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PARADOJA DE LA COMUNICACION


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  918 Palabras (4 Páginas)  •  557 Visitas

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LUNES, 11 DE MARZO DE 2013

La paradoja de la era de la comunicación

Desde hace varios años hemos estado notando, e incluso participando, de un fenómeno muy peculiar. Si estás leyendo esto es porque eres parte de un gran porcentaje de la población mundial que tiene acceso a internet, a las redes sociales, y muy probablemente cuentas con teléfono celular. La tecnología en el campo de las comunicaciones ha avanzado a pasos agigantados, cual masa de nieve que conforma una avalancha, y no es posible detenerla. Todos gozamos de sus beneficios, de eso no nos quejamos, pero de unos meses para aquí me cuestiono ampliamente sobre la “inteligencia” de los aparatos que tenemos: “teléfonos inteligentes”, “Televisiones inteligentes”… ¡sabrán que ya hay hasta refrigeradores inteligentes! La cuestión no es qué tan inteligente dice ser el mentado aparato, sino qué tanto lo es el ser humano que los usa.

Quiero hacer un recuento, desde mi perspectiva personal y particular, de las cosas que veo que acontecen. Es usual ver en la calle, en el bus y en el metro, jóvenes y no tan jóvenes con audífonos pegados a las orejas (de todas formas, tamaños y colores). Antes de llevarte el primer bocado, es imperativo tomarle una foto para subirla al twitter o instagram. Los sentimientos más dfíciles de sacar o las indirectas más deseadas de decir son expresadas en las redes sociales. Al visitar un nuevo lugar, ya no se disfruta la presencia ahí, lo que más importa es la foto “pa’l feis” que haga constar que estuve ahí, aunque no lo haya disfrutado realmente. En las reuniones de amigos o familiares, hay que estar batallando por la atención de unos o de otros que se encuentran prácticamente entrometidos en los whatsapp’s, los dm’s o los inbox…

He titulado este blog con la palabra paradoja pues me parece que es lo que vivimos: la tecnología nos ofrece (o nos vende) la idea de estar más comunicado, pero en realidad estamos cada vez menos comunicados… estamos comunicados con gente de otros países, pero estamos incomunicados con nuestros vecinos; tenemos en whatsapp a nuestros amigos, pero poco hacemos por acercarnos a ellos; estamos en contacto con nuestros papás por SMS, pero qué poca atención le damos en ocasiones; tenemos 900 amigos en FB y 400 seguidores en TT, pero pocas veces les vemos su “face” o su jeta; tenemos a la mano mucha información de internet, pero optamos por copiar y pegar de “el rincón del vago”, “monografías.com” o en el peor de los casos, Wikipedia; podemos descargar miles de libros en pdf, pero preferimos leer los chismes de las redes sociales…

La paradoja entonces es que mientras más comunicados estamos, más solitarios estamos. Aclaro de una vez por todas que no estoy en contra de la tecnología y sus avances; una opinión así sería realmente retrógrada. Lo que quiero expresar y de alguna manera denunciar, es el abuso que en ocasiones hacemos de ella, pues esto está haciendo peligrar grandes experiencias de la vida, esas que sólo se disfrutan sin la mediación de la tecnología: contemplar un paisaje, caminar por la playa, disfrutar un atardecer, andar en bici por Reforma o Paseo Montejo, compartir un buen café con un amigo, conversar con alguien, una reta de futbol, orar...

Comentaba al principio sobre el adjetivo “inteligente” que se le ha puesto a muchos dispositivos. Es maravilloso lo que pueden hacer algunos aparatos, habemos de reconocerlo; pero así como la película “Un día sin mexicanos” planteaba una situación conflictiva al ausentarse la población que realmente hacía funcionar un sector del vecino país, sería interesante hacernos la pregunta y reflexionar sobre qué pasaría un día sin tecnología, redes sociales y aparatos inteligentes… ¿seríamos capaces de hacer notar por qué nos denominamos homo sapiens, es decir, hombre que piensa?

La invitación que planteo es a vivir libre: libre de cualquier tipo de atadura. Poseer las cosas, y no que las cosas nos posean. Aquí cabe perfectamente el principio del “tanto cuanto” de san Ignacio de Loyola, de quien me declaro su “fans”. La reglita dice: El hombre puede utilizar todas las cosas que hay en el mundo tanto cuanto le ayuden para su fin, y de la misma manera apartarse de ellas en cuanto se lo impidan. Es notable que san Ignacio escribiera esto cuando aún no había ni celulares ni tablets, y sin embargo, ¡qué actual sigue siendo su principio! ¡y qué útil nos puede ser en esta época en la cual la tecnología amenaza con alejarnos de nuestros fines más legítimos!

En ejemplos: si usar las redes sociales te ayuda para difundir una buena noticia u organizar un momento para convivir, adelante; si es un desahogo o medio para lanzar indirectas o para simular una vida social, cuidado. Si el whatsapp y el viber te permiten ahorrar una buena cantidad en mensajes y llamadas, y localizar a alguien con urgencia, bien; pero si sólo es un pretexto para evadir el ambiente, cuidado. Si el facetime o el skype te permiten acortar la distancia entre tus seres queridos cuando éstos se encuentran lejos, chido; pero si ni siquiera volteas a ver a quienes en realidad te rodean físicamente, cuidado… hay que aprender a utilizar las cosas para alcanzar nuestros fines, y no que las cosas nos posean o utilicen, y en este sentido, aprender a ser indiferentes (otro concepto ignaciano) a las cosas que no nos ayuden.

A manera de síntesis y conclusión, les dejo un video que expresa muy bien lo que he querido decir. La invitación queda abierta. Buena semana

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