ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Prometo Fingir Que Me Gustas


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2014  •  40.766 Palabras (164 Páginas)  •  285 Visitas

Página 1 de 164

Él

Antes

Cómo conocí a la extraña

Lo que más me encanta de ella son sus ojos: verdes y oscuros, grandes y de pestañas gruesas.

Su boca: rosada sin necesidad de utilizar maquillaje, y un poco rellena, la cantidad justa para besarla y morderla cuanto quiera.

Pero lo que verdaderamente me vuelve loco es su cabello, largo y dorado. Siempre huele bien, es como si lo pasara humectando en alguna cosa con olor floral cada cinco segundos. Delicioso. Es la clase de chica por la que hay que sentirse orgulloso.

Ella pone su pequeña mano sobre la mía, rozando con su dedo pulgar mi palma, otro gesto que me vuelve loco.

—¿Key? —dice, la comisura de sus labios se eleva un poco al notar que la veo embobado, me tiene hechizado—. Cariño, concéntrate. Quiero hablarte de algo.

Asiento con la cabeza, mi sangre viajando al sur de mi cuerpo.

Estoy tan idiotamente enamorado que no me importaría gritarlo.

—Sabes que he estado esperando conseguir una beca en Berlín, ¿te acuerdas?

Vuelvo a asentir.

Ese pequeño vestido que usa hace que mi imaginación se sienta viva.

—Pues... —ella se muerde el labio inferior y yo me enciendo con ese gesto— conseguí la beca.

De repente, sus palabras se filtran en mi cerebro, hundiéndose como cuchillas afiladas apagando el fuego.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo?

—Sí, la semana pasada me avisaron. No quise decírtelo antes porque quería evitarte la molestia, pero...

—¿Cuándo te vas? —esto no pasaba, no tenía por qué estar pasando. ¿Se iba?

—En dos días.

Aparta su mano de la mía y la esconde bajo la mesa.

Mi mundo cae a pedazos, uno por uno.

—Pe... pero no puedes irte...

Si ella se iba yo me moriría.

—Te amo —digo desesperadamente.

—Lo sé, y lo siento —sus ojos se rehúsan a mirarme.

—Entonces me voy contigo.

Veo sus ojos abrirse por completo, niega rápidamente con la cabeza.

—Oh no. No tienes por qué seguirme. Te lo prohíbo.

—Pero... pero ¿por qué?

—Quiero independizarme, no necesito un novio en estos momentos.

—Mía, no me dejes.

Sé que estoy siendo patético y estoy tirando mi dignidad a la basura, pero he pasado siete años junto a ella y no puedo dejar que se vaya así como así.

—Lo siento Key —dice solamente.

Se mueve en su asiento y comienza a levantarse, pero yo hago lo mismo y la retengo por el brazo.

—Mía...

—Mira, tú y yo siempre hablamos de viajar por el mundo. No entiendo por qué te sorprendes de mi decisión por comenzar ahora. No tengo nada que me ancle a esta ciudad.

—¿No tienes nada? ¿Y qué parezco yo? ¿No soy lo suficiente como para que te quedes?

Ella aparta la mirada y trata de aparentar normalidad frente a las demás personas que dejaron su cena por observarnos.

—Key no me hagas esto ahora. Ya acepté la beca y no pienso cambiar de opinión. Estaré comunicándome contigo, no te preocupes. Nada cambiará entre los dos. Solo espérame hasta que vuelva.

Eso me hizo enojar.

¿Quería que la esperara hasta que viniera?

—Yo no voy a poner en pausa mi vida solo por ti.

—¿Ah, no? —alza una ceja dorada y me mira como si acabara de herirla y no al revés.

—Mía... no te vayas. Si me amas no me dejes.

—Lo siento. Esto me duele más a mí que a ti, pero tengo que hacerlo. Mi futuro no se encuentra en este sitio.

—Pensé que yo era tu futuro —digo sombríamente.

Ella suelta un suspiro y mira el lugar exacto en el que mi mano envuelve su brazo. Se aparta de mí y se acicala el cabello.

—Tengo que irme —dice vagamente—. Todavía hay cosas que debo empacar.

Camina elegantemente a través del restaurante y cuando nota que la sigo, hace que uno de los tipos de seguridad me detenga.

—¡¿Qué? ¿Ahora soy un criminal para ti?! ¡Te amaba! —grito, para vergüenza de ella que es vista por todos los comensales del lugar.

Se va, dándome una última mirada apenada mientras yo me rompo en mil pedazos.

Uno de los tipos de seguridad me saca del local una vez que Mía se ha ido en su Lexus color plateado.

Me dirijo a mi auto, golpeando las llantas y desquitándome con el vehículo.

Mientras pateo por segunda o tercera vez, uno de los sujetos de seguridad se acerca a mí y me entrega un papel doblado.

—De la señorita Mía Makowski —dice simplemente y se va, dejándome solo, con mi dolor.

Veo perplejo hacia el papel y me apresuro a desdoblarlo. Este dice únicamente:

«Espérame, extráñame. Eres mío y yo soy tuya, recuérdalo»

Arrugo el papel con

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (245.1 Kb)  
Leer 163 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com