Personalidad Creativa
Enviado por • 13 de Agosto de 2013 • 856 Palabras (4 Páginas) • 263 Visitas
LA PERSONALIDAD CREATIVA
Así como las naciones buscan proponer modelos de buenos ciudadanos (los
héroes nacionales), y las religiones occidentales modelos de buenos
cristianos (los santos), a todas las personas interesadas en desarrollar su
propia creatividad les interesa también tener modelos, o eventualmente
descubrir el tipo ideal de la persona creativa. ¿Cómo es ésta en su versión
más cabal?: ¿pasional o tranquila?, ¿idealista o realista?, ¿equilibrada o
neurótica?, ¿conservadora revolucionaria?, o ¿social o introvertida?, ¿seria u
solemne, o sencilla e informal?
Es interesantísimo analizar las biografías de los maestros. Un recorrido por la
galería de los héroes y de los santos de la creatividad nos ofrece el material
más heterogéneo. La variedad de personalidades recorre desde Van Gogh
hasta Newton; desde Mahoma hasta Madame Curie; desde Henry Ford hasta
Rubén Darío… Pero indudablemente existe una especie de común
denominador en las personas de eminente creatividad. Están en juego no
sólo cualidades lo cognoscitivo, sino también lo afectivo, lo volitivo y lo social;
no sólo la corteza cerebral, sino también el sistema límbico.
Repasaremos estos tres aspectos: cognoscitivo, afectivo y volitivo.
1. CARACTERISTICAS COGNOSCITIVAS
Fineza de percepción. Porque la percepción provee la materia para el
trabajo del pensamiento. El sujeto es buen observador y sabe captar al
mismo tiempo los detalles y las situación es globales. Es un tipo
concientizado en el sentido más genuino.
Capacidad intuitiva. La intuición es una percepción completa, íntima e
instantánea de realidades complejas; es una forma de pensamiento en la
cual el manejo de los datos es más inconsciente que consciente.
Imaginación. Elabora y remodela los materiales que ingresaron a la psique a
través de la percepción sensorial. Pero no se trata de la imaginación que
vuelva loca (como sucede con los castillos en el aire), sino de una
imaginación que vuelva y aterriza una y otra vez, o si quiere, de una fantasía
ligada a la realidad por un grueso cordón umbilical.
Capacidad crítica. Permite distinguir entre la información y la fuente de ésta.
Es el polo opuesto del conformismo intelectual que con la fuerza de un hábito
inveterado tiende a averiguar cuál es la autoridad social emisor y por
principio se somete a ella. Paradójicamente, está actitud crítica casa muy
bien con la receptividad a nuevas ideas y con la humildad intelectual, que
hace al sujeto dispuesto siempre a ser enseñando por la realidad, y a
rectificar y cambiar de opinión siempre que sea necesario.
Éste sería el lugar para discutir un problema que apasiona a muchos: las
relaciones entre inteligencia y creatividad. ¿La elevada inteligencia implica
siempre gran creatividad, y viceversa?
Se han realizado diversos estudios para esclarecer estas correlaciones. Por
principio de cuentas, la creatividad requiere dotes de carácter que, en sí,
tienen poco de intelectual. Un conformista y comodino podrá ser muy
inteligente y no será creativo. Rensis Likert reporta un estudio sobre
personas con un coeficiente intelectual (CI)
Altísimo: 140. Pues bien, sólo la tercera parte de estos sujetos eran
calificados como creativos.
La naturaleza práctica y o erudita del presente libro nos desaconseja
adentrarnos en profundidad en la cuestión. Digamos sólo que una conclusión
bastante segura es que la inteligencia superior, la que permite excelentes
calificaciones en los estudios, no garantiza elevada creatividad, pero que la
premisa recíproca se es verdadera: si eres notablemente creativo, eres
además inteligente.
Curiosidad intelectual. Apertura a la experiencia, flexibilidad de la mente, que
no se deja encerrar en las rutinas estrechas y áridas de lo ya conocido y de
lo ya sabido. Aunque se tiende a creer que esta capacidad es innata, lo cierto
es que en buena medida se educa y se aprende.
Las personas creativas viven en constante cuestionamiento. Uno de los
tantos parecidos entre el genio y el niño es que ambos tienen en alto agrado
la capacidad de asombrarse y de preguntar una y mil veces:¿por qué?
¡Cuántos de los descubrimientos al parecer casuales obedecieron a esta
actitud! Arquímedes, mientras se baña, experimenta la iluminación sobre las
leyes del equilibrio de los líquidos y la fórmula para saber si una corona es
realmente de oro o es falsa. Charles Goodyear observa una mezcla de azufre
y goma que por descuido ha caído en un horno, y descubre el proceso de la
vulcanización. Jacques Daguerre observa cómo se ha grabado la imagen de
una cuchara en una superficie de metal tratada con yodo, y descubre el
modo de fijar las imágenes formadas en la cámara oscura (fotografía).
Wilhem Rontgen advierte que una sales de bario fosforecen al encender un
tubo de Crookes, a pesar de haber un cartón negro interpuesto entre ambos,
y descubre los rayos X. John Tyndall, al detectar partículas móviles en un
haz luminoso dentro de un cuarto oscuro, encuentra el apoyo para explicar el
movimiento coloidal. Alexander Fleming ve que un cultivo de bacterias
dejado por descuido se contamina con hongos, y que los hongos matan a las
bacterias; así descubre los antibióticos.
Galileo ante la lámpara de la catedral de Pisa, y Edison observando como las
imágenes que se mueven con rapidez son percibidas en forma diferente y
especial, también realizaron grandes descubrimiento. Mil otros hallaron
soluciones geniales a partir de hechos sencillos y comunes, porque vivían en
profundos cuestionamientos.
Cerremos la lista con un ejemplo nacional. Se dice que el mole poblano fue
inventado accidentalmente por una monja, en una ocasión en que cayó un
poco de chocolate en la salsa para le pavo. Se confirma una y cien veces la
advertencia de Pasteur: “La casualidad sólo favorece a los espíritus
preparados”, y también la de la Edison: “ El genio consiste en un dos por
ciento de inspiración y en un 98 de transpiración”.
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