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Un despertar


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2015  •  Apuntes  •  1.413 Palabras (6 Páginas)  •  338 Visitas

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Nombres: Valentina Hernández, Carlos Alberto Quintero, María José Mosquera.

Grado: 8°A.

“Tradiciones y comunidades indígenas: una posibilidad de entender el valor y respeto por las raíces y orígenes de nuestra historia”

Fernando Soto Aparicio, por medio de su obra “Los Hijos del Viento”, no solo ha permitido a los lectores tener una visión más aproximada y documentada de la historia de nuestro país, sino también más vivencial a través de los ojos de los protagonistas, no solo de éste sino también del resto de sus libros. En el caso de “Los Hijos del Viento”, como en la mayoría de ellos, otorga un papel protagónico a la mujer, representada y personificada en esta historia por Llovizna Abril. Es precisamente este personaje el que logra reflejar lo que para la comunidad indígena de los “Uwa”, en quienes se centra esta historia, significó la llegada primero de la iglesia y después de la multinacional petrolera “Petromyx” a su pueblo. Este trabajo entonces, intentará dar cuenta del impacto que estos dos grupos generaron tanto en la cultura como en la vida de los “Uwa”. Qué significó y representó para ellos y de qué manera los cambió y afectó su presencia.

Para comenzar, es importante mencionar que como la mayoría de las tribus indígenas, en sus orígenes, los “Uwa” se destacaban por ser una comunidad caracterizada por la armonía, el respeto a su cultura y tradiciones, por mostrar un infinito amor y respeto hacia la naturaleza y hacia la madre tierra y por mantener entre sus miembros una relación fraterna, cooperativa y solidaria.

En el caso de “Petromyx”, resulta relevante decir como lo plantea el autor, que la mayoría del personal de la petrolera se caracterizaba por “ser gente que no se preocupaba por llenar su espíritu, sino por engordar su bolsillo y desbocar su ambición” (Aparicio, 2014). Con ello se pone de manifiesto, el afán desmedido de los extranjeros por robar las riquezas del territorio de los “Uwa”, en particular el petróleo de su tierra, siendo el propósito principal de quienes trabajaban para ella, dar rienda suelta a su ambición y deseo de enriquecerse rápidamente, sin importar las consecuencias que para la comunidad indígena representara lo que ellos hicieran. Gente que estaba dispuesta a pasar por encima de lo que se interpusiera en su camino con tal de obtener lo que quería. Gente que subestimando a los indígenas como si fuesen inferiores, nunca se detuvo a aprender o mucho menos a valorar lo que para ellos representaba la tierra o la naturaleza. Construyeron una represa, hicieron edificaciones en lugares sagrados para los indígenas, desviaron el curso del río robándoles la posibilidad de obtener de él, lo que naturalmente les ofrecía. Fue Llovizna, la protagonista de esta historia, la primera en tratar de reclamar o protestar por lo que la petrolera arrasaba a su paso. Su corazón se fue llenando de ira, resentimiento y frustración: “Con rencor solía mirar las edificaciones de Petromyx que se alzaban a la sombra de la que había sido la colina sagrada de los indios, donde tiempo antes ella y su amigo Malabú habían encontrado la estatua del representante del Padre Sol. Todo lo atropellaban los extranjeros, pensaba apretando los puños”  (Aparicio, 2014). Los “Uwa”, veían con tristeza y desolación como la petrolera profanaba y arrasaba con todo lo que para ellos resultaba sagrado y de profundo respeto: la tierra y la naturaleza. Observaban con desconsuelo como explotaban y extraían incansablemente y sin medida alguna el petróleo de su tierra. Es así como surgen en los protagonistas de esta obra importantes interrogantes, como el que a continuación se plantea: Malabú le expresa a Llovizna: “es petróleo, la sangre que están sacándole a la tierra. Vale más que los hombres. Lo cual, no es gran cosa, porque la mayoría de personas no valemos nada. Nos ponen precio según la fuerza que tengamos para trabajar, o el peso que representemos como carne de cañón” (Aparicio, 2014). Lo que dicho sea de paso, denota  el valor que por encima de la vida misma y de las personas, cobran los bienes materiales. Pone ello en evidencia, que priman en el alma de los extranjeros, sentimientos de ambición, poder y codicia.

Así pues, un sentimiento de impotencia se fue depositando y arraigando cada vez con más fuerza en el corazón de los “Uwa”. Poco a poco fueron resignándose a permitir que la petrolera hiciera o acabara a su paso con lo que quisiera. Solo Llovizna,  Malabú, Yussara y Yerú, personajes centrales y relevantes de la obra, se opusieron y trataron hasta el final de recuperar lo que por derecho les pertenecía.

Al poder y presencia destructiva de la multinacional “Petromyx”, se le sumó el hecho de que la iglesia, representada en la figura de los misioneros, todo el tiempo intentara cambiar las tradiciones, costumbres y cultura de los “Uwa”. Siendo la idea de “civilizar” a los “salvajes”, el pretexto perfecto del que se valieron los representantes de la iglesia, para paulatinamente convencer a los indígenas y llevarlos a adoptar las reglas, costumbres, actitudes, normas y comportamientos de los que sí eran considerados “civilizados”. Tal como el alcalde de “Vigía del Viento”, el pueblo donde vivían los “Uwa” se lo dijo despectiva y amenazadoramente a Llovizna un día: “O estos indios hablan español, o se callan la jeta hasta nueva orden; o visten decentemente, o a cada indio o india que veamos desnudos los vamos a cazar como a borugos; o aceptan al Dios católico o les vamos a incendiar esas Malocas mayores, donde se reúnen a blasfemar; o entregan la madera para los puentes y durmientes del ferrocarril, o les volamos sus malditos árboles con dinamita. En resumen: o se rinden, o los fumigamos con glifosato y con helicópteros artillados” (Aparicio, 2014). Palabras como estas, evidencian la intimidación, barbarie y violencia permanente a la que fueron sometidos los indígenas. Fueron acciones como las ejecutadas por el poder representado en los dos grupos mencionados, que la vida, principios, preceptos y vivencias pacíficas de los indígenas, silenciaron la voz de quienes pedían justicia.

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