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Ética Profesional

brame20 de Diciembre de 2012

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Las inversiones socialmente responsables como palanca de cambio económico y social

Marta de la Cuesta González

Profesora titular de Economía Aplicada de la UNED.

Colaboradora del área de RSC e

inversiones éticas de Economistas sin Fronteras

Este ensayo forma parte del libro “Inversiones socialmente responsables”

publicado por la Universidad Pontificia de Salamanca

Publicado en Revista Futuros No 11. 2005 Vol. III

http://www.revistafuturos.info

Preguntas Iniciales

1. ¿Qué es la inversión ética o socialmente responsable y con qué mecanismos cuenta para lograr su finalidad?

2. ¿Qué es un fondo de inversión ético y en qué se diferencia de un fondo solidario?

3. ¿Qué experiencias internacionales existen sobre financiación ética y qué avances se están dando en España?

4. ¿Añade valor la información social, ética y medioambiental de las empresas a las decisiones de un inversor convencional?

1. Introducción

La inversión socialmente responsable o inversión ética es aquella que a los tradicionales criterios financieros incorpora criterios sociales y medioambientales. Esta filosofía de inversión permite a los ahorradores ser congruentes con su modo de pensar y pueden servir incluso como mecanismo de presión desde el sector privado para cambiar o al menos orientar las decisiones empresariales de acuerdo a aspectos sociales o medioambientales. Además, de estas inversiones se benefician un conjunto de pequeños proyectos y microempresas que no pueden obtener fácilmente financiación al no ofrecer las garantías convencionales que exigen las entidades financieras tradicionales.

El compromiso del inversor ético puede consistir en la simple exclusión o inclusión de determinadas empresas a la hora de escoger sus inversiones, como hacen la mayor parte de los fondos de inversión y de pensiones éticos, o suponer una implicación más directa en el desarrollo social y sostenible de determinadas comunidades, participando con capital en proyectos, empresas o bancos que apoyan dichas comunidades. Estos últimos mecanismos de inversión y financiación alternativa pueden consistir en fondos de microcréditos o fondos rotatorios, fórmulas de capital riesgo o de garantía recíproca, operaciones de canje de deuda por desarrollo o emisión de valores mobiliarios como bonos solidarios.

Pero sin duda, la forma más extendida de invertir con criterios de responsabilidad social es a través de la participación en fondos de inversión o de pensiones éticos o socialmente responsables Estos fondos permiten dirigir el ahorro de forma colectiva hacia determinados valores que, además de ser rentables, conllevan la financiación de empresas socialmente responsables. En algunos casos, una comisión ética seleccionará los valores, en función de la información suministrada por agencias de calificación independientes o índices sociales, y garantizará que se cumplen una serie de criterios contemplados en el ideario.

Al estudio del significado de las inversiones socialmente responsables, su tipología, finalidad y evolución dedicaremos este capítulo, prestando especial atención a los elementos que configuran los denominados fondos de inversión éticos cuyo desarrollo en nuestro país es de momento escaso.

2. Concepto y justificación de las inversiones éticas o socialmente responsables (isr)

El ahorro ético es una fórmula de inversión que, sin renunciar a la rentabilidad, permite al ahorrador dirigir su excedente hacia aquellas empresas que contribuyen positivamente a un desarrollo justo y equilibrado. Las inversiones éticas no suponen ninguna innovación en el campo de la ingeniería financiera, simplemente hacen explícito su contenido social, medioambiental o redistributivo. Utilizan los instrumentos que proporciona el sistema financiero convencional para canalizar recursos hacia iniciativas y proyectos en los que se conjugan criterios de rentabilidad económica y social. Suponen un importante compromiso social del inversor, ya que permiten canalizar ahorro hacia proyectos o empresas que contribuyen al desarrollo en países empobrecidos así como hacia organizaciones o sectores excluidos del crédito y la financiación dentro de los países desarrollados. En definitiva, son instrumentos alternativos y complementarios de financiación para la acción social y el desarrollo que en algunos casos permiten al inversor reforzar sus derechos de propiedad como accionista.

Las inversiones socialmente responsables son inversiones dirigidas hacia empresas que acrediten buenas prácticas en materia de RSC y que por tanto cuenten con una buena calidad de gestión y de gobierno. Si la responsabilidad social empresarial se concibe pues como un estadio óptimo en la búsqueda de la excelencia empresarial, una adecuada gestión financiera exigirá tener en cuenta el comportamiento de la empresa con la sociedad y el medioambiente.

Hoy en día, existe una mayor presión social hacia un comportamiento más responsable de las empresas motivado en buena parte por los escándalos protagonizados por grandes corporaciones vinculados a falta de transparencia y ética. El mercado cada vez más valora los activos intangibles de la empresa: reputación, buen gobierno, sostenibilidad, y las nuevas estrategias empresariales van dirigidas a gestionar adecuadamente estos activos para atraer nuevo capital e inversión. La ISR pretende pues participar en la restauración de la confianza del sistema y de transparencia de los mercados, y proporcionar al gestor una herramienta de control de riesgos que le permita seleccionar mejor sus inversiones.

Las inversiones socialmente responsables son aquéllas que a los tradicionales criterios financieros añaden criterios sociales y medioambientales permitiendo a los inversores combinar objetivos financieros con valores sociales, vinculados a ámbitos de justicia social, desarrollo económico, paz y medio ambiente

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Dependiendo del grado de compromiso del inversor, nos encontramos con una serie de productos financieros éticos muy diversos. Desde instrumentos financieros convencionales, que simplemente tratan de discriminar la inversión a favor de empresas y organizaciones socialmente responsables, participando en ellas a través de los mercados financieros ortodoxos; hasta fórmulas de financiación más alternativas para proyectos de cooperación en el Sur o de acción social en países del Norte. Según la naturaleza del instrumento empleado pueden consistir en créditos o préstamos, (rotatorios o microcréditos), fondos de garantía, fórmulas de participación directa en el capital (capital-riesgo o operaciones de canje de deuda por desarrollo) o la inversión en empresas mediante la adquisición de valores de forma individual o colectiva. También existen otros mecanismos como los dirigidos a financiar proyectos o actividades específicas como cultivos biológicos, comercio justo, crédito a artesanos, etc. u otras más sencillas como la emisión de depósitos o préstamos solidarios.

Así mismo los operadores de las finanzas éticas son de naturaleza muy variada: desde ONGs o instituciones microfinancieras informales, hasta entidades bancarias supervisadas con sucursales, cajeros automáticos y medios de pago habituales, que ofrecen los mismos servicios financieros y bancarios que sus competidores convencionales.

Los bancos éticos son el ejemplo más emblemático e integral de las finanzas éticas. Se trata, de entidades bancarias sometidas a la misma regulación que sus homólogas, que con su actividad promueven la economía solidaria, dirigiendo el ahorro hacia la concesión de créditos para proyectos sociales en su país y en el Tercer Mundo.

3. Historia de la inversión ética

El origen de las inversiones éticas hay que encontrarlo en motivaciones de índole moral o religiosa. Así, en la década de los cincuenta, algunos grupos religiosos, como los cuáqueros, empiezan a aplicar políticas de inversión que discriminaban actividades como la producción de tabaco y alcohol, y las vinculadas a la industria del juego, actividades que, de acuerdo a sus idearios, dañaban el tejido moral de la sociedad.

Posteriormente, durante la guerra de Vietnam, grupos activistas recuperaron la idea de que la inversión podría ser un importante instrumento de presión ante las empresas, introduciendo estímulos al cambio de las mismas. Las motivaciones eran entonces de índole más social al igual que ocurría en la siguiente década de los 80, cuando se utilizan de nuevo esta inversiones contra la política de Apartheid practicada por el gobierno de Sudáfrica. Los primeros fondos de inversión éticos (FIE) surgen en Estados Unidos ligados al rechazo a estos dos sucesos. En el primero de los casos, se trata de fondos que excluyen de su cartera a aquellas empresas vinculadas con la producción de armamento, supuestamente destinada al abastecimiento de las necesidades de la guerra. Es el caso del denominado Pax World Fund, el primer fondo de inversión ético creado en 1968 de la mano de L.E. Tysson y J.E. Corbett. En el segundo caso, la decisión de muchos inversores de evitar orientar sus recursos hacia compañías con negocios en Sudáfrica en combinación con acciones de tipo político, tuvieron como efecto que entre 1984 y 1990 el número de compañías norteamericanas que invertían directamente en este país descendiera de 317 a 124.

A partir de entonces se desarrollan y consolidan las inversiones socialmente responsables en EEUU llegando a representar a principios

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