Percepciones limitadas del espacio cotidiano
Stefany OrtizMonografía30 de Octubre de 2017
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¿Qué es privacidad? Para mí no es más que una cruel broma condicionada por aquel que la expresa, porque cuando los cuatro guardianes estructurales de tu entorno se convierten en carceleros, el espacio solo se expresa en una añoranza.
Pintados de un color claro, imitan la calidez que seis personas transmiten en una pequeña construcción tan corrupta como aquella mujer simplona que se pavonea de su posesión, pero aquí dentro de este recinto no se conocen los beneficios de la soledad. Corporalmente nunca he morado sola dentro del espacio que se me ha consentido, a mi lado una pequeña mente ya en formación tan infantil, tan inocente ha sido mi compañía en el cerrado confín.
Sin embargo, conozco la soledad, dentro de mi abunda con su dolorosa presencia; yo soy el ejemplo aquella que fue forjada como el modelo a seguir, no de una sola persona; mi deber es guiar y concederle a dos luces vivaces lo mejor que tengo.
Y al final ¿Qué hay de mí? Limitar a una persona a mostrarse en determinada manera puede romperla, aislarla, porque en aquella cárcel cada muestra de expresión individual debe ser eliminada, hay que conservar la calma del lugar, no pueden existir las alteraciones, las creencias preestablecidas así lo dictan.
Odio a estas paredes y sobre todo a mi limitado espacio, pero no a aquellos con quien lo comparto, son mi luz cuando el abismo doloroso llega entonces el reducido espacio se llena de risas, discusiones fraternas y escandalosos juegos ¿Me conocen entonces?
No, aquello que me permito revelar no es más que una máscara hecha para conservar la rectitud y el camino que llevan todos dentro de la prisión, cuando el día llega a su fin solo hay un refugio, uno que no aparenta la infantil feminidad de aquella que reposa a mi lado; entonces permito que el abismo me consuma llevándome a mundos donde la fantasía es el mayor gozo, donde sus palabras planas transmiten la calma, destruyendo las máscaras que protegen y ahogándome en sus contenidos.
No hay como describir el placer que mi “yo” real encuentra en esas viejas y apiladas montañas de papel dentro de la cárcel, me pertenecen, no hay reglas en sus mundos, no hay necesidad de esconderse porque nadie vigila sus contenidos. Aquellas fuerzas oscuras de magias inimaginables que transmiten conocimientos y esperanzas, son las que me hacen saber que no estoy completamente vacía, me dan un poco de su persona para poder construir mi actuación el día siguiente.
Sin embargo su reinado es pobre, mantener en pie el acto de “normalidad” creado para ceder ante las dictaduras sociales agota, me deja colapsada y el placer de reunirme con mis combatientes literarios dura tan poco, es tan efímero como un respiro ¿existe otro refugio? Con una posibilidad tan baja que es irreal, lo hay.
Este, no se oculta detrás de portadas de colores o letras finas, no, su existencia es mantenida a plena vista; un regalo otorgado con el supuesto poder académico, su roja y vivaz forma oculta los más retorcidos secretos de una web contenida, una web que es maltrecha por aquel que la usa. También inhabilitado físicamente, pues no llega muy lejos sin nutrir su fuente eléctrica; contiene no solo sueños, miedos, realizaciones y desgracias de una mujer que joven se esfuerza por mantener su fachada.
Mis dos refugios, bellezas materiales inútiles para muchos, un escape personal no corpóreo, sin condiciones, sin crueles y fríos juicios; aquello que no es alcanzable para los demás.
¿Que tanto han escuchado aliados míos? ¿Qué tanto de mi vive en ustedes? Las narraciones de todas las experiencias albergadas en su interior colmarían la cabeza de un espectador ignorante, la frialdad que está reflejada desde un corazón inexperto y herido dentro de lugares aparentemente tan pequeños, tan mínimos, tan frágiles que no podrán nunca entonces ser revelados.
Entonces esta cruel broma
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