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Unidad I Idioma Inglés

hinatasama9 de Diciembre de 2014

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I. EL APRENDIZAJE DE VOCABULARIO. CONSIDERACIONES GENERALES

En el proceso de adquisición/aprendizaje de una lengua, el sujeto cuenta con diferentes recursos estratégicos y lingüísticos que permiten al hablante de esa lengua expresar tanto oralmente como por escrito un mayor número de conceptos y hacerlo con mayor corrección. Dentro de ese abanico de recursos, el vocabulario juega un papel especialmente importante, pues de él depende en gran medida el grado de competencia comunicativa del sujeto, tanto en su vertiente activa (expresión) como pasiva (comprensión).

Antes de centrar este tema desde una perspectiva didáctica es preciso realizar algunas aclaraciones. Léxico y vocabulario son dos términos intercambiables, aunque léxico hace referencia al sistema (langue) y vocabulario lo hace a la utilización del sistema (parole). En el presente trabajo utilizaremos indistintamente ambos términos para referirnos al concepto general de vocabulario. Por otro lado, el significado puede ser de dos tipos: denotativo y connotativo, el primero concierne al significado propio de cada término y el segundo abarca los valores añadidos o sugeridos por una palabra. Otra distinción conceptual necesaria, es la basada en la función de la palabra en un contexto concreto, así, distinguimos entre palabras de contenido (content words), que son verbos, nombres, adjetivos y adverbios; y palabras funcionales (function words), todas las demás. Creemos necesario realizar estas aclaraciones para centrar las posteriores descripciones sobre los aspectos implicados en el aprendizaje de una palabra.

El primer y más importante aspecto a tener en cuenta en el aprendizaje de vocabulario es determinar qué es cuantitativamente una palabra, lo que implicará el número de vocablos que los alumnos tendrán que “saber” para poder mejorar su competencia comunicativa. Carroll et al (1971), distinguen las palabras en función de su forma. Para estos autores, el simple hecho de transformar una letra, haciéndola mayúscula, implica contabilizar esta palabra como una nueva. De esta manera, por ejemplo las palabras: societies, Societies, Society y society, serían contabilizadas como cuatro palabras distintas. Una de las razones para justificar este hecho se encuentra en que muchos de los estudios sobre vocabulario se realizan mediante ordenador y sería prácticamente imposible diseñar un programa que distinguiera sufijos de palabras de la misma familia de las que no lo son. Los estudios sobre concordancias se ocupan específicamente de este tema.

Desde la perspectiva del proceso de aprendizaje de una palabra, los alumnos pueden relacionar cada nuevo vocablo con su lengua materna o con una segunda lengua. Nation (1990), ejemplifica este hecho con la siguiente situación: para un indonesio, la palabra inglesafork puede significar bastantes cosas; garpu (el utensilio para comer); pertigaan (el cruce de carreteras); cabang (la rama de un árbol)... Sin embargo, en inglés el vocablo fork constituye una sola palabra. Definir el término “palabra” mediante el concepto implícito en vez de las diversas aplicaciones que pueda llevar consigo, simplifica el número de palabras que los alumnos tienen que aprender. Este hecho muestra de una manera clara la diferencia entre el aprendizaje de la lengua materna y la segunda lengua/lengua extranjera. Para un alumno extranjero que esté aprendiendo inglés, la citada palabra fork, queda definida por su función: un utensilio que ayuda a llevar la comida a la boca, mientras que para un alumno nativo éste mismo término se define por la forma que el concepto fork lleva implícito. Otra última ventaja didáctica de contabilizar de esta manera el vocabulario estriba en la repetición de una palabra variando su significado en función del contexto, lo que posibilita el “contacto” del alumno con la palabra. Este hecho será tratado al analizar el proceso de transferencia de vocabulario.

¿QUÉ VOCABULARIO TIENEN QUE APRENDER LOS ALUMNOS?

Además de resaltar la importancia del modo de contabilizar las palabras, hay que concretar qué vocabulario deberían aprender los alumnos. Desde un punto de vista didáctico se distinguen tres tipos de palabras: palabras de alta frecuencia, palabras de baja frecuencia y vocabulario especializado. Los profesores tendrían que decidir en qué grupo de los citados se encuentra básicamente el vocabulario que los alumnos aprenderán. Los objetivos que los profesores y los alumnos se planteen afectarán a la selección del vocabulario, así como a las técnicas que se aplicarán para utilizarlo.

Finocchiaro (1983), propone una serie de pautas para su selección y posterior aprendizaje, siguiendo los postulados del método nocional-funcional:

• Palabras de contenido (content words), que se necesiten para comunicarse en el entorno más cercano: el aula.

• Para un nivel elemental tan sólo de tres a cinco palabras deberían trabajarse por sesión. En educación secundaria de diez a quince.

• Las nociones deberían siempre ser introducidas a través del contexto, que ayuden al alumno a aclararlo.

• El nuevo vocabulario debería ser presentado mediante expresiones y estructuras ya conocidas.

• Las palabras de contenido deberían introducirse y ser practicadas junto con otras que generalmente se presentan: palabras de función (function words).

• Las mismas nociones deberían ser reintroducidas tan a menudo como sea posible dentro de un contexto comunicativo.

• Cuando el entendimiento de una palabra depende del conocimiento de otras palabras, debería ser explicado.

• La técnica de realia[1], fichas con fotos o dibujos representativos son elementos que favorecen el significado.

Por su parte, Gairms y Redman (1986), distinguen cuatro aspectos a tener en cuenta en la selección de vocabulario:

• Frecuencia: la frecuencia de aparición de una palabra no es sinónimo de su utilización, pero existe una evidente relación entre ambos conceptos. Uno de los estudios más completos sobre frecuencia de aparición de palabras en lengua inglesa, es el clásico de West (1953) “General Service List of English Words”, en donde se compilan las dos mil palabras más frecuentes en inglés a partir de un estudio sobre 5 millones. De nuevo hay que señalar que la selección de las palabras es una tarea que ha de ir dirigida a satisfacer las necesidades comunicativas de los alumnos, más que orientada por los resultados obtenidos en estudios genéricos.

• Factores culturales, esto es, las preferencias en el uso de vocabulario y variedades dialectales, que hacen que determinados conceptos se expresen de diversa manera. Este aspecto habrá que tenerse especialmente en cuenta a la hora de analizar vocabulario para objetivos específicos.

• Necesidad lingüística y nivel de idioma. Es evidente que las necesidades lingüísticas varían dependiendo de los alumnos. El vocabulario que aprende un alumno cuyo objetivo es entender textos escritos especializados en ingeniería, será muy diferente del que requiera una persona que vaya a viajar por un país angloparlante. El problema se puede plantear, y de hecho se plantea, cuando el nivel de vocabulario requerido es mucho mayor que el nivel lingüístico global del alumno.

• Conveniencia, esto es, que la propia dinámica de la clase, marque las necesidades de vocabulario, sin las cuales los alumnos no podrían entender al profesor o seguir el libro de texto.

El vocabulario seleccionado tiene que tener, desde la perspectiva del aprendizaje de la lengua extranjera en un contexto escolar, un objetivo terminal de carácter comunicativo, es decir, el alumno debería acceder a aquellas palabras o grupos de palabras necesarias para aumentar su potencial de uso del idioma oral y escrito, receptivo y productivo, relacionado estrechamente con áreas de interés propias de su edad.

Insistiremos una vez más en que uno de los criterios claros en la selección de vocabulario es el tipo de aprendizaje que pretendemos se lleve a cabo en los alumnos. El aprendizaje receptivo (pasivo), implica ser capaz de reconocer una palabra y evocar su significado cuando es localizada. El aprendizaje productivo (activo), implica lo señalado para el aprendizaje receptivo y además la habilidad para pronunciarlo o escribirlo con corrección en el momento y estructura precisa. Si nuestros alumnos están aprendiendo inglés con el objetivo de leer o entender oralmente, el aprendizaje receptivo es suficiente. Pensemos por ejemplo, en un profesional de la medicina que quiera leer textos especializados. Sin embargo, si nuestros alumnos quieren cubrir todas las destrezas de un idioma (como es nuestro caso concreto), requerirán un almacén productivo de más de 3000 palabras y uno receptivo mucho mayor (Nation, 1990, cifra esta cantidad en 2,2 veces el productivo, lo que nos lleva a estimar en cerca de 7000 palabras el vocabulario pasivo-receptivo).

Tan importante como la cantidad de vocabulario esperada en nuestros alumnos, es la calidad del vocabulario a aprender, sobre todo si el objetivo final es de tipo comunicativo-activo, donde aspectos como la corrección fonética, ortográfica o sintáctica juegan un papel importante en la fluidez global de los mensajes. Desde el punto de vista de un profesor de idiomas, los motivos para alcanzar estos niveles de calidad en el vocabulario, pueden ser de cuatro tipos:

• La palabra es muy frecuente e importante para los alumnos.

• La palabra provoca una dificultad inusual.

• La palabra en cuestión es necesaria para realizar otro tipo de actividades:

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