ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Trabajo Práctico Completo Aura Carlos Fuentes

Solange199527 de Noviembre de 2012

4.893 Palabras (20 Páginas)2.292 Visitas

Página 1 de 20

Trabajo práctico.

“Aura” de Carlos Fuentes.

I. Significa «un viento suave y apacible»; ello nos recuerda inmediatamente la forma como Aura se desliza por los corredores del viejo caserón, caminando despacio y sin que sus pies produzcan el más leve sonido. Este significado está muy ligado al segundo, donde «Aura» se identifica con una “atmósfera irreal que rodea a ciertos seres». Esta definición establece una diferencia entre los seres humanos, pues que unos poseen esta atmósfera irreal, fantástica, y otros no. Hay un grupo de elegidos que se encuentra por encima de los demás. A ese grupo pertenecería Aura, pues el ámbito impalpable e indefinible en que está envuelta a lo largo de toda la obra la convierte en un ser inasible que aparece y desaparece sin dejar rastros. En un tercer significado, «Aura» es un «ave rapaz diurna, de América, de cabeza desnuda y plumaje negro, que tiene olor nauseabundo y se alimenta de animales muertos. En este caso, este significado esta relacionado con las comparaciones que establece el autor entre la bruja, el ave y la sabiduría. El nombre Aura para referir a este pájaro exclusivamente americano, actualiza la tradición occidental de las brujas: a) ave rapaz diurna: imagen central: la luz b) localización geográfica: América. c) Relación directa con la muerte. De esta manera el nombre Aura nos introduce en una realidad de hechicerías.

II. Personajes: Aura: personaje principal. Es la sobrina de la viuda de Llorente. Dueña de una seductora juventud y unos imponentes ojos verdes. Silenciosa y sumisa ante la tía.

Felipe Montero: personaje principal. Joven, maestro de historia que en busca de mejor fortuna acude a la casa de Consuelo llamado para un trabajo. Inteligente y solitario.

Consuelo de Llorente: personaje principal. Una anciana que, a veces, parece estar llena de lucidez y, otras, parece haber perdido el sentido de la realidad. Obsesionada con su marido y con la muerte.

III. Carlos Fuentes escogió como epígrafe una parte del libro “La Bruja” de Jules Michelet, publicado en 1862:

“El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña; es la madre de la fantasía, de los dioses. Posee la segunda visión, las alas que le permiten volar hacia el infinito del deseo y de la imaginación....Los dioses son como los hombres: nacen y mueren sobre el pecho de una mujer”.

• Existen ciertos elementos que nos permiten establecer relaciones claras con la brujería: la oscuridad y la humedad de la casa, la presencia de los gatos (animal preferido de la bruja), el conejo como acompañante de la viuda (las brujas siempre tienen un animal que representa el demonio familiar), los frascos vacíos en el cuarto de la anciana, las imágenes iluminadas, los rezos, el color verde siempre repetido como una simbología de la naturaleza, de los campos sobre los cuales se realizan los aquelarres (reunión de brujas con el demonio)

IV. Hacia el final de la historia Aura y Consuelo se confunden cada vez más, y esto se intensifica con las lecturas que Montero realiza sobre las memorias del difunto esposo de Consuelo. Al ver las fotografías de la viuda joven se confunden allí Aura y Felipe con los retratos de Consuelo y su esposo. En la parte final, cuando Felipe intenta poseer a Aura en la habitación de Consuelo, al tocarla, cae en la cuenta de que está tocando a la vieja, su piel, sus labios son los de la anciana, Consuelo, Aura se ha ido. Agotada, Consuelo promete a Felipe que Aura volverá, que la traerán juntos.

V. La casa.

Como la ciudad o el templo, la casa, simbólicamente está situada en el centro del mundo; es la imagen del universo. Es significativo que la casa de Aura esta situada físicamente en el centro de la Ciudad de México, reforzando su carácter simbólico:

"Te sorprenderás que alguien viva en la calle de Donceles. Siempre has creído que en el viejo centro de la ciudad no vive nadie."

Además debemos recuperar el adjetivo "viejo", lo cual da a este "centro" donde la casa se ubica un carácter de contenedor de cierto pasado, de cierta tradición. Por otra parte y, como simbolismo más fuerte, la casa representa lo femenino por ser identificada a la madre, al refugio o protección, el seno materno. Esto es interesante porque el personaje principal, Felipe Montero, siente que la casa de Aura es su casa, es el lugar donde siempre debió estar, es el sitio que le pertenece y que le brinda paz:

“...estiras las piernas, enciendes un cigarrillo, invadido por un placer que jamás has conocido, que sabías parte de ti, pero que sólo ahora experimentas plenamente,[***] liberándolo, arrojándolo fuera porque sabes que esta vez encontrará respuesta...”

También esta casa es como un gran útero que lo recibe, útero oscuro y húmedo que lo acoge y lo deja lejos de exterior:

“Cierras el zaguán detrás de ti e intentas penetrar la oscuridad de ese callejón techado- patio, porque puedes oler el musgo, la humedad de las plantas, la raíces podridas, el perfume adormecedor y espeso- ...

VI. Es importante destacar en este momento la incidencia simbólica del color verde, como si fuese ese color, nombrado numerosamente en el texto, el color implícito del Aura, que no sólo cubre al personaje del mismo nombre, cuyos ojos son verdes y siempre viste de tafeta verde en la novela, sino que irrumpe en otros espacios. Uno de ellos es la casa llena de musgo, plantas y limosidades: de verde olivo son los tapices y las alfombras, la bata de la vieja Consuelo, sus ojos también. El verde es una tonalidad constante que abunda en las descripciones del texto. Cito algunas incidencias:

"Al fin podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma y vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites que no es cierto, que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocido."

"...una botella vieja y brillante por el limo verdoso que la cubre."

"...tu hermosa Aura vestida de verde."

" Ah Consuelo, mi joven muñeca de ojos verdes... siempre envuelta en ropas y velos color verde como tus ojos..."

"...unas manos han rasgado por la mitad su falda de tafeta verde..."

"...y recorres con la mirada el cuarto: el tapete de lana roja, los muros empapelados, oro y oliva, el sillón de terciopelo rojo, la vieja mesa de trabajo, nogal y cuero verde..."

VII. Pero quizá lo más importante es que él penetra a un universo femenino, un universo lleno de exotismo y magia, que es el interior de esa casa, porque él ha dejado atrás el exterior al cual cree pertenecer:

" antes de entrar miras por última vez sobre tu hombro, frunces el ceño porque la larga fila detenida de camiones y autos gruñe, pita, suelta el humo insano de su prisa. Tratas inútilmente de retener una sola imagen de ese mundo exterior indiferenciado."

Ese mundo exterior, concreto y real, queda atrás y ahora se penetra, porque ese es el verbo que se utiliza, penetrar, y no cruzar o entrar, por ejemplo, reforzando así su masculinidad en relación al universo al que va habitar, femenino totalmente. El personaje penetra esa oscuridad, ese universo conservado y hecho por mujeres. De esta forma se refuerza la propuesta de que la casa se presenta en la novela como una alegoría de lo femenino: húmeda, oscura, laberíntica, mágica, orgánica y revestida de pasado. Felipe Montero, al entrar a la casa se introduce en otra realidad: la femenina, acogedora, pero también amenazante.

Este espacio femenino está dominado por la oscuridad, debemos recordar que todo los lugares donde las mujeres se mueven son oscuros, llenos de penumbra o casi, todos los espacios de la casa son lugares de sombras, todos menos la habitación de él, la del hombre, cuya luz es tan intensa que incluso ciega:

“Cierras -empujas- la puerta detrás de ti y al fin levantas los ojos hacia el tragaluz inmenso que hace las veces de techo. Sonríes al darte cuenta que ha bastado la luz de crepúsculo para cegarte y contrastar con la penumbra del resto de la casa.”

Tal pareciera que el hombre es un ser para la luz, la mujer un ser para las sombras. El hombre, además, esta hecho para irrumpir y penetrar espacios (recuérdese que él abre todas las puertas sin necesidad de llaves, no hay ningún lugar vetado para él), la mujer para perpetuarlos:

"Es que ya estoy tan acostumbrada a las tinieblas... Es que nos amurallaron, señor Montero. Han construido alrededor de nosotras, nos han quitado la Luz. Han querido obligarme a vender. Muertas, antes. Esta casa está llena de recuerdos para nosotras. Sólo muerta me sacaran de aquí."

Todo bajo el techo de esa casa vieja y retraída convoca y custodia el pasado al tiempo que rechaza al presente.

VIII. LOS RITUALES

En el texto encontraremos varios rituales que son convocados en la obra. Recordemos que un ritual es en su sentido más estricto un acto de repetición que recupera una acción cuyo momento de creación u origen no queremos que desaparezca. La ritualidad nos permite no olvidar un acto pasado, conservarlo en su repetición. Como señala Octavio Paz, el rito es el eterno retorno, no hay regreso de los tiempos sin rito, sin encarnación y manifestación de la fecha sagrada. Sin rito no hay regreso. Tal pareciera que la instancia narrativa sigue esta concepción de rito, y que incluso, la rutina de las acciones que se repiten una y otra vez de manera obsesiva en el texto, llegan a convertirse en actos rituales:

- La cena de los riñones con tomates asados

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (29 Kb)
Leer 19 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com