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Presentación


Enviado por   •  10 de Abril de 2014  •  1.004 Palabras (5 Páginas)  •  144 Visitas

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La vida de las geishas todavía permanece envuelta en un aura de misterio y fantasía. Y también de ambigüedad. ¿Qué ocultan estas damas de porcelana, bellamente ataviadas y educadas en el arte de entretener? No son muñecas, pero lo parecen. Son mujeres que por siglos han cultivado un estilo de vida que, por desconocido en su profundidad, levanta toda suerte de conjeturas. Son las geishas, representantes de una antigua tradición que exige de ellas responsabilidad, disciplina y talento para el cultivo de las artes. Quizás pocos lo sepan, pero la palabra geisha significa artista.

Mineko Iwasaki es la autora del libro Vida de una geisha en donde cuenta la historia de su vida, lo cual implica permitirle al mundo asomarse por una ventana y observar con mirada curiosa y asombrada, la cotidianidad de estas artistas japonesas. "En los 300 años de historia del karyukai (distritos dedicados al disfrute de los placeres estéticos), ninguna mujer se ha atrevido a develar sus secretos: nos lo han impedido las reglas tácitas de la tradición y el carácter sagrado de nuestra peculiar vida. Pero creo que es el momento de hacerlo", escribe Mineko, quien llegó a ser una bailarina insigne y la geisha más cotizada de su época.

La labor de la geisha, según explica Iwasaki, es servir de anfitriona en fiestas y recepciones. Se ganan la vida formando parte de un estricto programa de entrenamiento que van cumpliendo a lo largo de los años. Aprenden todas las disciplinas que debe dominar una geisha: danza, música, comportamiento, artes florales y la ceremonia del té. Vistiendo su habitual traje, el quimono, el cual no pesa menos de 20 kilos, son capaces de hacer una demostración impecable del difícil y vistoso arte de la danza, y de la ceremonia del té, cuya belleza y precisión encanta a quienes tienen la fortuna de asistir a algunos de los banquetes donde las geishas son reinas. Cada día de una geisha -por lo menos en los años sesenta, la época que le correspondió a Mineko- implicaba asistir a ensayos de danza, y acudir a bibliotecas para informarse de los temas que eran del interés de los clientes de turno, "...si se trata de una actriz, leía un artículo sobre ella en una revista; si era un cantante escuchaba sus discos. O leía su novela", relata Mineko. También realizaban visitas de cortesía a los miembros de la comunidad, o a los dueños de las casas que organizaban los banquetes y eventos. Ya, al atardecer, se ocupaban de arreglarse para asistir al agasajo correspondiente.

En la okiya donde creció Mineko el ingreso de hombres estaba reglamentado. Los proveedores sólo podían entrar, en un recinto específico, cuando las geishas estuvieran ausentes. Los parientes de las chicas podían llegar hasta el comedor, privilegio que compartían con los sacerdotes, quienes incluso podían tener acceso a otras áreas de la casa. "Por eso la sola idea de que las casas de las geishas son antros de perdición es ridícula", escribe Mineko, tratando de aclarar un punto que siempre la preocupó, la idea de que las geishas se ocupaban

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