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Peña Nieto Se Roba El Dinero De Los Mexicanos


Enviado por   •  30 de Enero de 2015  •  7.944 Palabras (32 Páginas)  •  305 Visitas

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los mexicanos somos revolucionarios por herencia por lo que no veo porque en esta etapa de supuesto crecimiento a nivel sociedad de conocimientos estamos peores a cuando eran épocas donde todos vivían igual y tenían los mismos derechos.Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su análisis sobre el caudillaje político en El Príncipe.

En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el investigador histórico y el analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo situarse entre la más bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y de la literatura universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive intensamente los acontecimientos políticos de su época, no riñe con el observador que luego los mide y los confronta con su visión del Estado y de la naturaleza humana.

Tema y Argumento

En esta obra se plantea una necesidad de cambio en la política de gobierno de Lorenzo de Médicis, el cual para conseguir una Italia unida, debería seguir los consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son extraídos de la observación y se deberían basar en realidades.

El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la cambiante e inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado. Es este arte la política del gobernante, y ha de estar exento de toda norma. El bien común radica en el poder y en la fuerza del estado, y no es subordinable en ningún caso a fines particulares (por muy sublimes que se consideren). Así el Estado podrá articular las relaciones sociales, garantizando que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes. Solo así se logra el bien común, y todo lo que atente contra él puede ser rechazado, siendo cualquier medio lícito.

Podemos dividir el texto en diversos bloques atendiendo al contenido de cada uno de ellos. Así tendríamos un primer bloque que iría desde el capítulo I hasta el XI, donde se analizan la naturaleza y clases de principados como las condiciones para crearlos, consolidarlos y mantenerlos. Contiene definiciones de términos políticos.

Un segundo bloque serían los capítulos XII y XIV que tratan sobre el aparato militar, en ellos se aborda los riesgos inherentes a las tropas mercenarias tan habituales en su época y sobre las obligaciones del príncipe.

El tercer bloque que engloba desde los capítulos XV hasta XXIII, reflexiona en torno a las cualidades que deben guiar las acciones de los príncipes, los recursos psicológicos que debe atesorar el príncipe moderno para conservar el poder y sentar las bases de la dominación social sobre sus súbditos. Constituye este bloque la parte más universal y atemporal del discurso y sobre la que se han intentado fundamentar más las críticas morales a la obra a partir de la concepción maquiaveliana de la dialéctica entre medios y fines.

El cuarto bloque serían los capítulos tres últimos capítulos (XXIV hasta XXVI), que vendrían a ser la traducción de la crisis italiana de los aspectos anteriormente descritos. Es aquí donde toda la articulación teórica del texto alcanza su plenitud y se invoca al príncipe nuevo que levante desde su “virtud” el orden también nuevo que la necesidad histórica reclama.

La innovación de “El Príncipe” no se trata pues del tema, sino del contenido y del método de análisis: es una reflexión teórica que indaga rigurosamente la realidad tal como es y no como (moralística e idealmente) nos imaginamos que debería ser.

Los problemas que afronta Maquiavelo no son problemas abstractos que se ponen en el plano de las categorías universales (moral, religión…) sino problemas unidos a la solución de una situación política concreta. Por esto “El Príncipe” se centra en la figura del príncipe nuevo como la única que pueda deshacer de manera adecuada la compleja trama de la crisis italiana.

Por lo tanto el Estado, es la única fuerza sobre la que apoyarse, y el hombre (malvado por naturaleza, sin ninguna virtud sobre la que alzarse) se reduce a ser “ciudadano”, un simple “animal político”, al cual se puede juzgar por su grado de sociabilidad y por sus virtudes cívicas.

La obra de Maquiavelo es una teoría del Estado, es decir de las formas de organización que permiten al hombre (venciendo su egoísmo instintivo) vivir en sociedad, vivir sin que el bueno pueda ser aplastado por el malo. De ahí su insistencia en el término “virtud” ya que le da un nuevo significado con una nueva carga moral (vitalidad, energía…). Esta virtud es la que distingue al verdadero hombre, al ciudadano, al hombre de estado, al príncipe, en definitiva.

Maquiavelo, resalta la diferencia entre tirano y príncipe, considerando tirano al que gobierna en beneficio propio y príncipe el que lo hace buscando los intereses del estado y de la colectividad. Por eso aconseja la violencia, la crueldad… pero solo cuando sean necesarias y en la medida en la que sean necesarias. La mayor parte de los dictadores han malinterpretado la figura del príncipe queriéndose comparar al personaje de Maquiavelo cuando en realidad por la definición que este nos hace, son tiranos.

El príncipe antes de ser gobernante ha sido hombre, y como todos los hombres es malvado, egoísta, voluble etc.; pero ha sabido, en el momento adecuado, adaptarse a la situación que le exige erigirse como líder para dejar de ser un simple ciudadano. El hombre del pueblo no se preocupa por contener sus emociones y sus pulsiones, es “libre” de actuar en función a sus propias necesidades, y por eso puede ser juzgado por su grado de sociabilidad y sus virtudes cívicas. Sin embargo el gobernante está atado a la moral publica que le exige una forma de comportamiento muy estricta, de la cual no le esta permitido salirse. Posiblemente en muchas ocasiones, por ser también hombre, tenga la necesidad de transgredir sus propias leyes: ahí es cuando surge el dilema, y es donde tiene que prevalecer el interés publico al privado para no caer en la tentación de anteponer sus prevalencias a las del pueblo. La persona que ha decidido tomar la iniciativa de llevar un pueblo, debe saber a lo que se expone, a lo que tiene que renunciar para ser un buen gobernante. Si no esta dispuesto a ello no debería plantearse ningún dilema, y podría seguir siendo un ciudadano mas, un hombre común que lleva a cabo sus intereses sin intervenir en los de los demás.

Parecería que “el Príncipe” es concebido por Maquiavelo como una víctima de su posición, obligado a comportarse de determinadas maneras debido a la maldad de los demás, dispuesto a condenarse con tal de cumplir con su deber y mantener en vida el Estado.

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