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Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  1.863 Palabras (8 Páginas)  •  266 Visitas

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EDICIÓN 202

OCTUBRE DE 2006

1949-1953

LA GUERRILLA LIBERAL

Por Eugenio Gómez Martínez

Tomado de:

Revista Credencial Historia.

(Bogotá - Colombia).

Edición 202

Octubre de 2006

La fotografía del general Alfredo Duarte Blum entendiéndose con el jefe guerrillero Guadalupe Salcedo, puede ser una de las más reproducidas de la historia contemporánea de Colombia. El primero era uno de los oficiales de confianza de Gustavo Rojas Pinilla, quien hacía no mucho tiempo, había accedido a la Presidencia de la República. El segundo mantuvo en jaque a las fuerzas militares en la región de los Llanos Orientales, hasta el punto de que algunos oficiales manifestaban que preferían ir a pelear a Corea, escenario en el que se había comprometido Colombia por obra de los gobiernos conservadores. La razón de ser de esta rara preferencia nos la explicaba el coronel Arturo España, que había estado en las dos guerras: “Nos encontrábamos preparados para una confrontación de tipo convencional, pero no para hacer frente a emboscadas y otro tipo de acciones llevados a cabo por pequeños y ágiles grupos de hombres armados que conocían el terreno como la palma de su mano”.

Razones de la entrega

El jefe rebelde, llevado al teatro en la obra Guadalupe Años Sincuenta, protagonizó acciones destacadas como la toma de Orocué y el asalto a la base aérea de Palanquero. Desmovilizado, fue asesinado (1957) durante el gobierno de la Junta Militar (1957-1958) que sucedió al régimen presidido por Rojas Pinilla (1953 a 1957). Incógnitas e hipótesis, como de costumbre, son las que hay acerca de ese asesinato.

El porqué Salcedo y otros subversivos se entregaron hay que hallarlo en las promesas que recibieron del gobierno; las amenazas de ser arrasados si seguían combatiendo; el bloqueo que afrontaban; la limitación de armas, drogas y vestuario en que se encontraban a mediados de 1953; la dificultad en coordinarse de los diferentes frentes; la situación de miseria que los golpeaba más y más; y el abandono al que llegaron por parte de los directorios políticos que antes estaban con ellos desde las urbes, según las versiones de algunos historiadores. Junto a Salcedo se entregaron otros jefes guerrilleros: Dumar Aljure, Eduardo Fonseca, Carlos Perdomo y Jorge González. Algo parecido sucedió en escenarios distintos a los Llanos: en el Tolima, en Santander y en Antioquia.

En este escenario el Jefe Supremo, como llamaban al General Presidente, se apartó de los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta Arbeláez (1946- 1953), que llamaban a los llaneros alzados en armas “bandoleros” (“delincuentes comunes que actuaban movidos por odios y pasiones para satisfacer sus deseos personales”), porque los denominó “guerrilleros”, es decir, delincuentes políticos.

El por qué de la lucha

Hay una extensa literatura acerca del porqué de la lucha guerrillera. Estudiosos de ella, como el profesor Gerardo Molina, aseguran que fue “un caso de legítima defensa”. Para uno de los jefes sublevados, Eduardo Franco Isaza, se trataba de seguir la huella de los “grandes caudillos populares”, como Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán o, como escribe en su obra Las guerrillas del llano: para “hacer una revolución” a nombre del Partido Liberal porque “los godos” estaban empeñados en “barrer de Colombia con todo un principio de organización y progreso de las masas”.

Con guerrillas o sin ellas, esta dolorosa etapa de la historia nacional pasó a ser llamada la Violencia, como si no hubieran seguido otras, y se sitúa entre el año de 1946, que es cuando triunfa el Partido Conservador contra el liberalismo dividido, y 1958, cuando ya el Frente Nacional había remplazado la gestión castrense (no faltan historiadores que la hacen concluir en 1953, año en que Rojas Pinilla llegó al poder). Durante esta página de “historia horripilante”, como escribe el colombianólogo estadounidense David Bushnell, murieron entre 100 y 200 mil personas. Colombia había conocido gobiernos reformistas como el de Alfonso López Pumarejo, al que se opusieron importantes sectores políticos, sobre todo el dirigido por el jefe conservador Laureano Gómez. Con la llegada a la Presidencia de Mariano Ospina Pérez y su gobierno de Unión Nacional, creyó haberse encontrado un entendimiento entre los partidos tradicionales, pero no fue así porque dicha Unión pronto terminó y el caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán se quejó de la persecución oficial, poco antes de ser ultimado en el centro de Bogotá, lo que provocó, a su vez, una violenta revuelta. La represión oficial se hizo de forma demasiado severa debido a que el gobierno empleó la fuerza no sólo recobrar el orden público, sino también para acabar con las bases sociales que tenía el liberalismo. Entre los liberales, quienes no perecieron en la represión, huyeron a la vecina Venezuela o se organizaron en forma de guerrillas. Otro tanto hicieron los comunistas, también perseguidos a muerte.

Significado de la subversión

Para los conservadores, al menos los laureanistas, el significado de esa violencia estaba en el deterioro moral y el ingreso al país de ideas disociadoras, como el marxismo. Para los liberales y la izquierda, las esperanzas de cambio social habían tenido la misma suerte que el Caudillo inmolado. Para quienes tomaron las armas en los campos, alentados inicialmente por la Dirección Liberal, la razón de ser de su lucha estaba en la rabia y frustración de lo acontecido, una vez que Ospina y luego Gómez, retomaron con fiereza la conducción nacional, después de sometidos los últimos residuos de la revuelta “nueveabrileña”.

De su parte, la

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