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ORIGEN DE LA ORATORIA

jonfrankz20 de Julio de 2011

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ORIGEN DE LA ORATORIA

La oratoria nació en Sicilia y se desarrolló fundamentalmente en Grecia, donde fue considerada un instrumento para alcanzar prestigio y poder político. Había unos profesionales llamados logógrafos que se encargaban de redactar discursos para los tribunales. El más famoso de estos logógrafos fue Lisias. Sin embargo, Isócrates creó una famosa escuela de oratoria en Atenas que tenía un concepto más amplio y patriótico de la misión del orador, que debía ser un hombre instruido y movido por altos ideales éticos a fin de garantizar el progreso del estado. En este tipo de oratoria llegó a considerarse el mejor en su arte Demóstenes.

De Grecia la oratoria pasó a la república romana, donde Marco Tulio Cicerón lo perfeccionó. Sus discursos y tratados de oratoria nos han llegado casi completos. Durante el imperio, sin embargo, la oratoria entró en crisis habida cuenta de su poca utilidad política en un entorno dominado por el emperador, aunque todavía se encontraron grandes expertos en ese arte como Marco Fabio Quintiliano; los doce libros de su Institutio oratoria se consideran la cumbre en cuanto a la teoría del género. Sin embargo, como ha demostrado Ernst Robert Curtius en su Literatura europea y Edad Media latina, la Oratoria influyó poderosamente en el campo de la poesía y la literatura en general pasándole parte de sus recursos expresivos y retorizándola en exceso.

Isocrates

De familia pudiente, Isócrates fue un seguidor, en los aspectos formales, de Gorgias, y en los ideológicos, de Sócrates y Platón. Este último, además, le alabó en el Fedro. Dirigió una escuela de oratoria en la isla de Quíos y, al volver a Atenas, sobre el año 403 adC, trabajó como logógrafo escribiendo discursos judiciales y políticos por encargo; no inició una carrera política, ya que era tímido y con poca voz. Sin embargo, fundó el año 392 adC una importante escuela de oratoria que se hizo muy famosa, no sólo por la eficacia de su instrucción, sino también por el hecho (emanado de su formación socrática y platónica) de incluir en su plan de estudios la educación ética del ciudadano, en lo que se distinguió claramente de sus principales competidores, los sofistas, cuya falta de referentes éticos atacó. La finalidad de esta reforma educativa era en el fondo propiciar una regeneración política, pues Isócrates perseguía la unificación de Grecia como única forma de evitar la invasión de los persas (es la idea central de su famoso Panegírico, compuesto el año 380 adC). El ciclo de estudios de su escuela duraba entre tres y cuatro años y la relación que sostenía con sus estudiantes era íntima y afectuosa, en lo que ayudaba su reducido número (un máximo de nueve) para ejercer una influencia directa en cada uno y dedicar todo el tiempo posible a su formación como hombres políticos. Su propósito era recuperar el esplendor de la cultura griega impulsando por medio de la educación una nueva cultura (paideia) con la intención de reformar la ciudad-estado por medio de sus futuros líderes. Éstos, como factor multiplicador, actuarían como los guías y educadores del resto de la ciudadanía, como única forma de consolidar instituciones fuertes y políticamente tan sanas como los ciudadanos que las formaran; esta fue la semilla del posterior humanismo occidental. En un principio, Isócrates puso sus esperanzas de regeneración en el proyecto político de Filipo II de Macedonia.

Su estilo es fluido, de frase compleja y abundante en antítesis. Educó a los oradores Hipérides, Iseo y Licurgo; sus enseñanzas son también patentes en oradores posteriores como el griego Demóstenes o el romano Cicerón. Falleció víctima de un ayuno voluntario en protesta por la pérdida de la independencia de Grecia el año 338 adC. Se conservan de él 21 discursos y 9 cartas.

Demóstenes nació en el seno de una familia rica de comerciantes, lo que le valió el desprecio de las viejas familias aristocráticas. Su padre, Demóstenes de Peania, en efecto poseía una fábrica de armas. Su madre era de origen escita, por lo que Esquino le reprochará posteriormente. A los 7 años se quedó huérfano. Su padre le dejó una fortuna en fideicomiso, quedando al cuidado de dos familiares, Afobos y Demofón, y de un tal Teripido. Sus tutores dilapidaron su fortuna, ya sea por error de gestión o por mala intención, quedando el joven Demóstenes en extrema pobreza.

A los 16 años asistió a un proceso contra Calistratos en 367 adC, quedando sorprendido por el talento del orador por lo que decide aprender la retórica. Llegar a ser alumno de Isée, otro orador de Ática, especializándose en los problemas de sucesión. Según Plutarco, durante el primer discurso público del joven Demóstenes, la audiencia se burlaba del problema de elocución ( dificultad en pronunciar la R) y de sus gestos torpes.

Aunque continuó la práctica legal privada, a partir de 354 a.C. se interesó cada vez más por los asuntos públicos, haciéndose famoso por sus discursos en los que se dedicó a restablecer el espíritu público en Atenas y a la conservación de la cultura griega en un momento en que el modelo de Ciudad estado se veían amenazado.

Entre sus primeros discursos destaca Para los megalopolitanos (353 a.C.), que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta, tras la debacle de Tebas. Sin embargo, la mayor parte de sus principales discursos estuvieron dirigidos contra el poder creciente del rey Filipo II de Macedonia, a quien veía como una amenaza no sólo para Atenas sino para todas las ciudades-estado griegas.

Su primer discurso contra Filipo, conocido como la Primera Filípica (351 a.C.), tratando de convencer a los atenienses de que le declararan la guerra a Filipo II, no tuvo éxito. Dos años después, para completar su dominio del mar Egeo Filipo marchó contra Olinto, aliado de Atenas y la última ciudad de la Calcídica que le quedaba por dominar. Olinto pidió ayuda a Atenas, y Demóstenes pronunció con tal motivo tres discursos, llamados las Olínticas, en los que solicitó a Atenas ayudar a su aliado.

A pesar de la ayuda ateniense, Olinto fue tomada y destruida. Demóstenes estaba entre los enviados (346 a.C.) para negociar la paz entre Atenas y Filipo. Entre sus discursos de este periodo destacan la Segunda Filípica, el discurso conocido como Sobre la falsa embajada, contra Esquines, orador rival del partido promacedonio, y la Tercera Filípica en la que se exigía una acción resuelta contra Filipo (341 a.C.). En este periodo, en 343 adC., Demóstenes se había convertido en el jefe político ateniense.

En gran parte gracias a los esfuerzos de Demóstenes, el intento de Filipo, en el 340 adC., de capturar Bizancio (actual Estambul) se retrasó. A pesar de una alianza entre Tebas y Atenas, ciudades hostiles entre sí durante largo tiempo, Filipo las derrotó en Queronea en el 338 a.C. Sin embargo, Filipo fue sólo severo con Tebas, la cual pasó a ocupar directamente con gobernantes macedónicos. Atenas fue tratada más magnánimamente, obligándole sólo a que disolviera su liga naval y a que abandonase sus posesiones en Tracia, garantizándole la independencia .

Sin embargo, Demóstenes continuó hablando en contra de Macedonia, incluso tras la derrota de Queronea. No obstante, la existencia en Atenas de un importante partido promacedonio hacía que la posición de Demóstenes estuviese siempre sujeta a oposición. En el 336 adC. Ctesifonte propuso que Atenas honrara a Demóstenes por sus servicios a la ciudad presentándole, según la costumbre, con una corona dorada. Esta propuesta fue usada por Esquines, mediante un tecnicismo legal para procesar a Ctesifonte por haber ofrecido la corona a Demóstenes (330 a.C.). En su brillante discurso Sobre la corona, Demóstenes no sólo defendió a Ctesifonte sino que atacó al partido promacedonio. Ctesifonte fue absuelto y Esquines se vio obligado a exiliarse.

Sin embargo, en el 324 a.C. fue declarado culpable de aceptar un soborno de Harpalo, noble macedonio a quien Alejandro Magno había nombrado gobernador de Babilonia y confiado grandes tesoros y que se había fugado refugiándose en Atenas. Como consecuencia, tuvo que exiliarse.

Un año más tarde, la muerte de Alejandro Magno provocó en toda Grecia una rebelión contra Antípatro, gobernador macedonio de Grecia, hecho que Demóstenes aprovechó para terminar su exilio y entrar triunfalmente en Atenas. Sin embargo, Antípatro consiguió derrotar a los griegos y Démades, jefe en ese momento del partido promacedonio, consiguió que el pueblo votara la condena a muerte de Demóstenes. Huyó a la isla de Calauria, donde se suicidó envenenándose en el templo de Poseidón de Calauria.

Se conservan unos setenta discursos suyos, aunque fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo II. La fuerza de sus discursos y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional.

La Antigüedad le consideró el mayor orador de su tiempo.

CICERON

Marco

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