REPÚBLICA CENTROAFRICANA.

El eterno debate por el poder que divide a dos bandos en la República Centroafricana se ha convertido con el tiempo en una guerra a sangre fría que ha dejado miles de muertos y desplazados en este territorio abundante de recursos naturales. Los desacuerdos que procedieron a la separación y enfrentamiento entre la sociedad centroafricana fueron notables en el año 2013 después de que el Gobierno de François Bozizé fuera derrocado por la agrupación musulmana denominada Seleká, la cual desató un conflicto étnico y religioso entre éste y los agrupamientos cristianos denominados Antibalaka. Así mismo, también se reporta la presencia militar de países vecinos como Chad y Uganda que han contribuido al apoyo de este combate en la RCA.

Durante este periodo en adelante se ha podido evidenciar que la presencia de organizaciones internacionales como la ONU y la Unión Europea, y la intervención militar de países como Francia no han podido detener en gran magnitud este conflicto armado, pues hoy en día el caos y la violencia es representado en grandes cifras de muertes y desplazamientos debido a esta guerra civil.

Las consecuencias de este caos se han representado en tres principales componentes (UNHCR ACNUR, 2016). En primera instancia, la escasez de recursos se evidencia debido a la masiva movilización de poblaciones tanto cristianas como musulmanas a territorios protegidos que imposibilitan cada vez más el acceso a recursos básicos como agua, electricidad, entre otras. En segunda instancia, la catastrófica crisis en cuanto a alimentación donde se ven reflejados los índices de desnutrición más que todo en niños. Y por último, también se evidencia la gran suma de niños incorporados a la fuerza por ambos grupos armados ya sea para combatir, cocinar e incluso ser utilizados como esclavos sexuales.

Para el año 2012 (Alcalde, 2014) aun después de la firma de los Acuerdos de Libreville era evidente que los diálogos entre ambos grupos llegaran a un acuerdo de paz. Tras el golpe de estado al ex mandatario François Bozizé liderado por el también ex mandatario Djotodia casaron reacciones inmediatas de organizaciones externas como la Unión Africana, la ONU y la Unión Europea llevándolos a tomar decisiones sobre el asunto tras el abrupto cambio de régimen. En un principio la comunidad internacional no sugirió una intervención militar debido a que se suponía que Djotodia y la milicia africana (MICOPAX) podrían llevar a cabo el control del grupo subversivo Seleká para así llevar un gobierno pacífico.

La participación de países como Uganda y Chad en los combates se debe a la obtención del poder en primera instancia por el exmandatario Bozizé gracias a su coalición con el ejército de Chad, al ser el grupo Seleká el nuevo Gobierno para la RCA representaría para ellos un gran desafío en la lucha por salvaguardar sus intereses. Mientras que el ejército de Uganda es un actor en la RCA asesorado por Estados Unidos para atacar al Ejército de Resistencia del Señor. (Antonio, 2013)

El papel de las Naciones unidas como líder de la intervención logró mediante varias resoluciones celebradas durante el año 2013 exigir el cumplimiento de la hoja de ruta y los acuerdos de la transición política, además del apoyo por parte de la Oficina de Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz (BINUCA) para restituir el orden constitucional y ofrecer asistencia durante el futuro proceso electoral fuera del apoyo a la tropa africana MISCA cuyo objetivo es velar por la protección a civiles en el territorio, restablecer no sólo el orden público sino también la seguridad y autoridad estatal, contribuir en procesos de desarme por parte de los grupos subversivos, entre otros.

La Operación Sangraris liderada por Francia bajo el mando del general Soriano se logró de cierta manera establizar la violencia en Bangui, capital de la RCA. No obstante se registraron grandes cifras de muertes en los enfrentamientos entre los dos grupos rebeldes. (Ministerio de Defensa, 2016).

El papel que ha jugado la Unión Europea frente a este conflicto armado también se encamina a la protección de Bangui junto con la intervención militar tanto de Francia como de la ONU. (Croft, 2014)

Con base a lo anterior, cabe resaltar que es necesario el restablecimiento de la seguridad y la democracia para la República Centroafricana, y es un reto para el actual presidente Faustin-Archange Touadéra consolidar la paz y la autoridad entre ambos grupos religiosos, pues más allá de poder lograr un cese a las actividades violentas entre estos grupos rebeldes, es además lograr una reconciliación entre un pueblo que se dividió entre su lucha por el poder de manera fatídica.

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