Reconocimiento de nuestros saberes docentes.

Reconocimiento de nuestros saberes docentes

Trabajar en el contexto rural genera muchas responsabilidades sociales para el maestro que en la ciudad nunca se llevan a vivir en su máxima plenitud. Esto es por lo comprimida que se encuentra la sociedad en este tipo de medio, prevaleciendo en ella el papel que en antaño se otorgaba al maestro, como un ente importante de nuestra sociedad. En algunas situaciones parece que el tiempo aquí no ha marchitado la opinión de las personas sobre nuestra profesión.

Laborar en el pueblo implica un acercamiento mayor entre el alumno y el maestro. Es así como inicia mi jornada, con una muestra de inocencia y cariño, día a día, dos o tres niños me esperan en la puerta de la escuela para saludarme a gritos o contarme alguna novedad en sus pequeñas vidas. Conocer tan a fondo a mis alumnos (al menos más que en el contexto urbano) me permite entender, sin mucho problema, las situaciones familiares que intervienen en la vida áulica de mi alumnado.

Sin suprimir totalmente la importancia de los saberes que demanda el programa de primaria, considero de gran valor a los saberes empíricos que nuestra profesión nos permite conseguir experiencia tras otra, como los grandes pilares para nuestra causa. Hay saberes que una vez conquistados ahí permanecen, sin evolucionar, en cambio hay otros que nos brindan la oportunidad de mejorarlos, saberes éticos y morales, que nos ofrezcan una nueva posibilidad para crear mejores ciudadanos, con una capacidad no sólo de aprender lo científico o metódico sino también todos los aspectos que un ciudadano debe reunir para enriquecer a una sociedad, cada vez más demandante de personas de valor social.

Estos saberes implican poder y querer conocer las personalidades de los alumnos, tomando en cuenta todos los factores que pueden intervenir en su desarrollo. Todo esto para encaminarlos hacia una mejor realidad académica y social. Dentro de mi salón, es muy común que se presenten problemáticas conductuales, para mí es muy importante saber qué parte de la personalidad de mis alumnos es la que se está manifestando, de este modo puedo actuar sobre ella e intentar solucionar la programática. Conocerlos ayuda también a tener mayor paciencia sobre sus actitudes y saber orientar de forma productiva.

Retomando los saberes “científicos” y dejando un poco al lado los éticos y morales, resulta, de formas más que obvia, importante para nuestra labor. No sólo poseerlos sino también comunicarlos. No podemos buscar crear ciudadanos activos y críticos, si descuidamos alguno de estos saberes, que a mi considerar son los más importantes de nuestra labor instructiva.

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