El sicariato en Colombia

El sicariato en Colombia

LINA RAMIREZ

A un sicario por concepto se le alude al referirse a una persona que mata por encargo o contrato, éste recibe un pago generalmente en efectivo, bienes o protección.

El sicariato en Colombia, es una problemática que tras aproximadamente 70 años desde su aparición, ha evolucionado y se ha configurado en la cotidianidad como una realidad laboral atroz, remontada a sus propias raíces.

Sus inicios se cimientan en un escenario pagado por políticos en 1946, tiempos del gobierno de Mariano Ospina Pérez donde la lucha entre conservadores y liberales, dio paso la contratación de los primeros sicarios con la finalidad de arrasar con los liberales, a estos se les denominaba en aquel entonces “Pájaros”.

Hacia los años 60, la centralización era evidente. La “inseguridad urbana” generada por la agrupación de los “pájaros” y criminales dedicados a la delincuencia común y la creciente ola del contrabando produjo crímenes vinculados con las importaciones, donde los “agentes” comenzaron a exhortar cobradores para hacer responder o en dado caso matar a los deudores.

Su máxima expresión sucedió tras el auge del narcotráfico en los años 80, con la aparición de los carteles, primordialmente en Cali y Medellín, por ajustes de cuentas y ambición de poder territorial y económico en las zonas.

Esto de algún modo fundó una nueva modalidad auspiciada por la débil estructura judicial en Colombia, integrando a todo tipo de civiles en la labor del sicariato, empezando por los jóvenes y niños menores de edad provenientes de barrios marginados quienes eran y son irresponsables ante la ley lo que señala la impunidad frente a los delitos e incentiva el papel que estos mismos juegan dentro de las “oficinas de cobro”.

Ahora, esto sumado a la problemática de desigualdad y situaciones extremas de pobreza, eleva el concepto de un sicario a una variable psicológica y de necesidad extrema.

¿Cómo se explica el sicariato en Colombia?

El sicariato en Colombia es una problemática que detona con el narcotráfico, la lucha por el control de los mercados, las rutas de las drogas y los nexos políticos para la creación u bloqueo de las reformas a favor de los carteles preponderantes y se atribuye también a la situación de desigualdad e injusticia del país que devela un factor en común entre las mentes de los sicarios con un trasfondo marcado por una situación pasada que estructura un perfil psicológico alterado y de necesidad extrema.

Bien exterioriza Victor Montoya en su cuento corto Sicario: “El día que iba a matar al enemigo principal del gobierno, el cielo despertó encapotado y la lluvia caía disolviendo los ruidos de la ciudad. En tanto yo, un simple sicario, que siendo aún joven cargaba ya una lápida en la espalda, desperté temprano, me puse un traje de cuero negro, impecable, y me calcé los botines de tejano, los mismos que compré con la mitad del dinero que me pagaron por adelantado”…"De no haber sido ese maldito polvo blanco, que se apoderó de mi cuerpo como un fantasma dispuesto a despertarme los instintos salvajes, estaría

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