Un Concursosin Contexto

UN CONCURSO SIN CONTEXTO

Y llegó el día del concurso. Cientos de personas se habían agolpado en el salón mayor del palacio para conocer cuál sería el ganador del concurso organizado por el Rey que pretendía conocer cuál era el mejor orador de todo el reino. No era un reino cualquiera. De hecho, las tierras gobernadas por ese monarca estaban distribuidas en prácticamente todos los usos horarios y por tanto los oradores venían de zonas disímiles no solo geográficamente, sino también cultural y sociológicamente.

Los asistentes más puntuales ocuparon los primeros puestos, había mucha expectativa sobre lo que acontecería sobre el escenario, pues por primera vez tendrían representantes reales de zonas muy remotas, de donde solo llegaban malas noticias y mercancía en dudosas condiciones.

- “Que pase el representante de la primera región!” - urgió el moderador. Ante lo cual subió al escenario un hombre alto, bien vestido y con una sonrisa resplandeciente. Tenía un manejo de lenguaje y de escenario impecable. Su atractiva imagen por momentos hacía olvidar las palabras que pronunciaba. Lo que ocurría en el escenario era muy curioso, pues a pesar de que todas las palabras eran conocidas y castizas, el mensaje general no se lograba entender.

Ante la sensación de haber presenciado un excelente ejercicio de oratoria, pero a la vez no haber comprendido el mensaje, los asistentes quedaron a la expectativa del siguiente concursante.

Lo curioso es que con los restantes ocho concursantes que venían de zonas muy distantes, ocurrió lo mismo: se tenía la sensación de estar ante la presencia de habilidosos y superdotados oradores que utilizaban el mismo idioma, pero cuyo mensaje se truncaba en el intento de trasmitirlo.

Sumidos en medio de la vergüenza por no haber comprendido los mensajes y la decepción de no saber a cuál de los concursantes elegir, el jurado se retiró a deliberar sobre el ganador.

- “A cuál debemos elegir?” - se preguntó el cuerpo deliberante - “todos tienen grandes habilidades: uno gran expresión corporal, otro, un gran dominio de escenario, otro una gran capacidad de convicción, otro mucha seguridad y firmeza en su tono de voz, y así con todos ellos, pero la verdad es que no captamos a cabalidad el mensaje de ninguno de los concursantes, a pesar de ser nuestro mismo idioma”.

Un viejo académico, asesor del rey en temas de discursos, creyó entender el motivo. “Es sencillo: las palabras son las mismas, pero los contextos son diferentes. Todos tienen grandes capacidades y competencias comunicativas, pero dado que vienen de diferentes regiones del mundo, no es posible conocer el alcance de sus palabras, pues ellos las pronuncian en un contexto diferente al nuestro, así, cuando se suponía que debía ser gracioso no lo comprendíamos así y cuando su oratoria pretendía ser coloquial y familiar

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