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México Y Su Posición En La OEA


Enviado por   •  14 de Mayo de 2014  •  2.875 Palabras (12 Páginas)  •  302 Visitas

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MÉXICO Y SU POSICIÓN EN LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS

Daniel Cortés Martínez

La Organización de Estados Americanos (en adelante OEA) es un organismo regional creado en 1948, año en el cual se suscribió la Carta de la OEA en la ciudad capital de Bogotá Colombia. El artículo 1 de este documento estipula que la Organización fue fundada con el objetivo de lograr en sus Estados miembros un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad, robustecer la colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia. Según la postura oficial de la OEA, hoy por hoy constituye el principal foro gubernamental político, jurídico y social del hemisferio y se basa en cuatro pilares principales que son la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo; además de ser el fundamento de lo que se conoce como “sistema interamericano”, el cual se intentó construir desde el siglo XIX.

México es un país miembro fundador de la Organización y a lo largo de su historia su participación dentro de ella se ha sustentado en los principios de política exterior que nuestro país mantiene. Según Olga Pellicer, en un inicio se tenía la idea de que la OEA favorecería el mantenimiento de la paz y el fortalecimiento de las estructuras democráticas, lo cual implicaba el respeto al principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados miembros y el establecimiento de la cooperación económica. Esto a su vez representaba grandes ventajas para México quien no tendría que romper o separarse de sus principios de política exterior en favor de la nueva Organización. Así, el presente trabajo busca dar cuenta de la posición que México ha mantenido frente a la OEA desde su creación hasta nuestros días, trabajando bajo la hipótesis de que este país ha mantenido una posición tradicional basada en sus principios de autodeterminación y de no intervención pero que, ante un nuevo panorama regional marcado por el fin de la guerra fría y por las nuevas amenazas a la seguridad hemisférica en el siglo XXI, se toman nuevas líneas de acción que anteponen el diálogo y la cooperación.

México y el desarrollo temprano de la OEA

Cuando se comenzaba a esbozar el nuevo sistema internacional al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la ONU se estableció la existencia de organizaciones regionales que facilitarían el desarrollo de los países de acuerdo con las particularidades que imponía cada región. En América Latina se tenía la firme convicción de que la participación de Estados Unidos en un foro integrado por los países latinoamericanos ofrecería grandes ventajas y se fomentaría, entre otras cosas, el desarrollo económico y social en beneficio de los Estados miembro dentro de un ambiente de verdadera cooperación hemisférica. Sin embargo, pronto las grandes expectativas latinoamericanas se vieron frustradas pues la dinámica en la que se enmarcaron las acciones de la recién creada OEA estuvieron marcadas por el contexto de guerra fría y el conflicto bipolar.

Así, la presencia de Estados Unidos en la OEA se tradujo más bien en una oportunidad de dominación y manipulación del organismo para que la gran potencia avanzara sus preferencias e intereses en la región. De esta forma, las relaciones interamericanas comenzaron a evolucionar en una atmósfera de conflicto derivada de la distribución asimétrica de poder entre Estados Unidos y los países latinoamericanos. La manipulación que Estados Unidos ejerció sobre la OEA llevó a que el organismo perdiera credibilidad rápidamente y desde 1954 se convirtió en el instrumento de intervención en contra de gobiernos cuyas políticas fueran percibidas como amenazas comunistas en contra de Estados Unidos.

Ante esta situación México perdió su entusiasmo y afecto por la OEA y desde 1954 inició una política de distanciamiento evitando los proyectos destinados a ampliar las actividades del organismo. Estos proyectos de los que México se distanció tenían que ver con el hecho de asignar a la OEA el papel de protector o salvaguarda de la democracia en el continente, otorgándole el derecho de intervenir en los asuntos internos de los Estados miembros con la finalidad de preservar este tipo de sistema político . Obviamente estas acciones se contraponen al principio de no intervención que México mantiene fervientemente y llevaron a que nuestro país se opusiera, entre otras cosas, a la intervención para la deposición del gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala, la expulsión de Cuba y las sanciones que se le impusieron al gobierno revolucionario, y la crisis en República Dominicana en 1965.

Para los años setenta, la mayor parte de los esfuerzos de seguridad hemisférica se centran en América Central y en los impulsos para encontrar salidas negociadas a la crisis centroamericana. En este contexto, y ante la necesidad de contar con un marco adecuado de negociación a fin de evitar un conflicto generalizado, la OEA no estaba en condiciones de asumir ese papel que se requería debido a su falta de credibilidad y la desconfianza que generaban sus actuaciones anteriores alejadas del derecho internacional; así, se buscaron grupos paralelos de negociación como el Grupo de Contadora, el Grupo de Apoyo o el Proceso de Paz de Esquipulas. Posteriormente, la guerra de las Malvinas en 1982 demostró la total inefectividad del sistema interamericano como instrumento de seguridad colectiva y expuso la incapacidad de la OEA para resolver un grave conflicto en el subcontinente, además de que tampoco respaldó verdaderamente a uno de sus miembros que se encontraba en guerra con una potencia extracontinental.

Sin embargo, a mediados de la década de los ochenta, la OEA comienza a desempeñar un papel más constructivo y comienza a recuperar la credibilidad que había perdido en décadas anteriores. La década de los años noventa representó un avance positivo en las relaciones hemisféricas de seguridad; Canadá y los países del Caribe ingresan a la OEA con lo cual se amplía el mapa de representación geográfica del hemisferio y se resuelven mediante mecanismos diplomáticos en el seno del organismo los conflictos en Centroamérica. Así, los años noventa se erigen como una década de gran importancia para la reconstrucción de la arquitectura de seguridad en el continente, además de ser testigos del renacimiento de la OEA como institución.

Ahora bien, antes de pasar al siguiente apartado que se refiere al nuevo papel de la OEA, es precio mencionar que la política exterior mexicana dentro del organismo comenzó siendo defensiva por el hecho de que la dinámica de guerra fría y el conflicto bipolar determinaron la naturaleza de las amenazas, y

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