Miradas.

Son las cinco de la mañana, suena mi alarma y doy un sobresalto, me percato de la seguridad de mi habitación, entre las cobijas busco mi celular, quito la alarma y me cobijo nuevamente hasta la cabeza, siento el frio de la madrugada, ruego porque no me quede dormida más de diez minutos y confiada vuelvo a cerrar mis ojos, despierto cinco minutos más tarde con otro sobresalto, miro mi reloj y son las 5:05 am, me estiro y me lamento por no poder dormir más, salgo de mi cama y siento mis pantunflas tibias y acolchonaditas, respiro profundamente, sentada en mi cama, comienzo a pensar qué ropa usaré hoy, entre esos pensamientos comienzo mi rutina diaria, voy al baño, cepillo mis dientes, me asusto con mi cabello despeinado, me lamento de mi triste reflejo en el espejo, hace cinco años lucía un rostro perfecto, radiante, mis ojos tenían una juventud envidiable, ahora no soy vieja, al contrario, muchos envidiarían mi edad, sin embargo el peso del trabajo, la escuela ya han hecho estragos en mi piel, tengo ojeras, los ojos cansados, la mirada pesada, incluso marcas de acné, detesto ese reflejo matutino, decido prepararme para salir de casa, antes de eso, bajo a la cocina y preparo mi café, miro por la ventana y la noche aún inunda las calles, un recuerdo asalta mi mente, tomo un gran sorbo de café y prendo la televisión, más por hábito que por interés; realmente nunca pongo atención a las noticias, no me siento tan interesada por un montón de gente sabiendo todo lo que pasa en todos lados, creo más fielmente en resolver mis asuntos y no meterme con los demás, vuelvo al espejo pero esta vez no en pijama, mi atuendo es sencillo pero elegante, dedico unos segundos a modelar mi ropa nueva, me maquillo y tomo mis bolsa, la cual lleno más de cosas innecesarias que de cosas útiles, mi celular, mi agenda y algunos cosméticos son buenos elementos, mis llaves y mi cartera también, pero una crema, un antibacterial, las toallitas faciales, la cámara, las memorias usb, el cargador de mi celular, dos auriculares y un cepillo de dientes, son cosas realmente estorbosas pero me es imposible salir sin ellos. Miro nuevamente mi reloj, 6:20 am, la pesada neblina me hace entrecerrar mis ojos para ver bien donde camino, aún no sale el sol y los faros de las esquinas no logran alumbrar correctamente toda la cuadra, odio esa caminata de 15 minutos hasta la parada del camión, de mi monedero tomo lo que necesito para mi pasaje, espero algunos minutos y lo veo venir, se detiene justo frente a mí, no me mira y no parece percatarse de que yo lo miro, su figura sigiloso me tiene, desde hace algunas semanas, cautivada, no sé qué piensa ni qué hace aquí, en mis 10 minutos diarios de espera del camión, nunca aborda ninguna ruta, hoy no será la excepción, la gente comienza a abarrotar las calles con sus carros, la parada del autobús se comienza a llenar de personas, diferentes rutas llegan y parece mi tiempo congelado, ahí parada viendo como personas

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