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398539715 de Marzo de 2012
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El Oriente Medio, llamado también Oriente Próximo, es la región del mundo que comprende la península Arábiga, Mesopotamia y Palestina; dichos territorios son ocupados hoy en día por Arabia Saudita, Israel, Jordania, Líbano, Siria e Irak, entre otros estados. A su vez, en términos históricos, éstas regiones están en íntima relación con el valle del Nilo (ocupado por el actual Egipto), la península de Anatolia (hoy Turquía) y los Montes Zagros (hoy Irán). Esta región conforma una unidad histórica por ser el cruce de varias vías de comunicación entre Europa y Asia, razón por la cual se ha transformado en la cuna de múltiples culturas y civilizaciones, y también en un territorio fértil para el cruce del arte, la ciencia, la política y la religión. Por lo mismo ha sido también una región sumamente castigada por guerras e invasiones, y si bien en tiempos antiguos se desarrollaron grandes imperios, andando el tiempo muchas potencias externas (bizantinos, otomanos, franceses, ingleses, etcétera) han ingresado como invasores al territorio.
Mapa de Oriente Medio.
El presente artículo pretende esbozar, en un apretado resumen, los principales fenómenos históricos que han ocurrido en la región del Medio Oriente a lo largo de los siglos.
Hacia el año 10000 a. C. se produjo el cambio climático fundamental para la historia humana, en el cual se produjo el origen de la civilización, cual fue la retirada de los glaciares y el comienzo del Holoceno. El clima durante el Holoceno ha sido descrito como interglacial, pero ha tenido algunas fluctuaciones menores que han afectado a la vida civilizada.
La región del Próximo Oriente se vio afectada por estos cambios, generando un proceso de desertización que creó el llamado Creciente Fértil, una delgada zona agraria que se extendía desde la actual Siria hacia el este, por la cuenca de los ríos Tigris y Eufrates, a través de Mesopotamia, y hacia el oeste, hacia la zona del Levante mediterráneo. Durante siglos, la región occidental llevó la supremacía, hasta que nuevos cambios climáticos hacia 7000 a. C. o 6000 a. C. le dieron el predominio a Mesopotamia.
La agricultura en el Próximo Oriente es autóctona, y ello fue posible gracias a especies vegetales que eran susceptibles de ser domesticadas, como el trigo y la cebada. Al desarrollar la agricultura, el Próximo Oriente se transformó en la región más civilizada de toda Eurasia desde la India al océano Atlántico. También se desarrolló la ganadería. La generación de excedentes permitió el crecimiento de sociedades sedentarias y la acumulación de riquezas en ciudades. Las más importantes de ellas fueron Jericó en Palestina y Halula en Siria. En el V milenio a. C., al producirse el desplazamiento del liderazgo social y tecnológico a Mesopotamia, florecen las culturas de Hassuna y Obeid en Irak, y Halaf en Siria. También comienza en esta época el trabajo de la metalurgia, así como el comercio de la obsidiana, piedra semipreciosa muy importante como símbolo de autoridad y de lo sobrenatural.
En estos tiempos, el poder político se radica en los templos, que al acumular riquezas mediante las prebendas y dádivas, inventan la contabilidad y la escritura para manejarse financieramente. En la época de los sumerios, los templos se habrán hecho lo suficientemente fuertes para convertir a cada ciudad en una verdadera teocracia, aunque al armarse para la guerra, crearán una aristocracia militar que será la responsable del surgimiento de los primeros imperios.
[editar] Primeras civilizaciones de Mesopotamia
El primer pueblo con estructuras políticas propias de una civilización avanzada fue el de los sumerios. La tierra de Sumeria se extendía por la Baja Mesopotamia. Los sumerios nunca formaron un imperio por sí mismos, y apenas alcanzaron un cierto grado de poder, las ciudades más poderosas (Ur, Uruk, Nippur, Lagash, Mari) contendieron duramente entre sí.
De esto se aprovechó otro pueblo, el de los acadios, cuyo líder Sargón el Grande derrocó al rey sumerio Lugalzaggisi de Umma y creó el Imperio Acadio. Bajo Sargón y sus sucesores, el poderío acadio se extendió incluso hasta el Líbano, además de emprender expediciones militares en la Anatolia, y llevar la guerra contra Elam, al sureste de Mesopotamia. El objetivo supremo de Sargón y sus sucesores fue dominar la totalidad de las rutas comerciales que atravesaban la región. Sin embargo, la hegemonía acadia era inestable porque los sumerios mantuvieron durante mucho tiempo su orgullo racial, y múltiples veces se rebelaron. La constante tensión minó las bases del Imperio Asirio, y unos dos siglos después de Sargón, la presión de los gutis, bárbaros de los Montes Zagros, terminó con el Imperio.
Sobrevino una época de caos a la que puso fin provisoriamente el rey Urnammu, fundador de la III Dinastía de Ur. Bajo Urnammu y sus sucesores hubo una nueva edad de oro, marcada por grandes construcciones y prosperidad comercial. Pero Ur decayó y fue completamente arrasada por los amorreos. Uno de los caudillos amorreos, Sumuabum, se apoderó de Babilonia, y uno de sus sucesores, Hamurabi, consiguió abatir a todos sus rivales, y crear un nuevo gran imperio mesopotámico. Pero a la muerte de Hamurabi, el Imperio Babilónico empezó a decaer. En 1595 a. C., Babilonia fue conquistada por Mursil I, rey del Imperio Hitita, y como éste no pudo mantener su poderío en una región tan lejana a sus propios dominios, entregó la ciudad a los kasitas. Empezó así para Mesopotamia una época de declive que duró aproximadamente medio milenio, y en el cual el foco de poder se desplazó hacia el oeste, hacia las nuevas potencias de Mitani, el Imperio Hitita y el Imperio egipcio.
[editar] Mitanni y el Imperio Hitita
Al mismo tiempo que declinaba Mesopotamia, crecía el poder de las potencias occidentales. Para complicar más las cosas, la irrupción de numerosos pueblos nómades ayudó a crear nuevos imperios y reinos. Al occidente, en Anatolia (actual Turquía) surgió el Imperio Hitita). En Siria un pueblo conocido como los mitani, fundaron el reino de Mitani. Otro pueblo, los hicsos, siguieron sus correrías más allá de Canaán e ingresaron al Valle del Nilo. Hasta ese entonces Egipto había tenido tenues relaciones comerciales con los puertos fenicios, en particular con Biblos y Sidón, pero después de la invasión de los hicsos, experimentó una reacción nacionalista que lo llevó a invadir de lleno a Palestina y Siria, entando así en la liza política internacional. De modo que estas tres potencias (Hatti, Mitanni y Egipto) se trabarán en largas guerras a lo largo del segundo milenio antes de Cristo.
Hatti tuvo una época de esplendor entre los siglos XVII y XVI a. C., pero después del fallecimiento de Telepinu se vio eclipsada por el ascenso de Mitanni. Pero Mitanni, a su vez, debió contender con los egipcios. En una serie de guerras, el poderío de Mitanni decayó, lo que fue aprovechado por un nuevo y enérgico monarca hitita, Shubiluliuma, para engrandecer al Imperio Hitita. Por lo que en el siglo XIV a. C. fueron los egipcios y los hititas quienes chocaron, ahora por la hegemonía sobre los derruidos dominios de Mitanni.
Después de décadas de guerra, más o menos zanjada en la Batalla de Kadesh, se firmó hacia 1275 a. C. la llamada Paz Perpetua entre Egipto y Hatti. Esta duró hasta el final del Imperio Hitita, que se derrumbó en 1190 a. C., atacados por los gasgas, en medio de las convulsiones provocadas por los Pueblos del Mar, que también postraron a Egipto. De este modo se generó en Palestina y Siria un nuevo vacío de poder, que iban a aprovecharlo nuevos pueblos: los filisteos, los arameos, los fenicios y los hebreos.
Mientras tanto, Mesopotamia languidecía bajo el dominio de los kasitas, y sólo al final de este período hubo una reactivación, que llevó a su articulación en tres reinos: Asiria, Babilonia y Elam.
[editar] Hegemonía del Imperio Asirio
Los principados posteriores a la irrupción de los Pueblos del Mar lucharon unos contra otros, sin que hubiera una hegemonía clara, hasta que los hebreos se unificaron bajo el reinado de Saúl, de David y de Salomón (siglos XI y X adC). Pero a pesar del poderío del reino hebreo bajo Salomón, a su muerte éste se quebró, y ningún principado (ni la Pentarquía filistea, ni Edom, ni Moab, ni Israel, ni Judá, ni Tiro, ni Damasco) consiguió imponerse. De este modo, los principados fenicios, filisteos, hebreos, arameos y cananeos cayeron en una debilidad mortal, que iba a aprovechar a cualquiera lo suficientemente fuerte para hacerlos sus presas.
Esto sucedió cuando una serie de reyes asirios (Adadninari II, Tukultininurta II, Asurbanipal II y Salmanasar III) desarrollaron la maquinaria bélica militar asiria hasta extremos insospechados. De este modo, en los siglos IX y VIII a. C., los asirios se lanzaron a conquistas que ahogaron a todos estos principados, e incluso llegaron a ocupar Egipto por un tiempo. Pero los asirios tenían demasiados compromisos militares, porque al sur debían lidiar con Babilonia y con Elam, mientras que al norte, como reacción ante los asirios, en las orillas del Lago Van se formó el principado de Urartu. Finalmente, hastiados del terror asirio, una coalición de todos los pueblos fronterizos se precipitó sobre los asirios. Los babilonios tomaron la ciudad de Nínive, capital asiria, el año 612 a. C., y la saquearon con tanta saña que literalmente la borraron del mapa.
Se impuso entonces sobre Mesopotamia el Imperio Caldeo. Sin embargo, éste no duró excesivo tiempo. Los caldeos, y en particular su rey Nabucodonosor II, se gastaron en guerras tratando de dominar el occidente del Creciente Fértil, que había ganado cierta autonomía
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