Mis experiencias teatrales en el 2018

Mis experiencias teatrales en el 2018

Juro que nunca planeé ver esta cantidad de obras de teatro; fue algo que se fue dando poco a poco.  Y a pesar de eso, no pude ver muchas obras que quería ver.

Empecemos por lo negativo. Como te comentaba, la peor experiencia fue al ver Dogville (no El Hilador como mencioné). Uno de los factores por los que puedo ver tanto teatro es por el descuento a profesores. Ese día llegué con tiempo a taquilla y pedí mi boleto con descuento, el cual sólo aplicaba en palco. Todo fue un desastre: no encontraba mi lugar porque las butacas en esa sección no están bien numeradas; yo mido 1.60 y estaba incómodo; la obra comenzó demasiado tarde y aun hubo gente que llegó 40 minutos después de iniciada la función. Y bueno, el problema que pasa infortunadamente muy seguido: gente usando celulares. Pésima experiencia que no me dejó disfrutar la obra como tenía que ser.

Otra mala experiencia fue al hacer fila en el Shakespeare, en el Anglo Arts y en el Sergio Magaña. En el primero, a veces se empezaba la fila adentro y otras afuera, y en una ocasión casi se da un conato de bronca. En el Sergio Magaña es peor porque el lobby es muy grande y todos estamos muy dispersos; lo bueno es que ahí no va tanta gente.

Y hablando del Sergio Magaña, otra de mis peores experiencias fue la atención de la persona de taquilla. Me gané un pase para ver Ficticia pero quien me lo dio no me dijo que había que llevar identificación. LA obra era a la 1:00 en domingo y no encontré ningún lugar en donde sacar copia d mi identificación. Al final “me dio chance” y me dejó pasar, pero entré enojado y tampoco pude disfrutar la obra como debe ser.

El teatro somos todos, desde el personal de limpieza, taquilla, productores, todos los que estamos en la obra (sonó como a construcción de edificios, ja, ja, ja). Con esa idea, puedo decir que unas mis mejores experiencias fueron en el teatro Benito Juárez. La chica de taquilla es muy amable, así como el policía y la gente que corta el boleto. Mención especial también se lleva el señor que limpia los baños en el Milán.

Ahora que escribo esto, pienso en cuál fue mi mejor experiencia teatral, no la mejor obra (en la que todavía estoy trabajando), y creo que una de ellas fue la emoción que mostraron los niños al ver una obra. Se me pone la piel chinita cuando recuerdo cómo los niños platicaban con el títere en Galápagos, cuando cantaban en El Canto de la Rebelión y bailaban en Las Terribles Desventuras del Doctor Panza.

Dicho todo lo anterior, creo que la mejor experiencia teatral que tuve fue ver Ricardo III en el Esperanza Iris. Aunque hubo un lío en el acceso porque primero me mandaron a una zona y ya casi al dar tercera llamada me mandaron a otro balcón, lo demás estuvo genial. Uno de los mejores teatros de la ciudad lleno ovacionando a la Compañía de Teatro Penitenciario es algo que llevaré en mi corazón por mucho tiempo.

Ahora, lo que podría recomendar que pusieran atención quienes quieren ir al teatro es:

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