Romantico
4565905311 de Octubre de 2014
7.880 Palabras (32 Páginas)139 Visitas
LA DESPEDIDA
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
Me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
Pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
Y el corazón me dice que no te olvidaré;
Pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en ti.
José Ángel Buesa.
POEMA DEL AMOR AJENO
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo
Como queda un perfume donde había una flor.
Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;
Y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.
La vida nos acerca y la vez nos separa,
Como el día y la noche en el amanecer...
Mi corazón sediento ansía tu agua clara,
Pero es un agua ajena que no debo beber...
Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,
Nunca te vas del todo, como una cicatriz;
Y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,
Pues al perder la espiga retiene la raíz.
Tu amor es como un río, que parece más hondo,
Inexplicablemente, cuando el agua se va.
Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,
Pues tu amor y la muerte tienen un más allá.
Para un deseo así, toda la vida es poca;
Toda la vida es poca para un ensueño así...
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;
Y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!
ELEGÍA PARA TI Y PARA MÍ
I
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
Y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
De las ramas del árbol milenario del tiempo,
Y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
Se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
II
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
Y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,
Bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
De las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles,
Dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
III
Acaso nos veremos un día, casualmente,
Al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizás: «Qué linda es, todavía».
Tú, quizás pensarás: «Se está poniendo viejo».
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo, o con otra.
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
IV
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
Igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
O una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
Pensaré en ti un instante, pero cada vez menos.
V
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando,
Pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente,
Y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,
Nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.
VI
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
Las manos, para siempre, cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
Te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas,
Aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.
POEMA
Quizás te diga un día que dejé de quererte,
Aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
Y acaso no comprendas, en esa despedida,
Que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.
Quizás te diga un día que se me fue el amor,
Y cerraré los ojos para amarte mejor,
Porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos,
Nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.
Quizás te diga un día que dejé de quererte,
Aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
Y acaso no comprendas, en esa despedida,
Que nos quedamos juntos para toda la vida.
Canción de la Búsqueda
Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."
Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.
Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.
Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...
Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."
Canción del amor lejano
Ella no fue, entre todas, la más bella,
Pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
A ninguna la quise como a ella.
Acaso fue porque la amé de lejos,
Como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
Nos parece que tiene más reflejos.
Tuve su amor como una cosa ajena
Como una playa cada vez más sola,
Que únicamente guarda de la ola
Una humedad de sal sobre la arena.
Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
Como el agua en cántaro sediento,
Como un perfume que se fue en el viento
Y que vuelve en el viento todavía.
Me penetró su sed insatisfecha
Como un arado sobre llanura,
Abriendo en su fugaz desgarradura
La esperanza feliz de la cosecha.
Ella fue lo cercano en lo remoto,
Pero llenaba todo lo vacío,
Como el viento en las velas del navío,
Como la luz en el espejo roto.
Por eso aún pienso en la mujer aquella,
La que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más Y, sin embargo,
A ninguna la quise como ella.
Así, Verte de Lejos
Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y sí que como el agua que brota de una fuente
Aquellos bellos días ya no pueden volver.
Así, verte de lejos y pasar sonriente,
Como quien ya no siente lo que sentía ayer,
Y lograr que mi rostro se quede indiferente
Y que el gesto de hastío parezca de placer.
Así, verte de lejos, y no decirte nada
Ni con una sonrisa, ni con una mirada,
Y que nunca sospeches cuánto te quiero así.
Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
La noche entera es corta para soñar contigo
Y todo el día es poco para pensar en ti.
José Ángel Buesa
Poema del Renunciamiento
Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
Fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
Del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñare con el nácar virginal de tu frente;
Soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
Soñare con tus labios desesperadamente;
Soñare con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
Esas frases que nadie como yo te dirá;
Y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
Te amare más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
Como un sueño que nunca lograré realizar;
Y el lejano perfume de mi amor imposible
Rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
Te diré sonriente: "No es nada... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima...
...