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NEOLIBERALISMO


Enviado por   •  11 de Mayo de 2014  •  5.577 Palabras (23 Páginas)  •  190 Visitas

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¿Que es el neoliberalismo?

Es un paradigma cambiante o matriz móvil de ciertas ideas o fuerzas que preserva principios y políticas constantes, que persisten hasta el presente como motivo de evolución que se distingue tanto, por la fuerza, el vigor y estabilidad, como patrón de continuidad y cambio.

EL NEOLIBERALISMO ES UN PARADIGMA CAMBIANTE

Desde inicios de los ‘90s, el Banco Mundial llevó adelante una reformulación del modelo de "crecimiento con orientación de mercado" impulsado durante los años ‘80 en el Sur y, luego, en Europa oriental. Por ejemplo, revisó el vínculo Estado/mercado y, también, aceptó que el crecimiento económico per se resulta insuficiente para el logro de mejoras sociales. En ese marco, empezó a reivindicar la importancia de un patrón de crecimiento intensivo en trabajo (crecimiento con empleo), consintió cierta intervención pública con fines distributivos y jerarquizó las denominadas "políticas sociales".

Por ende, hubo cambios. Es decir, aquella revisión no constituyó (ni implica) una mera salida retórica. Además, configuró una reacción. O sea, una respuesta a la explosión de la pobreza y la desigualdad que tuvo lugar en el Sur durante los ‘80s, década de implantación de los "ajustes estructurales". En definitiva, conformó un esfuerzo por neutralizar los riesgos políticos que tal deterioro social supuso (y comporta) para aquel modelo. En suma, se dieron modificaciones, que comenzaron ya en 1990 y que luego, al promediar la década, continuaron con las llamadas "reformas de segunda generación".

No obstante, se trata de cambios, sí, pero dentro de un paradigma invariable: el neoliberal. En los ‘90s, entonces, lo que tuvo lugar fue un "aggiornamento" del programa neoliberal, capitaneado por la banca de Bretton Woods y, en particular, por el Banco Mundial.

En otros términos, la renovación coexistió con la permanencia de ciertas ideas-fuerza que, por su índole central, definen a dicho paradigma. Así pues, el neoliberalismo es una matriz móvil que, a la vez, preserva principios y políticas constantes, justamente aquellos que lo distinguen como tal.

Ideas-fuerza que pueden ser catalogadas como neoliberales porque son propias de una ortodoxia originaria que se remonta a la década del ‘40. Ideas-fuerza que persisten hasta el presente, aunque han atravesado transformaciones; no sólo en los ‘90s, también en los ‘80s. Por lo tanto, se perfila un tipo de evolución que se distingue tanto por la fuerza de algunas mutaciones cuanto por el vigor y estabilidad de ciertos invariantes. De ahí que resulte crucial la identificación de ese patrón de continuidad/cambio. Y para ello se requiere una aproximación evolutiva, un estudio histórico.

ETAPA FUNDACIONAL

El neoliberalismo atravesó una primera etapa, de índole fundacional, que comenzó hacia 1947, se prolongó aproximadamente treinta años y dio lugar a un cuerpo doctrinario sistemático, muy elaborado y coherente: una ortodoxia neoliberal originaria, que conforma el producto clave de esa etapa.

Su tesis básica, de raigambre neoclásica, es que el mercado constituye el mejor instrumento, el más eficaz para la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades. Un mecanismo de autorregulación que conduciría al óptimo social y que, por ello, resultaría intrínsecamente superior. Por eso, dicha ortodoxia exaltó las virtudes de un Estado mínimo e impugnó vivamente al Estado de Bienestar y, en general, al Estado como dispositivo de redistribución en beneficio de las clases desfavorecidas.

Aquella tesis operó como un principio rector, organizador del conjunto doctrinario. Un principio que perdura hasta la actualidad, si bien con matices. En efecto, ya no se pregona un Estado mínimo, sino un Estado eficaz. E incluso se aceptan ciertas funciones estatales en materia de redistribución.

Sobre esa base, el neoliberalismo originario planteó una agenda de políticas con cuatro ideas-fuerza clave:

• la promoción de un máximum de crecimiento económico (de libre mercado) como objetivo prioritario;

• a su turno, tal propósito demandaría un aumento de la tasa de ganancia del capital privado; y, para ello,

• se requeriría una reducción de los costos salariales, una merma en el costo de la fuerza de trabajo, una bandera neoliberal decisiva y distintiva que, además,

• condujo al auspicio de una firme contención del gasto público social.

Se trata de ideas-fuerza que (como en el caso anterior) persisten hasta el presente, aunque también exhiben algunos matices. Por ejemplo, y como ya se insinuó, el crecimiento sigue siendo el objetivo prioritario (continuidad), pero se lo reputa como insuficiente (cambio). Entonces, despuntan cuatro ideas-fuerza y un principio rector vertebrales, distintivos del modelo que, por su carácter jerarquizado y permanente, ciñen los márgenes de variación y permiten hablar de un mismo paradigma, si bien cambiante: el neoliberal.

ETAPA ESTATAL. PRIMERA FASE

A fines de los ‘70s el neoliberalismo inició su etapa estatal con el advenimiento de las administraciones Thatcher (Gran Bretaña, 1979) y Reagan (EE.UU., 1980). Y en poco tiempo se difundió a buena parte de los gobiernos de Europa occidental y, también, de América Latina, gracias a la crisis de pago de las deudas externas que eclosionó en México en 1982.

Durante ese período inaugural de acceso al Estado (fin de los ‘70s, principios de los ‘80s), breve y altamente expansivo, la doctrina neoliberal originaria vivió suprimera fase de transformación, con dos ámbitos de cambio:

1. Por un lado, fijó los parámetros de un programa de política económica relativamente uniforme y de alcance mundial que, en el caso del Sur y después de Europa oriental, plasmó en los denominados ajustes estructurales, que por encima de sus diferencias nacionales exhiben un diseño común, inspirado en el credo neoliberal. Un diseño que perdura en los ‘90s, si bien con ciertas revisiones.

En los ‘80s, una nota distintiva fue que el mercado mundial pasó a ser considerado como principal mecanismo de asignación de recursos. Como corolario, se produjo un agudo sobreacento en la búsqueda de competitividad (externa). Ello exacerbó la política de deprimir el costo de la fuerza de trabajo y los salarios. El trabajo, pues, retrocedió al papel de una mera mercancía comprada al menor precio posible. Se trata, entonces, de una bandera ortodoxa que persiste en los ‘80s, aunque agudizada; y que continúa

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