Obesidad Infantil

Las cifras de sobrepeso y obesidad en todos los grupos poblacionales constituyen una problemática creciente en todo el mundo, y que tiene un carácter aún más crítico en la población infantil; sin embargo, hace falta destacar que tanto en sus desencadenantes como en sus consecuencias subyacen profundas e injustas inequidades.

La obesidad, es decir, el exceso de peso corporal en forma de tejido adiposo, representa una condición que, por su carácter epidémico y consecuencias negativas en el bienestar individual y poblacional, preocupa o debería preocupar a todos los sectores comprometidos con las comunidades. La explicación más generalizada en relación a su ocurrencia suele presentarse como un desajuste entre la ingesta alimentaria y el gasto energético, que, ante un saldo positivo en la primera, se produce la ganancia de peso y así de paso, la responsabilidad queda asignada a quien la sufre.

Sin embargo, cada vez se hace más evidente que además de las decisiones individuales, también se asocian con el aumento en la prevalencia de la obesidad infantil las diferencias regionales, sociales, culturales, comerciales, educativas, económicas, todas ellas en un marco de políticas públicas poco coordinadas y alejadas de la realidad cotidiana de gran parte de la población.

En relación a la ingesta alimentaria, los procesos de transición asociados al desarrollo tecnológico, marco político y de acuerdos internacionales, favorecen en los países en desarrollo una mayor disponibilidad de alimentos procesados baratos. Aunque esto ha facilitado el acceso de la población menos favorecida a alimentos tales como los aceites vegetales, también ha encaminado la alimentación hacia el consumo de dietas con alto contenido en grasas, azúcares y sal, lo que en conjunto representa una dieta basada en alimentos de baja calidad nutricional, que en Colombia representa un aumento promedio en la ingesta calórica hasta de 250 kcal/persona/día. En este sentido, resulta innegable que el efecto sobre el estado nutricional de una gaseosa de 350cc que aporta 172 calorías, sea diferente al obtenido por 282cc de leche que aportan la misma cantidad de calorías, además de otros macro y micronutrientes.

Por su parte, las condiciones de pobreza en las cuales vive buena parte de la población latinoamericana coinciden con malas condiciones de seguridad y escaso o nulo acceso a instalaciones deportivas o recreativas cercanas a las viviendas, lo cual favorece el sedentarismo y hace que la televisión se convierta en el principal medio de entretenimiento, pero al mismo tiempo de exposición a los mensajes publicitarios de la industria alimentaria, en los que se incentivan especialmente los productos de baja calidad nutricional mencionados arriba. A su vez, la población con mayores accesos a desarrollos tecnológicos y dispositivos electrónicos, opta por este tipo de actividades para el entretenimiento de la población infantil, favoreciendo de nuevo la conducta sedentaria y la ganancia de peso, que aunque también conlleva a la obesidad, el reflejo de la inequidad social resulta totalmente diferente.

Colombia no es ajena a esta situación y mediante la Ley 1355 de 2009 reconoce la importancia de la problemática en el país y define las estrategias para promover: una alimentación balanceada y saludable, la actividad física, así como una serie de acciones “…que propendan por ambientes saludables dirigidos a promover una alimentación balanceada y saludable de la población colombiana en especial de niños y adolescentes, haciendo énfasis en la generación de ambientes saludables”. Sin embargo, esta ley ha tenido un escaso cumplimiento, frente a lo cual urge un mayor compromiso por parte del gobierno, control político por parte del congreso, y especialmente, del empoderamiento y participación de la sociedad civil.

El desarrollo de acciones efectivas

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