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Sala en casa de Capuleto


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  Ensayos  •  449 Palabras (2 Páginas)  •  312 Visitas

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Sala en casa de Capuleto

(Músicos y criados)

Romeo (A su criado): Dime el nombre de esa dama que enriquece la mano de ese galán con tal tesoro.

Criado: No sé quién es.

Romeo: El resplandor de su cara ofende al sol. La tierra no merece tan suprema maravilla. Entre las otras parece como una paloma entre grajos. Al término del baile, me acercaré a ella, y apretaré su mano. No fue verdadero mi antiguo amor, que nunca belleza como ésta vieron mis ojos.

Teobaldo: Por el tono de la voz se parece a Montesco. (Al criado). Dame mi espada. ¿Cómo se atreverá ese malvado a venir con máscara a alborotar nuestra celebración? Juro por los huesos de mi estirpe que sin cargo de conciencia lo voy a matar.

Capuleto: ¿A qué se debe tanta cólera, sobrino mío?

Teobaldo: No cabe duda de que es un Montesco, rival jurado de mi casa, que ha venido a burlarse de nuestra celebración.

Capuleto: ¿Es Romeo?

Teobaldo: El perverso Romeo.

Capuleto: Guarda silencio, sobrino. Es un excelso caballero, y todo Verona habla de su virtud, y pese a que me dieras toda la fortuna que hay en la ciudad, jamás lo injuriaría en mi propia casa. De esta manera lo pienso. Si en algo me aprecias, salúdalo con alegría, pues esa indignación y esa mirada aviesa no son correctas en una fiesta.

Teobaldo: Esta actitud es correcta cuando visita nuestra casa tan despreciable invitado. ¡No lo permitiré!

Capuleto: Sí lo permitirás. Te lo ordeno. Yo solo mando en este lugar. ¡Pues no faltaba más! ¡Favor divino! ¡Agraviar a mis invitados en mi propia casa! ¡Armar riñas con ellos, solamente por sentirse muy valiente!

Teobaldo: Tío, esto representa una injuria para nuestra estirpe.

Capuleto: Márchate lejos, lejos de aquí. Eres un desobediente. Pagarás muy caro si persistes en desobedecer. ¡Ea, basta ya! Manos quedas ... Trae luces ... Yo conseguiré que te calmes. ¡Pues esto sólo faltaba! ¡A bailar, niñas!

Teobaldo: Mi cuerpo se sacude en la severa batalla de mi súbita furia y mi cólera reprimida. Me marcho, porque este denuesto que hoy debo tolerar, ha de traer amargas hieles.

Romeo: (Tomando la mano de Julieta). Si con mi mano he profanado tan celestial altar, perdóneme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso.

Julieta: El peregrino ha equivocado el sendero pese a que parece devoto. El palmero únicamente ha de besar manos de santo.

Romeo: ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero?

Julieta: Los labios del peregrino

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