Unidad Dos Estructura
marcosmarcoscruz19 de Octubre de 2013
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2.1.4. Recrudecimiento de la lucha armada
Carranza se alza contra Victoriano Huerta.Carranza se alza contra Victoriano Huerta
(Imagen tomada de la serie: México en el siglo XX. Dirección General de Televisión Educativa).
A pesar de vencer a Victoriano Huerta, Carranza no concretó el anhelado deseo de lograr la paz y la estabilidad que tanta falta le hacían al país. Lejos de ello, se recrudecieron los conflictos y las desavenencias entre las facciones, particularmente por el problema que representaba para Carranza el poder de Villa con su insistencia en que se respetara el Pacto de Torreón, con sus anhelos de justicia social y de lograr un Estado donde los campesinos fueran libres y autónomos.
Lo mismo sucedió con Zapata, quien no sólo no se sentía identificado con Carranza sino que además exigía el cumplimiento de lo contenido en el Plan de Ayala y seguía con su reclamo histórico sobre la propiedad de las tierras.
Para enrarecer más el ambiente, ni Villa ni Zapata fueron invitados a firmar el Tratado de Teoloyucan y, además, se les impidió entrar con sus respectivos ejércitos a la Ciudad de México y participar del triunfo obtenido sobre Huerta.
Resulta entonces evidente que las posiciones entre los grupos eran irreconciliables, pues lo que realmente deseaba Carranza era la total sumisión de ambos bandos.
Las diferencias entre los grupos eran muchas: pertenecían a diferentes clases sociales, regiones y culturas. No obstante, Carranza en un último intento por congraciarse con las facciones, convocó a la Soberana Convención Revolucionaria donde participaron los 150 generales más connotados o sus representantes, quienes sesionaron entre el 10 de octubre y el 10 de noviembre de 1914 en Aguascalientes.
En la Convención Revolucionaria se tomaron resoluciones fundamentales pues, al declararse soberana e independiente, acabó por desconocer a Carranza como encargado del poder ejecutivo, reconoció a Villa como jefe de la División del Norte y eligió a Eulalio Gutiérrez como presidente provisional.
La convención no tuvo peso militar pero sí alcanzó gran proyección ideológica, pues de ella se derivó la forma que habría de adoptar el México emanado de la revolución.
Además, los dos ejércitos revolucionarios, mayoritariamente campesinos, trataron de superar sus diferencias y definieron un proyecto político que lograría el consenso de los mexicanos.
Si pensamos que en ese tiempo la inmensa mayoría de la sociedad mexicana era pobre, rural y campesina, el proyecto apuntaba a un gran éxito como más tarde se constataría en algunas de las partes que se recuperaron para insertarse en la Constitución de 1917.
La convención convocada por Carranza provocó, en vez de la conciliación de las diferentes facciones, el reposicionamiento de las fuerzas ahí donde tenían mayor peso estratégico: Villa en el norte, Zapata en el sur y Carranza en el Golfo, con las ricas fronteras marítimas de los puertos de Veracruz, Tampico y la península de Yucatán.
Entonces Carranza decidió establecer su gobierno en el puerto de Veracruz.
La Ciudad de México fue ocupada por fuerzas villistas y zapatistas el 6 de diciembre de 1914, después de celebrar el Pacto de Xochimilco en el que ambos frentes convinieron una alianza militar.
Sin embargo, sin un ideario político y asediados por los carrancistas (especialmente por Obregón), empezaron a perder fuerza militar y a sufrir varias derrotas importantes que culminaron con los carrancistas recuperando la capital de la república. El talento militar de Obregón y la testarudez de Carranza habían cobrado sus frutos.
En términos militares, sólo faltaba aniquilar al villismo y al zapatismo, a lo que quedaba de la Convención de Aguascalientes y a otros movimientos de menor monta que no se habían sumado a Carranza.
Así, desde 1915 y durante todo el siguiente año, se realizó una intensa campaña de pacificación que –en ocasiones– tuvo tintes genocidas; los que no “comprendieron” el plan de pacificación de Carranza y se subordinaron a él, fueron sometidos, fusilados o incluso asesinados a mansalva, como el caso de Zapata quien fue traicionado por el coronel Jesús Guajardo, en la Hacienda de Chinameca (Morelos) el 10 de abril de 1919.
Villa se vio forzado a regresar a su otrora actividad guerrillera con gran escasez de pertrechos y armamento. Se logró mantener así hasta 1920, cuando Adolfo de la Huerta logró la rendición del caudillo.
El 26 de junio de 1920, Villa firmó los Convenios de Sabinas, obligándose a deponer las armas y a retirarse a la Hacienda de Canutillo (Durango), que el gobierno le concedió como pago por sus servicios durante la revolución.
Cuando Álvaro Obregón llegó a la presidencia de México, y ante la posibilidad de que volviera a levantarse en armas, decidió matar a Villa en una emboscada, el 20 de julio de 1923 en Parral, Chihuahua.
Carranza fue el primer presidente constitucional de la revolución pero las condiciones que tuvo que enfrentar eran todavía mucho muy adversas; la pacificación del país estaba lejos de ser alcanzada, muchas actividades económicas estaban seriamente dañadas por todo el conflicto bélico.
Además, por haber dispuesto del erario público para la guerra, surgieron problemas financieros derivados de la inestabilidad política como la inflación y la emisión de circulante, pues al no haber un organismo que regulara todas estas actividades, era muy difícil controlarlas. Por esta razón, Carranza se entregó a estas cuestiones dejando a un lado las promesas sociales y sólo se distinguió un ligero avance con la creación de la Confederación Regional Obrero Mexicana (CROM) que más tarde sería utilizada por el gobierno como puntal para el corporativismo.
Un problema al que también debió enfrentarse Carranza fue el relacionado con la política exterior, pues con el estallido de la Primera Guerra Mundial, a Estados Unidos no le convenía que nuestro país se aliara con las potencias enemigas.
Esta situación la supo manejar muy bien ya que a través de ella obtuvo, entre otras cosas, el reconocimiento a su gobierno. Sin embargo, a EE.UU le preocupaba la interpretación del nacionalismo que se le había dado al recientemente creado Artículo 27 Constitucional.
A finales de 1919, el ambiente volvió a enrarecerse ante la proximidad de la sucesión presidencial. Carranza y su grupo de liberales moderados impusieron a un civil casi desconocido para contender por la presidencia de la república que era embajador en Washington, Ignacio Bonilla, mientras que el grupo liberal radical encabezado por Obregón postulaba a su caudillo basándose en su prestigio y en su reciente oposición a Carranza.
No obstante, fue hasta abril de 1920 que Obregón publicó el Plan de Agua Prieta donde desconocía a Carranza, se adhería a la Constitución de 1917 y designaba como presidente provisional a Adolfo de la Huerta.
La rebelión no se hizo esperar; el movimiento armado se extendió con rapidez y pronto controlaba prácticamente todo el territorio nacional, a excepción del camino hacia Veracruz donde Carranza pretendía volverse a refugiar.
En el camino al puerto, en las montañas de Puebla, concretamente en el poblado de San Antonio Tlaxcalantongo, Carranza fue acribillado el 20 de mayo de 1920.
Con esto, se cerraba otro capítulo de la Revolución Mexicana, quizá el más álgido, pues se caracterizó por la violencia, la destrucción y por los altos costos sociales pero también permitió que se pusieran los cimientos de un México menos injusto. Ese papel le habría de tocar al grupo sonorense que gobernó al país hasta 1934.
2.1.5. Promulgación de la Constitución de 1917
Constitución Mexicana de 1917.Constitución Mexicana de 1917.
Carranza cumplió con su promesa de reconstruir el Estado nacional con nuevas instituciones e incluir la representación que hicieran los grupos populares tomando en cuenta, por lo menos mínimamente, los reclamos de obreros y campesinos. Convocó a un congreso constituyente –aunque excluía a villistas, zapatistas y convencionistas– para elaborar la Carta Magna que moldeaba el camino que debería tomar el nuevo Estado.
No obstante, era inevitable una efervescencia política muy marcada pues unos eran alentados por el Primer Jefe del ejército constitucionalista y otros por la deslumbrante carrera militar de Obregón.
En el Congreso Constituyente se abrieron básicamente tres flancos:
Los liberales radicales o “jacobinos” que clamaban por cambios muy profundos en la estructura social, económica y política en México y que se adherían a las reformas emprendidas por Juárez oponiéndose a todo lo clerical, especialmente al conservadurismo de la Iglesia Católica.
Los liberales moderados de corte menos beligerante que los primeros y que proponían también cambios radicales pero sin entrar en conflicto con los intereses de la Iglesia y los sectores acaudalados del país.
Los conservadores que querían que los cambios propuestos en dicho congreso fueran más bien cosméticos sin afectar a los intereses de ningún grupo importante.
En suma, la extracción social de los constituyentes fue heterogénea pues había civiles, militares, profesionistas, mineros, negociantes, poetas, periodistas, rancheros, profesores, trabajadores, etc., todos ellos sesionaron del 1 de diciembre de 1916 al 31 de enero de 1917 en la ciudad de Querétaro.
La revolución había hecho presentes nuevas aspiraciones sociales y políticas y, por ende, las antiguas leyes no servían para atender esta nueva realidad. México
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