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Enviado por   •  26 de Febrero de 2017  •  Apuntes  •  1.965 Palabras (8 Páginas)  •  226 Visitas

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Buenas noches compañeros.

Me alegro de volver a ver nombres conocidos, y por supuesto no conocidos, así como aquellos de los que por experiencia sé que vamos a poder disfrutar de un foro abierto y dinámico.

Gracias Miriam y Vanessa por introducirnos en el tema. Se agradece además el enlace facilitando el acceso al texto de referencia.

Aunque mis compañeras se han bien posicionado respecto al escenario en el que personalmente les gustaría encontrarse si se vieran en esta «invitación», me permito afirmar que, haciendo un esfuerzo de alejamiento del pensamiento dicotómico y de la certeza absoluta, y permitiéndome también entrar en la dinámica de esta “parábola-dilema” debo afirmar que, desde mi parecer, debemos apreciar que los tres casos expuestos podrían tener algo de comprensible y de positivo.

 Así, por ejemplo, podría decirse que la tercera opción es, cuanto menos, más costosa en términos económicos y requiere, por tanto, de un anfitrión con recursos para improvisar una nueva cena.

La segunda situación no cuesta tanto, aunque puede hacer sentirse un tanto incómodo al invitado, al apreciar que recibe un trato especial y distinto al de la mayoría.

Por último, en el primer escenario cabe pensar que, siendo únicamente uno el invitado especial, es mejor atenderle a él como se merece en otra ocasión que anular o aplazar la cena prevista.

¿Disponemos los cocineros de esa capacidad de improvisación? ¿Contamos con una despensa abundante que nos permita superar el reto de cambiar de menú airosamente? ¿Nos sentimos capaces de abordarlo con éxito?

Es cierto que todos elegiríamos la tercera opción, la del menú general; aunque en ocasiones nos conformamos con un menú especial, porque pese a que hacemos diferente al invitado le garantizamos una atención personalizada.

¿Qué nos impide entonces elegir el menú general?

A estas alturas somos conscientes de que cocinar para todos implica romper con el esquema  del “café para todos”

 Sabemos también que, además del diseño de materiales diferentes, tendremos que plantearnos la necesidad de llevar a cabo agrupamientos heterogéneos que promuevan la práctica de estrategias cooperativas y demás.

Supongo que en eso estamos, aprendiendo recetas nuevas y hojeando y ojeando nuevos menús a ver si nos atrevemos a incorporarlos a nuestro diario culinario.

Lo que no sabemos es que, para elaborar menús suculentos como los que comentamos, necesitamos ser grandes chefs, y eso, precisa de una formación, cuanto menos, de “Tres Estrellas Michelín”.

Referencias:

Pujolàs Maset, P. (2002). Enseñar juntos a alumnos diferentes la atención a la diversidad y la calidad en educación. Documento de trabajo. Laboratorio de psicopedagogía. Universidad de Vic. Zaragoza.  Recuperado el 20/02/17 de http://www.deciencias.net/convivir/1.documentacion/D.cooperativo/Ensenarjuntos_Alumnosdiferentes_Pujolas_35p.pdf

Javier López #9.

Gracias por tu post.

Realmente tus reflexiones son una llamada al dinamismo y al alejamiento de formas de reiteración en espiral que poco aportan, más allá de la propia redundancia.

Compañero, a pesar de ello, foros como este son necesarios no únicamente para reiterar la bonita teoría, sino para derribar aquellas que, a veces de forma subliminal y otras tan explícitas como los “buenos días”, son realmente contrarias a lo que aquí se tiende a defender.

Déjame explicarme. Sabemos que el alumno promedio no existe, por lo que no podemos dedicar nuestros esfuerzos a trabajar para “la media” del aula, ni fácil ni difícil, ni autónomo ni cooperativo… No puede haber “café para todos”. Sin embargo, esto es lo que sucede, por desgracia, en la mayoría de las escuelas.

Como en la parábola del invitado a cenar, incluir es acoger y valorar a quien se acoge. No es sólo reservar un sitio en la mesa para alguien que tiene problemas con la comida; incluir, si hace falta, es también ceder un poco para poder comer juntos los mismos manjares.

Y aquí, creo yo, está el problema.

Me explico. Seguro que muchos de vosotros conocéis “el problema de las patatas”

Si no, leedlo, no tiene desperdicio:

http://www.dsi.uclm.es/personal/FcoGomez/blog/PATATAS.pdf

Bien, es muy evidente que con estas sarcásticas formulaciones se quiere denunciar la progresiva disminución del nivel de exigencia del sistema educativo, cosa que también ha reducido el fracaso escolar: a base de exigir menos, se consigue que los alumnos "triunfen" más y "fracasen" menos...

¿Cuántos padres y docentes conocéis que, de alguna manera, atribuyan la bajada del nivel académico al hecho de que se ha mantenido dentro del sistema educativo a todos los alumnos, estén capacitados o no para el estudio?

De alguna forma, pues, para muchos, el problema se encuentra en la laxitud del sistema, en el hecho de que todos los alumnos estudien en un mismo centro, a partir de un mismo currículum... sin percatarse de que los docentes no tienen formaciónni la formación, de que no se lleva a cabo la metodología adecuada (se sigue enseñando como se ha enseñado "toda la vida")- y se siguen manteniendo los mismos contenidos que cuando todos los que estamos aquí estudiábamoso.

No se trata de rebajar el nivel, como muchos critican. Se trata de beneficiar a todo el mundo –de conseguir que todos puedan aprender hasta el máximo de sus posibilidades- sin perjudicar a nadie. Esto es posible pero, claro está, se debe dar un cambio estructural en el sistema, empezando por la formación del docente.

He aquí un ejemplo, sacado de un artículo publicado, en el año 1994, en la revista Cuadernos de Pedagogía: La llamada comprensividad pretende a toda costa evitar el fracaso escolar, haciendo imposible también el éxito: impidiendo que los alumnos con buena capacidad puedan desarrollarla en condiciones adecuadas. Asimismo se impide que los alumnos con capacidad manual-artesanal la desarrollen satisfactoriamente. Por ende, los alumnos con dificultades especiales no reciben la atención que realmente precisan. El igualitarismo práctico que la comprensividad propugna no se aguanta y, afortunadamente, es irrealizable, como el tiempo se encargará de demostrar: es una respuesta propia de algún delirio ideológico, pero que va contra natura; sin embargo, el pedagogismo tiene adalides obcecados, empeñados en demostrar el milagro de la comprensividad: testarudos en hacer creer que la cesta llena de manzanas sanas y podridas no sigue las leyes de la naturaleza. (Moreno, Pedrals y Torné, 1994, p. 57). La solución selectiva del problema que deja entrever el “problema de las patatas” Para muchos profesores y profesoras la solución, o como mínimo, parte de la solución al "problema" de la diversidad está en atender de forma separada a los alumnos, en función de sus capacidades e intereses. Está claro que algunos problemas particulares de aprendizaje requieren, más o menos temporalmente, actuaciones individualizadas o en pequeños grupos por parte de profesionales especializados. Pero algunos profesores van más allá y están convencidos, y así lo manifiestan, que la solución a las dificultades que supone dar clase a grupos de alumnos heterogéneos pasa por una selección y una atención separada del alumnado. El profesorado tiene muy enraizada la convicción de que los alumnos aprenden gracias a su intervención cuanto más ajustada mejor a las características y necesidades de sus alumnos, lo cual, evidentemente, en principio es cierto y correcto. Pero muchos de ellos, por este motivo, consideran que la diversidad de características y necesidades del “ENSEÑAR JUNTOS A ALUMNOS DIFERENTES. La atención a la diversidad y la calidad en educación” Pere Pujolàs (Universidad de Vic). Zaragoza, noviembre de 2002. 6 alumnado que debe atender simultáneamente en una misma aula dificulta enormemente su intervención. Lo ideal -según esta forma de pensar- sería poder enseñar individualmente a cada alumno. Puesto que esto no es posible, la solución está en agrupar a los alumnos de forma homogénea, para facilitar al máximo la intervención más ajustada del profesor.

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