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ORIGEN DEL BRINDIS


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2013  •  4.722 Palabras (19 Páginas)  •  370 Visitas

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EL ORIGEN DEL BRINDIS

El origen del brindis se remonta a la antigua roma, como símbolo de confianza. El envenenamiento era moneda corriente. Entonces, cuando se llevaba a cabo una celebración, el anfitrión les daba su confianza a sus invitados antes de comenzar a comer y beber. Junto con los comensales, todos levantaban sus copas y las chocaban entre sí, para que sus bebidas se intercambiaran y tener la tranquilidad de que todos bebían lo mismo y no había veneno.

No obstante existen numerosas versiones a cerca de los orígenes del brindis. Algunas relacionadas a pociones, dioses, deseos, entre otras.

¡CHIN CHIN! LOS SECRETOS DE LA CORTESÍA DURANTE EL BRINDIS

Con el paso del tiempo, los cambios y las tradiciones, el brindis llega a ser hoy una manera de expresar buenos deseos o felicitaciones, ya sea acompañado de palabras o no. Se levantan las copas y se entrechocan para luego beber la bebida que contiene.

Si bien el choque entre copas es cuestionado en el ámbito protocolar, cuando me preguntan si es lo que la etiqueta propone, suelo responder que es admisible, ya que se trata de una costumbre social, un acto de urbanidad. Sin embargo solo con el gesto es suficiente.

No me sorprende escuchar, incluso de boca de gente adulta decir “espero a ver qué hace la persona sentada a mi lado para copiar su comportamiento porque yo no se”.

La copa se toma por el tallo, con la mano derecha. Los dedos pulgar e índice toman la copa y el resto de los dedos acompañan el índice. La copa se levanta hasta la altura de la boca y se aleja del cuerpo. El brazo se abre unos 150 grados, nunca debe estirarse por completo ni moverse demasiado hacia el costado de su cuerpo. Si desea brindar con una persona que se encuentra lejos (en del otro lado de la mesa), desde su lugar ofrézcale el gesto del brindis con una mirada a los ojos, una sonrisa y si lo desea un ademán con la cabeza aunque este último podría ser demasiado ceremonioso. Recuerde el aplomo y la serenidad, no importe la cantidad de gente que se encuentre. Debe hacer del brindis un instante cálido y feliz.

La mirada a los ojos, por supuesto, es una norma. Sin embargo, en el momento puntual de beber, los ojos deben estar concentrados en el fondo de la copa. Cortesía y discreción.

UNAS PALABRAS, POR FAVOR…

“Chin chin”, “salud”, “¡viva los novios!”, “por este día tan especial”, son algunas de las expresiones más pronunciadas al levantar las copas. Por supuesto que deben ser siempre acompañadas con una sonrisa sincera y cálida y naturalidad.

Pero ¿cómo hace si le toca decir unas palabras en honor al evento, al homenajeado o a los anfitriones? No sienta vergüenza ni impotencia. Aprenda de antemano cómo debe ser y no se limite a expresar sus mejores deseos de felicidad.

Si le avisan con anterioridad que dirá “unas palabras”, mucho mejor. Será previsor y preparará unas palabras con tiempo, para evitar improvisaciones. Si la idea de hablar lo toma por sorpresa, entonces le sugiero:

Póngase de pie con su copa en la mano. No la deje en la mesa, a no ser que sea necesario porque tenga un micrófono por ejemplo. Mire hacia la persona homenajeada (la persona por la que se brinda o hacia el invitado de honor si el brindis no se dirige a nadie en concreto) y comience a hablar. Si es necesario preséntese (brevemente, quien es y la relación que guarda con el evento o con la persona a quien dirige el brindis). Debe hacer hincapié en el evento o la persona a la que se dirige sin proclamas innecesarias. Ser breves, un minuto es tiempo suficiente para un brindis. Termine con una frase positiva y la indicación que el brindis ya se termina por ejemplo “brindemos por la felicidad de…”. Levante su copa hacia todos los presentes e inclínela hacia la persona a quien le dedicó el brindis para finalmente beber un poquito de su copa.

Cuando otra persona da unas palabras, todos la escuchan, finalmente levantan sus copas. Cuando alguien da unas palabras para usted porque usted es el invitado de honor, debe permanecer sentado sin levantar su copa. Cuando el orador finaliza sus palabras usted de las gracias y levante su copa para después beber.

Si conoce el comportamiento adecuado no sentirá vergüenza, tampoco límites para desenvolverse. Lo hará con mayor seguridad y espontaneidad y quizás disfrute mejor de una celebración, haga sus conversaciones amenas y su momento armonioso y llevadero.

LA POSTURA CORRECTA CÓMO SENTARSE

Cuando nos sentamos a la mesa, lo primero que debemos hacer es mover la silla, sin arrastrarla.

CÓMO SENTARSE DE FORMA CORRECTA.

Cuántas veces hemos dicho o escuchado las palabras:¡Siéntate bien!, esa no es forma de sentarse a la mesa. Pero algunos parece que apenas han aprendido la lección; solo hay que observar a los invitados en muchos eventos.

Cuando nos sentamos a la mesa, lo primero que debemos hacer es mover la silla, sin arrastrarla, siempre que sea posible (a veces las sillas son demasiado pesadas para poderlas levantar).

Si a nuestro lado tenemos una señora como compañera de mesa será todo un detalle que le mueva usted la silla y le invite a sentarse.

Una vez sentados la espalda debe permanecer en línea recta apoyada en el respaldo de la silla, que para eso lo tiene. Ahora bien, tampoco debemos parecer el "palo de una escoba", optando por una postura demasiado rígida. Hay que saber tener un cierto margen entre una postura rígida y una desgarbada.

Durante toda la comida hay que tratar de mantener una cierta "compostura"que decían nuestros padres; esto no significa que tengamos que comportarnos como un "robot". Se puede estar bien sentado y actuar de forma natural.

Aunque no se vean, no se cruzan las piernas cuando estamos sentados a la mesa. Ni los hombres ni las mujeres. Los seguidores del protocolo más estricto, tampoco admiten que se crucen en otras ocasiones.

Cuando estamos de tertulia, tomando un café o el té, etc. como decimos, los más "conservadores" no admiten que ni los caballeros ni las damas crucen las piernas. La postura correcta, "de libro", es con la piernas ligeramente separadas y los pies apoyados en el suelo.

Esta postura, sin las piernas cruzadas, corre el peligro de los despistes y el relajo, dando ocasión a posturas realmente "comprometidas"

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