Sicariato
pieropg198718 de Junio de 2014
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La “Virgen de los Sicarios”, María Auxiliadora debe,
según la creencia, perdonar a sus hijos
y proveerlos de destreza y fortaleza para
que no fallen en sus “trabajos”.
Fernando Vallejo
Introducción
Antes del surgimiento del sicariato como fenómeno
generalizado y con patrones claros de funcionamiento,
en el país hubo un tipo de ajuste de
cuentas no mercantilizado, vinculado a las convicciones
de quienes asumían la necesidad de eliminar transitoria
(intimidación) o definitivamente (homicidio) a los enemigos
políticos o económicos.
El cacique local, generalmente un terrateniente, requería
de los servicios de una fuerza de choque para defender
sus intereses políticos y económicos; era un grupo
funcional y dependiente del hacer política local, que debía
lealtad al líder y a sus actuaciones clientelares.
En términos nacionales el ajuste de cuentas ocurrió
en la época velasquista con unos agentes policiales denominados
“Los Pichirilos” quienes eran pagados con fondos
reservados del Ministerio de Gobierno; o los denominados
“Pepudos” vinculados a un partido populista guayaquileño,
que llegaron a recibir el manejo parcial de las aduanas
de Guayaquil. El asesinato de Abdón Calderón Muñoz
en 1978; el homicidio del Juez de la Corte Superior de
Quito Iván Martínez Vela en 1988 y los ajusticiamientos a
18 ejecutivos carcelarios ocurridos en los últimos años.
También el requerimiento de los servicios de ciertos cuerpos
irregulares vinculados a la ruralidad, como, por ejemplo,
los hacendados bananeros de las provincias de Los
Ríos o Esmeraldas, los terratenientes de Cotopaxi y
Chimborazo o de las colonizaciones amazónicas.
El desarrollo del fenómeno a nivel nacional se produce
con el crecimiento del narcotráfico en Colombia -a
mediados de los años ochenta del siglo pasado- cuando
el negocio de la droga requiere de una fuerza irregular
que desbroce las amenazas del Estado (jueces y policías
que reprimen), del sistema político (parlamentarios que
dictan leyes de extradición) o de la sociedad (periodistas
que denuncian). Los sicarios se convierten en elemento
necesario para el desarrollo del narcotráfico, convirtiéndose
en un acompañante del itinerario de la droga y de
su transnacionalización.
En Medellín se ofertan los precios por las cabezas de
policías, políticos y jueces. Se crean las “oficinas de cuentas
de cobro” y se desarrolla toda una estructura orgánica,
primero, vinculada a los carteles de la droga, y luego, independizada
bajo la modalidad de la tercerización o intermediación.
La ruptura de la ligazón directa al narcotráfico permitió
que el sicariato crezca, diversifique y multiplique.
Una cosa parecida ocurrió con el paramilitarismo
colombiano, que buscaba focalizar sus esfuerzos destructivos
sin que le afecte su imagen. El sicariato es funcional,
tan es así que es contratado para eliminar redes sociales,
fuerzas irregulares y grupos de apoyo vinculados a la política,
al periodismo y a la academia de izquierda.
Desde este momento el servicio tiene dos modalidades:
freelance, es decir, una oferta personal e independiente
que opera en el mercado ante el mejor postor bajo la
forma de un “vengador social”; y tercerización, que cuenta
con una organización para actuar en cualquier lugar, aunque
privilegiando la demanda de alto nivel (narcotráfico).
El surgimiento de esta oferta fue posible gracias a la
ruptura de su sujeción a la organización delictiva paramilitar
o narcotráficante; pero también, a que este servicio
sui generis se diversificó y generalizó hacia la parte más
sensible de la sociedad: la resolución de conflictos y problemas
rutinarios de la vida cotidiana, mediante la fuerza
o el temor. De esta manera, la violencia terminó legitimada
por los resultados; tan es así que se le busca para
resolver diferencias en negocios, propiedades de tierras,
acosos sexuales, infidelidades conyugales, apuestas, deudas,
arbitrajes futbolísticos y cualquier problema que
requiera intimidación o, incluso, la eliminación del otro.
Desde este momento el sicariato hace metástasis en
la sociedad y deja de vincularse exclusivamente a una
violencia y a un solo territorio, generalizándose por la sociedad
e el territorio.
El Diario El Tiempo de Bogotá2 señala el caso de la
banda “las tres puntillas” (llamada así porque a sus víctimas
les ponen tres clavos en la frente), que opera desde
1997 en siete países: Brasil, Estados Unidos, España, Venezuela,
Ecuador, México y Panamá; la cual ha matado
más de 200 personas y ha sido contratada por mafias y
particulares que pagan por aniquilar a sus enemigos sin
dejar rastro.
En México (Escobar 2005), se desarrolló la banda de
“Los Zetas”, que es el grupo de sicarios más violento y
peligroso de la historia del narcotráfico. Nace de un comando
de operaciones especiales del Ejército mexicano
que pasó de combatir a los narcos en la frontera con Estados
Unidos a trabajar para ellos, con sueldos superiores.
En el estado de Pernambuco-Brasil, nacieron lo sicarios
llamado “Homicidios S.A.” al que se atribuyen un millar
de asesinatos en el noreste de este país. En Río de
Janeiro y San Pablo también actúan otras bandas de sicarios
que siembran terror en la población.
El jefe de la Brigada Central de Delincuencia Especializada
de Madrid, Ángel Luis Galán3, sostiene que “el sicariato
es un delito notorio, por su difusión en los medios
de comunicación”. Para este funcionario los asesinos por
encargo llegan a España desde Sudamérica, para actuar y
salir inmediatamente del país, lo cual hace la investigación
compleja, quedando la mayoría de estos casos sin esclarecer.
Según el responsable policial, este tipo de crímenes
han aumentado en los últimos cinco años en España,
representan el 10 % de los registrados en países como
Francia, Alemania, Italia o EE UU y, están lejos de las cifras
de México, Brasil o Colombia.
Estos casos que se realizan por fuera de sus fronteras
originarias ilustran muy el fenómeno de la “tercerización”
del servicio así como los fuertes indicios de la presencia
de ex militares o ex policías y fuertes nexos con
el narcotráfico4.
4 FLACSO SEDE ECUADOR • PROGRAMA ESTUDIOS DE LA CIUDAD
El sicariato:
una realidad ausente
Fernando Carrión M.1
T E M A C E N T R A L
El fenómeno es más complejo de lo que se supone
debido a que es imposible recoger información en las
instituciones que deben producirla: policía nacional, policía
judicial y fiscalía. En principio, como el sicariato no es
reconocido legalmente, la información oficial no da cuenta
del fenómeno, pero también queda la impresión que
no existe interés en medirlo y conocerlo.
Para tener una aproximación a la problemática, hemos
recurrido a los datos obtenidos en la prensa nacional,
básicamente en los años 2007 y lo que va del 2008
(abril) de los diarios El Universo de Guayaquil y El Comercio
y Hoy de Quito5. Esta fuente de información no
es la más precisa debido a la serie de limitaciones y problemas
que introduce: primero, el universo de la información
proviene de las ciudades más grandes donde existen
corresponsales, eso significa que no existe una cobertura
nacional. Segundo, que no todos los casos se registran,
incluso en las ciudades donde se publican los periódicos,
lo cual genera una cifra negra importante (sea porque
no se identifica el homicidio o porque no se lo considera
noticia).Y tercero, porque el dato tiene un nivel de
procesamiento periodístico -realizado por el propio medio-,
sin que haya criterios científicos de profundizar la
problemática más allá del hecho noticioso.
Con el presente estudio exploratorio se busca mostrar
la existencia del sicariato, evidenciar algunas características,
señalar los problemas que implica el negarlo,
constatar los impactos que produce en la sociedad y sus
instituciones, y reflejar la necesidad de investigar en profundidad
este fenómeno. Es, por tanto, un primer acercamiento
a una problemática, que deberá continuar investigándose
en el futuro.
El objeto de estudio: el sicariato
El sicariato es en la actualidad un fenómeno económico
donde se mercantiliza la muerte, en relación a los mercados
-oferta y demanda- que se desarrollan, cada uno de
los cuales encierra un tipo específico de víctima y motivación
del contratante. Es un “servicio” por encargo o
delegación que carece de mediación estatal y posee una
importante “mediación social”, que lleva a la pérdida del
monopolio legítimo
...