¿Padres contra profesores o todo lo contrario?
sam21thacEnsayo23 de Abril de 2020
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Por Carlos Arroyo, ha sido maestro toda su vida, es columnista del periódico EL PAÍS y director del Instituto Universitario de Posgrado. Está convencido de que educar bien, es parte esencial de la vida. Es autor de diversos libros de ayuda al estudiante.
Mi objetivo en este artículo es demostrar (como si fuera necesario…) que los padres necesitamos a los profesores, los profesores a los padres y nuestros hijos a ambos. Dicho de otro modo, que los tres, tenemos que unir fuerzas en beneficio no del sistema educativo en sí, no del docente, no de los padres, no para el bienestar social, no. No es por eso, o no solo por eso. Es en beneficio de nuestros hijos. Y tampoco es para que saquen diez, no. Es para algo más importante: para ser mejores personas después de pasar por los salones de clase, para enseñarse a defenderse, tener un futuro mejor y ser humanos educados y valiosos.
Qué necesitamos para que nos pongamos de acuerdo y trabajemos con un mismo objetivo: ¡educar a tus hijos!
1. Para que profesores y padres puedan unir fuerzas en beneficio de nuestros jóvenes, necesitamos profesores que tengan realmente interés por los alumnos, que sientan una cierta vinculación emocional con ellos, que los conozcan psicológica e intelectualmente, que se sientan responsables de su marcha (no únicos, por supuesto) y que dispongan de un conocimiento básico del entorno en el que viven.
2. Necesitamos padres que tengan cierta capacidad autocrítica, que estén muy abiertos a opiniones externas, que amen a sus hijos, pero no cierren los ojos, incondicionalmente con el fin de protegerlos y que tengan una confianza básica en la escuela, (a pesar de sus carencias o limitaciones).
3. Necesitamos llegar a acuerdos de forma equilibrada, cimentados en una estricta disciplina (no hay otra manera para educar), profesores y familias, estableciendo un marco de convivencia basado en dos prioridades: respeto y unidad férrea, enfocados a formar chicos disciplinados, con valores, educados y fortalecidos en conocimientos. Todo con miras a su proyecto de vida profesional y personal.
Los papeles de padres y profesores son, como queda dicho, complementarios en muchos aspectos. En términos muy generales:
• Los profesores son más objetivos (y aceleradores de procesos educativos y de formación); los padres más subjetivos (motivadores, porristas);
• Los profesores son respetuosos, pero no protectores; los padres, más bien alcahuetes e incondicionales;
• Los profesores conocen bien el oficio y algo peor, “a los alumnos en grupo”; la mayoría de los padres (a pesar de sus recuerdos escolares) sólo conocen bien a su hijo, en individual (esa mini visión no ayuda).
• Los profesores deben desarrollar un ambiente de disciplina y control, ya que son muchos alumnos, deben respetar reglas para poder tener una convivencia sana; mientras que en su casa son los reyes, su actuar impacta a pocos o a nadie, los padres tienen en casa el ambiente que merecen (o que han construido).
2. Compartir valores y reglas de comportamiento, consolida su aceptación y que los hijos los lleven a la práctica. Algo que ellos ven y aprenden en dos lugares tan diversos como la escuela y el hogar, permite a padres y docentes unir fuerzas y trabajar en equipo.
3. El respeto sincero y explícito de los padres respecto a la escuela y su personal, permite a los docentes, reforzar en las jóvenes pautas de comportamiento e integración en una sociedad competitiva, demandante, fuerte. Cuando en una entrevista, ustedes gritan, nos menosprecian o insultan, ahí entendemos perfectamente por qué ese alumno también lo hace. Los modales de los alumnos son reflejo de los de sus padres. ¡MI HIJO, MI ESPEJO!
En el camino académico de tu hijo, tendrán buenos y malos maestros, vivirán injusticias y satisfacciones, tendrán éxitos y fracasos… (así nos formamos los
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