narrativo, aparecen bajo la forma de comunicación directa entre el emisor y su público o entre ambos y María, a quien Berceo suele llamar “la Gloriosa;” esta comunicación saca al receptor del plano narrativo formando una metanarrativa, es decir, una serie de textos cuya función es hablar sobre los relatos.

El propio Gonzalo de Berceo asegura en su obra, que nació en Berceo y que se educó en el monasterio de San Millán de la Cogolla; fue ordenado sacerdote y aparece como testigo en una escritura notarial en 1264. Se trata de un hombre culto e instruido que quiere adaptar para el pueblo las historias sobre santos y milagros, que están recogidas en los libros de su monasterio y que él conoce bien, pero cuando adapta estas historias no sigue el texto fuente, sino que intercala muchos elementos, sucesos, pasajes; bien por gusto personal o porque considera que con estos añadidos se entenderá mejor la historia que quiere contar. La obra de Gonzalo de Berceo tiene una clara intencionalidad didáctica religiosa, tanto en el sentido moral como dogmático. Apartándose de la complejidad de los manuales teológicos de la iglesia de la época, establece un lenguaje sencillo y llano que el pueblo puede comprender sin esfuerzos, y utiliza con gran maestría la técnica de la cuaderna vía.

Del texto de los Milagros se deduce que éstos fueron obra de una larga elaboración, puesto que hay indicios de que Berceo comenzó a escribirlos antes de 1246 y continuaba trabajando en ellos después de 1252. La cuaderna 325 nos ofrece una pista para determinar la primera fecha. Refiriéndose a la imagen salvada de un incendio en el milagro XIV, Berceo compara el estado de ésta con su propia conducta benevolente hacia el Obispo de Palencia, don Tello Téllez de Meneses. Puesto que se sabe a ciencia cierta que don Tello murió en 1246, puede concluirse que el Milagro de la imagen respetada por el incendio tuvo que componerse antes de la muerte del obispo. Por otra parte, se deduce que Berceo seguía trabajando sobre los Milagros después de 1252, ya que la cuaderna 869 se refiere a Fernando el Santo, muerto en 1252, como «el Rey de la buena ventura», lo cual parece indicar que ya Berceo tenía noticia de su muerte.

Contenido

Los Milagros de Nuestra Señora consisten en una compilación de exempla que relatan veinticinco milagros de la Virgen María, escritos en un dialecto riojano del castellano en una etapa tardía de su vida y usando como fuente colecciones de milagros marianos en latín que circulaban en el siglo XII. Su fuente es una colección de veintiocho relatos en prosa y en latín (Manuscrito de Thott, nº 128, Biblioteca de Copenhague) en los que se narran milagros atribuidos a María, de los que Berceo reelabora solo 25, transformándolos a verso. Las narraciones cuentan los milagros que realiza Nuestra Señora para poder salvar las almas de sus fieles o bien para protegerlos de las adversidades. Los Milagros pueden agruparse en dos series: los que tienen como tema los clérigos y los que se refieren a los juglares. La temática empleada por Berceo se inspira en la tradición culta latina, pero sus descripciones son muy sencillas, ya que una de las principales finalidades del poeta es que sus obras puedan ser leídas y comprendidas por el pueblo.

Este segundo milagro trata sobre un monje muy devoto a la Virgen al que cuando es ascendido a sacristán, el diablo (Belzebud) tienta y convierte en un indecente. Todas las noches salía y cruzaba un río, pero no se olvidaba nunca de hacer una reverencia y rezar a la Virgen delante del altar tanto al salir como al entrar. Un día se cayó al río y murió ahogado. Los demonios fueron a buscar su alma, los ángeles intentaron detenerlos pero no fueron capaces, y apareció la Virgen, que dijo hacerse cargo de darle penitencia por sus errores, dado que antes de salir le pedía permiso. Como no quería imponer su voluntad, ésta apeló a Cristo, quien decidió devolverle a la vida. El sacristán renació, contó al pueblo el pleito de la Virgen y mejoró su conducta.

Berceo suele utilizar diálogos directos al público, llamados diálogos de atención, tanto al principio del exempla (Amigos si quissiessedes un poco esperar, / Aun otro miraclo vos querria contar…), como al final (Mas de lo que sopiéremos seed nuestros pagados); y una alabanza a la Virgen María, en las últimas estrofas de todos los capítulos de la obra, resaltando la virtud que ha predominado en el milagro que se acaba de contar, para hacer que éste tuviera un buen final (Muchos tales miraclos e muchoss mas granados / Fizo Sancta Maria sobre sus aclamados: / Non serien los millesimos por nul omne contados, / Mas de los que sopieremos seed nuestros pagados.)

A la hora de la puesta en escena de los diferentes personajes, Berceo se ayuda de una descripción rápida pero clara para mostrarnos la evolución del protagonista (el Sacristán que pasa de ser un buen cristiano a ser un fornicario); el carácter estereotipado de la Virgen, a la que muestra como una madre comprensiva, próxima y capaz de cualquier cosa, siempre y cuando seas devoto suyo; y al diablo encarnado en una figura no humana, de hecho, la Virgen lo identifica como una “bestia malvada, infeliz y desgraciada” (non te riepto, ca eres una cativa bestia), otro carácter estereotipado al fin y al cabo; además de la intervención de los demonios y ángeles a la hora de llevarse o no el alma del pecador.

Forma

Las voces a destacar en este fragmento son la del narrador omnisciente, que se acerca a sus lectores en la primera y última estrofa, como ya he dicho antes; la de la Virgen, que se presenta como una madre que vela por nosotros y quiere nuestro bien; la de los demonios, a los que se presenta como unos seres organizados que buscan el alma del pecador y la piden judicialmente, no se la llevan sin más (Escripto es que omne, alli do es fallado, / o en bien o en mal, por ello es judgado;);

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