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Poesia Lirica


Enviado por   •  20 de Febrero de 2013  •  5.092 Palabras (21 Páginas)  •  620 Visitas

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Capítulo I

Distanciamientos entre la vanguardia europea y la latinoamericana.

El arte latinoamericano de las décadas del 20 y del 30 del siglo XX va a sufrir una profunda renovación vanguardista. Inspirados en los cambios formales y estéticos introducidas por las vanguardias europeas de principios de siglo, los artistas latinoamericanos van a realizar una relectura de sus realidades sociales y políticas y desde aquí van a proyectar una obra reivindicativa de una cultura nacional. Se buscará una ruptura con el academicismo de corte eurocentrista, al tiempo que se iniciará la construcción de una identidad cultural.

Por lo tanto las vanguardias latinoamericanas no pueden abordarse como un reflejo de las europeas, sino como una expresión singular, con una personalidad propia.

Este proceso, que en la historiografía se lo designa como “la modernidad latinoamericana” tuvo diversas vertientes, como diversa es la realidad de nuestro continente. No van a ser iguales las búsquedas artísticas en aquellos países de fuerte presencia indígena, que en aquellos países, como el nuestro, más abiertos a la influencia europea, o aquellos donde era muy fuerte el aporte cultural proveniente de las poblaciones de origen africano.

En aquellos con clara influencia indígena, en tanto fueron los escenarios de altas culturas precolombinas (México, Ecuador, Guatemala, Perú, Bolivia), buena para las propuestas del arte que se inscriben en el denominado “indigenismo”, entendiéndose éste como un arte que busca y reivindica las raíces indígenas y las integra en la obra. Las manifestaciones más características del indigenismo estuvieron en la literatura, con nombres como el del peruano Mariátegui o del guatemalteco Asturias. Muchas veces la literatura señalaba el camino, el que era seguido por pintura y escultura. A nivel de las artes plásticas, el movimiento conocido como el “muralismo mexicano”, liderado por Rivera, Siqueiros y Orozco, es tal vez el más importante, o al menos el más conocido, en este contexto.

Para el caso de Cuba, un ejemplo lo encontramos en la obra de Wilfredo Lam, que encaminó su búsqueda hacia un estilo que encarnara la herencia afrocubana de su país.

Los artistas latinoamericanos, provenientes no sólo de regiones diversas, sino también de formaciones y experiencias estéticas muy disímiles, debatieron sobre las características de ese “arte nacional”.

Muchos enfatizaron que el arte debía dar cuenta de los entornos sociales y políticos, otros enfatizaron lo estético. En lo que sí coincidían era en la necesidad de creación de una obra original que se nutriera de las innovaciones introducidas por las vanguardias, pero que diera cuenta de la herencia tradicional, de las formas ancestrales. La mayoría de estos artistas se habían formado en Europa y en el marco de las vanguardias, absorbiendo las nuevas técnicas y el espíritu de cambio. Muchos tomaron conciencia de esta necesidad de rescate de la tradición, precisamente en Europa:

“Si yo traje alguna cosa de mis viajes a Europa, entre las dos guerras, fue el mismo Brasil” Oswald de Andrade.

Las vanguardias europeas que más influencia tuvieron en la postura innovadora de los latinoamericanos, fueron el cubismo, el fauvismo y el surrealismo. Pero en el caso de Torres García, se suma también el neoplasticismo, y en el caso de Pettoruti, el futurismo.

En países como el nuestro o Uruguay, que no fueron asiento de importantes culturas aborígenes, el modernismo va a buscar sus raíces en la sociedad colonial y en el tipo humano característico de nuestras pampas: el gaucho. Pensemos por ejemplo en la obra del uruguayo Pedro Figari y su propuesta “nativista”. Aunque también en el Río de la Plata se miró lo precolombino, buscando allí recursos expresivos.

Los inicios del modernismo en Latinoamérica, como dijimos antes, los situamos en la década de 1920. Un hito en esta dirección fue la denominada “Semana de arte moderno” realizada en 1922 en San Pablo. Se destacan aquí los nombres de los artistas plásticos Anita Malfatti, Cavalcanti, Rego Monteiro. A estos vinieron a sumarse luego, Tarsila do Amaral y Cándido Portinari. Interactuando con ellos, los poetas y/o escritores Oswald de Andrade y Maro de Andrade.

Otro acontecimiento de similares características, fue la fundación de la revista “Martín Fierro” en Buenos Aires, en 1924. Destacandose aquí los nombres de Emilio Pettoruti y Xul Solar.

La década de 1930 va a ser clave con la irrupción del “Universalismo Constructivo”, de la mano del uruguayo Joaquín Torres García. Éste se nutre del lenguaje vanguardista pero en esa búsqueda de la identidad, invierte el mapa de Latinoamérica poniendo entonces el énfasis en el “americanismo”, reivindicando una identidad regional y continental.

Capítulo II

Pensando en un vanguardista argentino.

Entonces, después de haber realizado un brevísimo recorrido por la vanguardia latinoamericana y haber marcado la diferencia entre ésta y la europea, en el presente trabajo monográfico me propongo reflexionar acerca de la obra de Alejandro Shultz Solari, más conocido como Xul Solar, artista plástico que a través de sus experiencias, ha amalgamado lo exquisito y lo popular, el conocimiento y la creación. Hombre de su tiempo, estaba a gusto con su prójimo y podía compartir sus saberes con personas sencillas: sabía mucho de antiguas religiones hindúes, egipcias o chinas, enseñaba filosofía o historia del arte universal, pero difundía sus creaciones en revistas populares como "¡Coche a la vista!" "Mucho Gusto", lo que, de paso, le permitía preservar su libertad creativa de los mecanismos del mercado, del que aparentemente, toda su vida vivió ajeno. Su obra participó del clima de renovación artística que irrumpió en los años veinte en América Latina. Es mi interés cuestionar en su carácter de vanguardista, si se lo puede “delimitar” o “encorsetar” en un movimiento determinado, siguiendo las distintas teorías sobre la vanguardia vistas en el Seminario de Historia del Arte, dictado en el segundo cuatrimestre de 2011. Intentaré por otra parte, tener una nueva mirada acerca de su obra y re-valorizarla, ya que muchos críticos no lo tuvieron en cuenta, ya sea por difundir sus creaciones en revistas populares, por no estar inmerso en el mecanismo de mercado, o simplemente por no comulgar con su estilo y su sabiduría a la hora de hacer arte.

Capítulo III

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