Porque hacer una tesis de artes

¿Y por qué hacer una tesis en artes?

Al pensar un trabajo de grado generalmente se imaginan largas investigaciones, años de trabajo; trabajo universitario, experimental, un tanto improvisado, guiado -por docentes, familiares, amigos, libros, internet y cualquier otra cosa que se crea pertinente-, que al final pareciese brindarle al graduando cierto estatus, cierta credibilidad; ya no es un simple universitario, ya es un simple egresado que se pasó muchas noches en vela trabajando para un proyecto, una investigación, tratando de responder a una pregunta, un interés o tratando de responderse a sí mismo.

A lo largo de las exposiciones de los trabajos y del paso de los artistas por las charlas y por la cuenta de Instagram, aparecía una pregunta frecuente que – si no falla mi memoria ni los registros de video de las charlas- nunca fue ni formulada ni mucho menos respondida, ¿Por qué, o mejor dicho para qué, hacer una tesis, un trabajo de grado? ¿Qué es eso tan urgente que el estudiante – a punto de graduarse- debe plasmar, debe crear, debe investigar? ¿Es una necesidad del artista, o más bien funciona como una dinámica de logro personal? ¿Y qué pasa con aquellos que decidieron hacer prácticas? ¿Acaso se busca llenar un vacío eligiendo hacer trabajo de grado? ¿O busca poner a prueba los conocimientos -supuestamente- aprendidos durante los años de carrera que están a punto de terminar? Y de nuevo ¿Para qué o por qué hacer trabajo de grado?

Tratando de responder estas cuestiones, aparece la idea de la “responsabilidad” que tiene el artista -y el arte- con una comunidad, con su comunidad, o quizá con el mundo entero o con sigo mismo. Esa necesidad de crear, de responder, cuestionar o simplemente preguntarse por aquellas cosas que inundan la mente.

A lo largo de los trabajos de grado era sencillo identificar las líneas de interés, los gustos y las pasiones que llevaron a los ahora egresados a crear, a decidir arriesgarse a responder a eso que quizá siempre estaba ahí. Con proyectos que contestan a esa responsabilidad artística, que se podía percibir al momento de leer los trabajos, de ver las obras y escuchar a quienes las desarrollaban.

Resulta curioso observar cómo a través de esas preguntas desarrolladas durante varios años o varios meses se culmina ese primer eslabón del egresado, la tesis, que en su momento fue y que ahora no es, que pasó por muchas ideas, por muchos intentos, por muchas investigaciones, por muchas críticas – y autocríticas-, que tuvo muchos matices, pero que culminó de alguna forma, que quizá fluyó o quizá se construyó, quizá la propia obra lo pidió, quizá fue el tiempo, las ideas, los medios o el propio placer, lo que permitió -y más adelante continuará permitiendo a más estudiantes- desarrollar ese interés o gusto, que luego se vuelve trabajo.

...