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PSICOLOGÍA DE LOS COLORES: EL COLOR VIOLETA


Enviado por   •  5 de Abril de 2015  •  2.157 Palabras (9 Páginas)  •  126 Visitas

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PSICOLOGÍA DE LOS COLORES: EL COLOR VIOLETA

Se dice de las personas amantes del color violeta que tienen mentes libres de prejuicios y se separan de los dogmas establecidos, que les gusta la magia, y que tratan de disfrutar al máximo de los cristalinos sentimientos del corazón. Vamos a descubrir éstas y otras afirmaciones y curiosidades sobre el violeta.

El violeta es un color mixto que se origina mezclando el rojo y el azul, y es esta cualidad de color mixto la que asigna al violeta sus sentimientos ambivalentes. En ningún otro color se unen cualidades tan opuestas como en el violeta, ya que representa la mezcla de lo masculino con lo femenino (rojo y azul), y de la sensualidad con la espiritualidad. La unión de estos significados contrarios es lo que determina el simbolismo del color violeta y todo lo que representa.

Es por ello importante distinguir entre dos tonalidades principales: el violeta amatista y el violeta púrpura. El violeta amatista es un color relajante y sutil al que se le asocia una gran fuerza espiritual y una especial sensibilidad, y que además suele tener un efecto calmante y de control sobre personas irritadas o irritables. Sin embargo, al violeta púrpura, se le asocian cualidades como egocentrismo, ansia de poder y materialismo.

El Violeta Púrpura

Resulta curiosa la proximidad fonética entre las palabras violeta y violencia, y es bastante probable que esta relación tenga que ver con el color púrpura ya que, históricamente, el púrpura violado era el color de los poderosos. Debido a esto el color violeta se convirtió, junto al nombre de la púrpura, en el color del poder y la violencia.

La púrpura antigua se hacía con la tinta de un molusco que vive en el mar, y que tiene una concha de rayas pardas y blancas adornada por multitud de pinchos con una cola en forma de tubo. Este molusco se encuentra por todo el mar Mediterráneo y, a día de hoy, todavía se vende en los mercados aunque ya no para teñir con él, sino para comerlo, pues se trata de un apreciado marisco.

Para obtener el púrpura se necesita la mucosidad incolora que segrega el molusco y que contiene el principio del tinte. Lo que hacían era llenar calderas con estos moluscos y dejar que se pudrieran, con lo que obtenían mucha más mucosidad además de un olor insoportable por el que las ciudades tintoreras eran famosas (por ejemplo las ciudades Fenicias de Tiro y Sidón, actualmente ciudades del Líbano). Lo siguiente era poner las calderas de moluscos podridos al fuego durante diez días con lo que el olor aumentaba y el líquido se reducía: 100 litros de éste líquido se quedaban en 5 litros de extracto. Este extracto era turbio y amarillento, el mismo tono que adquirían los tejidos de lana y de seda después de sumergirlos en él. Por último ponían estos tejidos a secar al sol, y el amarillo sucio iba transformándose primero en verde, después en rojo y finalmente en violeta -el color púrpura-.

Este púrpura obtenido era muy estable bajo los efectos de la luz (al ser resultado de la acción de ésta) y por eso se convirtió, en aquellos tiempos en que casi todos los tintes se descoloraban, en el símbolo de la eternidad. Los diferentes tonos del púrpura dependían de otras sustancias que los tintoreros añadían pero sobretodo de las variedades de los moluscos que empleaban (hay diversas especies muy similares).

Algunas tribus indias de México todavía tiñen hoy con este tipo de moluscos que allí viven en los acantilados. Ponen los moluscos sobre hilos mojados con agua de mar y dejan caer gota a gota sobre ellos zumo de limón para que segreguen su mucosidad. Los hilos son puestos luego al sol y se quedan teñidos en pocos minutos.

Símbolo de Poder

La preparación de una vestidura púrpura duraba años: a través de las rutas de las caravanas se transportaba la seda de China a Damasco, en Siria, y allí la tejían los mejores tejedores de seda del mundo. Después se llevaban los tejidos a Tiro, en Fenicia, donde se teñían de púrpura. De Tiro partían luego las telas teñidas hacia Alejandría, en Egipto, donde eran bordadas en oro.

En el imperio romano sólo el emperador, su esposa y el heredero podían llevar túnicas de color púrpura. A los ministros y altos funcionarios se les permitía llevar sólo una orla púrpura en la túnica. Llevar algo de color púrpura sin estar autorizado estaba castigado con la pena de muerte.

En los mosaicos de San Vital en Rávena (Italia), que muestran al emperador Justiniano con su corte, se puede reconocer la importancia de cada persona por la cantidad de color púrpura que lleva. Solo el emperador aparece vestido totalmente de este color.

El púrpura siguió siendo el color del poder mientras hubo púrpura auténtico. Las telas teñidas llegaban a occidente sólo como regalos de los emperadores bizantinos (el manto púrpura que llevó Carlomagno cuando fue coronado era un regalo de Bizancio). Pero, desde 1453, cuando Constantinopla fue conquistada por los turcos, la púrpura desapareció. Las tintorerías imperiales fueron destruidas y los tintoreros asesinados.

El ocaso del imperio Romano de Oriente fue también el fin del teñido con púrpura de molusco y desde entonces fue el carmesí, el tinte rojo de los kermes, el color más preciado. Así es como el púrpura se volvió rojo.

Teología, Penitencia y Humildad

Históricamente existe una relación muy estrecha entre el color violeta y la teología:

• La única institución pública cuyos ministros visten de violeta es la Iglesia Católica. El violeta es el color de obispos y prelados, cuyas sotanas, en los actos oficiales, son de color morado. Pero también en sus sotanas negras de diario se reconoce su rango: las de los obispos tiene botones violetas y la de los cardenales botones rojos.

• Como color litúrgico, el violeta es también el color de la penitencia. En el acto de la confesión, el sacerdote lleva una estola violeta y los confesionarios tienen casi todos cortinas de color violeta.

• En el simbolismo cristiano, el violeta también es el color de la humildad. La contradicción evidente de esto con el simbolismo del violeta como color del poder, la resolvió la Iglesia de esta manera: los soberanos gobiernan mediante la fuerza, mientras que los cardenales y la Iglesia lo hacen mediante la humildad. De acuerdo con ello la violeta se convirtió en la flor simbólica de la modestia.

• Cuando los profesores de las universidades aún llevaban trajes talares, los de teología llevaban además, en los actos oficiales,

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