Un mundo de oportunidades

Un mundo de oportunidades

Introducción:

Muchas veces escuché hablar de las dificultades que tiene el trabajo en escuelas de zonas rurales y de islas, lo difícil que es llegar, lo complicado que es planificar para plurigrado, el cansancio que genera las horas de viaje, o el aislamiento, si toca quedar en la escuela durante la semana, la falta de comunicación con otros colegas para discutir sobre cuestiones institucionales, el poco interés de algunos chicos, la falta de materiales y las pobres infraestructuras en las que se tiene que dar clases. Y así podría seguir enumerando infinidad de cuestiones adversas que se presentan en la educación de zonas rurales y de islas. Pero no es lo que pretendo, en realidad mi interés se centra en resaltar las virtudes de este tipo de modalidad, porque también tiene sus cosas buenas, y tendríamos que aprender a mirar eso, y dejar de quejarnos de todo lo que ya se sabe que está mal, dejar de tirar tierra encima, y empezar a excavar para encontrar el valioso tesoro que espera latente, ser descubierto.

Desarrollo:

Educar en contextos rurales y de islas plantea un desafío, para algunos, traumático, pero para otros plagado de oportunidades. La enseñanza en escuelas rurales y de islas siempre fue vista como desprovista de oportunidad para el desarrollo pleno de la educación. Sin embargo, es todo lo contrario, en primer lugar el vínculo entre docente-alumno se ve favorecido, ya que el grupo de niños es mucho menor que en las escuelas urbanas, esto permite que el docente y sus alumnos creen vínculos más estrechos, así mismo el vínculo entre pares es mucho mejor.

En segundo lugar, las aulas plurigrado favorecen el trabajo cooperativo de los chicos, se ayudan entre ellos y el compañerismo crea un clima propicio para el desarrollo de la clase, `potencia su autonomía y es una herramienta valiosa para el docente, ya que puede encargarse de manera más específica de aquellos alumnos que necesitan un acompañamiento particular.

En tercer lugar, las salidas didácticas son mucho más placenteras y ordenadas, al ser menor la cantidad de alumnos que participan, el desplazamiento fuera del aula se organiza de una manera más prolija y segura. Los niños están muy familiarizados con sus contextos y sacarlos de su monotonía para conocer otros lugares favorece y aumenta su curiosidad por aprender.

En cuarto lugar, los docentes que tomen la oportunidad de enseñar en estos contextos verán sus experiencias de trabajo más fortalecidas, ya que podrán implementar de forma sencilla herramientas didácticas innovadoras que ayudan y potencian el aprendizaje. Otro punto a favor que brinda la educación rural y de islas es la autonomía en la organización institucional, tal vez en un principio sea un desafío, sin embargo, quien lo sepa aprovechar verá una valiosa lección. Además si en el futuro su carrera laboral lo llevará a una escuela urbana, la autonomía frente a decisiones complejas le será sencillo afrontarlas.

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