Ya desde mucho tiempo atrás, nos hemos visto en la necesidad de realizar clasificaciones para organizar los diversos contenidos de los saberes
Laura Valdes GaribayReseña23 de Febrero de 2017
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Evaluación
Ya desde mucho tiempo atrás, nos hemos visto en la necesidad de realizar clasificaciones para organizar los diversos contenidos de los saberes que se generan, la psicología no ha sido la excepción y se ha visto en la necesidad de clasificar las conductas patológicas. La clasificación de la conducta, anormal aun presenta problemáticas en su desarrollo, o más bien podría decirse que todavía en etapa de conformarse de, en gran medida por los inconvenientes que presenta ubicar en categorías que implica ponerle etiquetas a las personas, y más un por la complejidad e inexactitudes de las causas que originan los trastornos mentales.
Ahora bien las clasificaciónes presentan aspectos que favorecen al desarrollo de una ciencia, pero también existen inconvenientes que dificultan o que muestran dificultades.
Uno de los principales aspectos básicos que justifican la existencia de la clasificación y de los manuales de diagnóstico, está presente en la confiabilidad que se desprende del diagnóstico, ya que se basa esencialmente en criterios sintomáticos ya validados, ya que que además existe una descripción amplia del concepto clínico que se le asigna específicamente a las características de cada trastorno. Por lo anterior podemos consideras a los manuales como amplias “descripciones” ya que una definición se limita a describir las características, en este caso las características clínicas de la conducta anormal. Estas descripciones de características propicias que los síntomas conductuales sean fácilmente identificables, lo que propicia una inferencia mínima por quien realiza las observaciones.
Otra posible ventaja de los sistemas de diagnóstico es su relativa facilidad y que por su amplia exactitud que además según Vizcarro (1996) “La exactitud del diagnóstico puede reflejarse en dos índices, la sensibilidad y la especificidad. La primera se define como la probabilidad de que la presencia de un trastorno sea correctamente diagnosticada como tal. La especificidad, por otra parte, representa la probabilidad de que la ausencia de un trastorno sea adecuadamente identificada.”
Uno de los problemas de los sistemas de organización parametrados, es que hacen que el diagnóstico, de una forma más o menos mecánica caiga en el descubrimiento de un número determinado de coincidencias características de un trastorno, de la mayoría de todos síntomas identificados o clasificados actualmente, y dejan fuera los proceso de razonamiento y la interpretación de múltiples variables no contempladas en los ítems de los diagnósticos. Lo que puede conducir con facilidad a alimentar la creencia de que la calidad del diagnóstico únicamente depende del instrumento utilizado, y de que sólo resulta necesario saberse el manual para poder realizar adecuados diagnósticos clínicos.
Podemos concluir con que la clasificación y criterios diagnósticos de los manuales constituyen, por sí mismos un esfuerzo internacional de unificación de los criterios y de lenguaje para describir las características representativas de las diferentes alteraciones en la conducta, además de representar una estrategia que facilite la interpretación y reduzca las diferencias de criterios para el diagnóstico de patologías.
BIBLIOGRAFÍA.
Vizcarro, C. (1996) Clasificación y criterios diagnósticos de la conducta anormal. En R. Fernández-Ballesteros (Comp.), Introducción a la Evaluación Psicológica, Vol. II. Salamanca: Ediciones Pirámide.
Las diferencias versiones del DSM (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 9 y10)
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