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Timbre De Prensa Retenido


Enviado por   •  4 de Junio de 2012  •  1.075 Palabras (5 Páginas)  •  3.043 Visitas

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Vida sin Dios

ROMANOS 1.21–32

Cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles … honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.

ROMANOS 1.23 , 25

El hedonista lo hace. Ya que nunca ha visto la mano que hizo el universo, da por sentado que no hay vida más allá del aquí y ahora. Piensa que no hay verdad más allá de esta habitación. No hay propósito más allá de su propio placer. No hay factor divino. No se preocupa por lo eterno. Como el grillo que se niega a reconocer al constructor, él se niega a reconocer a su creador.

El hedonista opta por vivir como si no hubiera ningún creador. De nuevo, la palabra que Pablo usa es impiedad. Escribió que los hombres «no aprobaron tener en cuenta a Dios» ( Romanos 1.28 ).

¿Qué ocurre cuando una sociedad ve al mundo a través de los ojos de un grillo? ¿Qué ocurre cuando una cultura se conforma con chozas de paja en lugar del palacio del padre? ¿Tiene acaso alguna consecuencia la búsqueda impía del placer? ¿Hay un precio que se paga por vivir para hoy?

El hedonista dice: «¿A quién le importa? Tal vez soy malo, pero, ¿y qué? Lo que hago es asunto mío». Se interesa más en satisfacer sus pasiones que en conocer al Padre. Su vida está tan desesperada por el placer que no tiene tiempo ni espacio para Dios.

Según Romanos 1 , cuando desechamos a Dios perdemos más que los vitrales de la catedral. Perdemos nuestra norma, nuestro propósito y nuestra adoración. «Se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios» ( Romanos 1.21 , 22 ).

1. Perdemos nuestra norma

Cuando tenía nueve años elogié el aeroplano modelo que tenía un amigo.

—Lo robé —me contestó a secas. Pudo notar que me quedé azorado porque me preguntó—: ¿Piensas que no actué bien?

Cuando se lo dije, sencillamente me contestó:

—Tal vez para ti sea malo, pero no para mí. Al robarme el avión no le hice daño a nadie. Conozco al dueño. Es rico. Yo no lo soy. Él puede comprar otro. Yo no.

Lee la respuesta en la pared de una cárcel en Polonia: «Yo liberé a Alemania de las estúpidas y degradantes falacias de la conciencia y la moralidad». 1

¿Quién se jactó de esa manera? Adolfo Hitler. ¿Dónde se plasmaron esas palabras? En un campamento nazi de muerte. Los visitantes leen la leyenda y ven sus resultados: una habitación repleta de miles de kilogramos de cabellos de mujer, cuartos llenos de retratos de niños castrados y cámaras de gas que sirvieron a Hitler como la solución final. Pablo lo describe mejor: «Su necio corazón fue entenebrecido» ( Romanos 1.21 ).

2. Perdemos nuestro propósito

La siguiente conversación ocurrió entre un canario en una jaula y una alondra en el alféizar de la ventana. La alondra miró al canario y le preguntó:

—¿Cuál es tu propósito?

—Mi propósito es comer semillas.

—¿Para qué?

—Para poder ser fuerte.

—¿Para qué?

—Para poder cantar —respondió el canario.

—¿Para qué?

—Porque cuando canto me dan más semillas.

—¿De modo que comes para poder ser fuerte para poder cantar para que te den más semillas para que

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