ANTECEDENTES DE LUIS ALFREDO GARAVITO
MARROKOR92413 de Diciembre de 2012
5.445 Palabras (22 Páginas)1.087 Visitas
Luis Alfredo Garavito – La Bestia
El colombiano Luis Alfredo Garavito ha pasado a la historia del crimen como uno de los asesinos en serie más prolíficos. Confesó haber asesinado unos 140 menores (todos entre 6 y 16 años y de género masculino) aunque algunos expertos señalan que sus víctimas pudieron ser unas 172 o incluso 192…A cada chico que mató también violó y torturó. Adoraba manosear a sus jóvenes víctimas, pero también las golpeaba, les pateaba el pecho, la cara y el estómago; les saltaba encima, les pisoteaba las manos; amaba hacerles quemaduras con vela y solía morderles las tetillas al igual que Chikatilo; a algunos les amputó dedos, les cercenó las orejas e incluso los genitales; muchas veces mutiló, desmembró e incluso decapitó[1]; y siempre, siempre bebía antes de realizar sus crímenes.
Fue así mismo un verdadero asesino itinerante: recorrió unas cinco veces Colombia, pasando por 59 de los 69 municipios del país y a su paso dejó muerte en 11 (13 con víctimas no confirmadas) de los 32 departamentos de Colombia.
.
Un pasado marcado por el dolor
Luis Alfredo Garavito nació un 25 de enero de 1957 en el municipio de Génova Quindío en Colombia. Fue el primero y por tanto el mayor de los siete hijos que tuvo la familia Garavito Cubillos. Su formación académica no fue nada sobresaliente ya que apenas estudió hasta el quinto de primaria, debido tanto a la mala memoria que tenía como a la cruel constancia con que su padre —un tipo violento, bebedor y mujeriego—, le recordaba lo “bruto” que era.
Como muchos colombianos, Garavito tuvo que irse a vivir a otro lugar debido al azote de un conflicto interno signado por la sangrienta guerrilla y las respuestas del Ejército y los paramilitares. Llegó así, junto a su familia, al caluroso pueblo de Ceilán en el norte del Departamento del Valle.
Allí, en Ceilán, Garavito ingresó a la escuela Simón Bolívar con gran entusiasmo. Al comienzo todo iba bien para él pero pronto sus problemas internos empezaron a transformarlo en un niño tímido e introvertido, usualmente violento y frecuentemente molestado por sus compañeros que le tildaban de “Garabato” (por el apellido). Sumados a esos problemas sociales estaba el complejo de inferioridad que en Garavito se iba acentuando al saber que, encima de ser un chico con lentes al que hostigaban, era un niño con pánico escénico, con miedo de pasar al pizarrón y, claro está, sin la capacidad de sobresalir en los exámenes y demás asuntos de la vida escolar.
Paralelamente a toda esa frustración escolar, Garavito nunca tuvo un buen entorno familiar, por lo que años después declaró que tenía “la desgracia de estar dentro de una familia que se la pasaba discutiendo, peleando y lanzándose palabras de grueso calibre”. Fue en esa familia donde Garavito sufría viendo como su “muy rígido” padre golpeaba a su madre “y la arrastraba” mientras ella lanzaba gritos “desesperadamente”. Sin embargo hubo una escena que lo marcó particularmente, por lo que años después declaró: ‹‹Yo vi cuando él la cortó; esa imagen quedó grabada dentro de mi cerebro de por vida, no la he podido olvidar…. Yo fui el único que la defendí…. Le metió una pela que la dejó coja estando embarazada de mi hermano Ricardo. Fueron casi cuarenta años que le aguantó mi mamá a ese señor humillaciones, desprecios; recuerdo que le decía: “yo la recogí del fango, mujerzuela”››.
También el padre de Garavito era un individuo que, además de tratarlo de “jueputa”, “bastardo” e “imbécil”, solo lo tomaba en cuenta para que cumpliese sus órdenes y las diversas tareas que le encomendaba, a lo que sumaba su negativa a permitirle a Garavito el tener amigos y novia. Sexualmente tampoco era una muy buena influencia pues, como el mismo Garavito contó: “Mi papá no dormía con mi mamá, dormía conmigo, él me bañaba, no recuerdo que él me haya acariciado, tengo un recuerdo vago, era de noche, él como que me acarició me tocó las partes íntimas…a ese señor nunca lo quise, lo veía como un verdugo”.
Continuando el proceso de degeneración sexual de Garavito, entró un amigo de su padre, un tipo que era vecino, dueño de una droguería del pueblo y abusivo consumado. Ese hombre torturó y violó a Garavito cuando apenas tenía doce años; lo ultrajó golpeándolo y mordiéndole el pene y las nalgas, quemándolo con una vela, amarrándolo a una cama y obligándolo a hacer cosas tan infames que ni el mismo Garavito quiso confesar años después. Fue por culpa de aquel monstruo que Garavito no se entusiasmó cuando “el hermano de una señora” le mostró revistas pornográficas.
Lejos de darse por satisfecho, el amigo del padre de Garavito iba a visitar a Garavito cuando éste dormía con su hermano Rafael en la tranquilidad de la finca, sacándolo de la habitación y llevándoselo a algún lugar del campo para violarlo a sus anchas. Por aproximadamente dos años, esa fue la infernal rutina sexual de Garavito, hasta que fueron a Trujillo, donde las cosas tampoco se mejoraron, ya que allí, cuando su padre lo mandó a comprar unas inyecciones en una farmacia, el sujeto (otro conocido de su padre) violó a Garavito, cosa que repitió algunas veces más, sin ser jamás delatado puesto que el pobre chico temblaba de miedo ante la posibilidad de que su padre no le creyera a él sino a sus amigos…El daño era ya definitivo según se ve en las palabras de Garavito: “Después yo empecé a sentir una atracción hacia las personas de mi mismo sexo. Mis hermanos y hermanas estaban muy pequeños, yo sentí como algo y todos nos fuimos hacia una cama donde yo insinué que se quitaran la ropa y comencé a acariciarlos, allí no pasó nada, ni mis padres se dieron cuenta, ni tal vez mis hermanos se acuerden. Estando durmiendo, cogía a mis hermanos menores y les quitaba la ropa y sin que ellos se enteraran los acariciaba”
Luego, aún de adolescente, Garavito fue un poco más lejos e intentó acorralar a un niño cerca de la estación del tren. Violarlo no era su intención, solo quería abusar ligeramente del inocente niño, por lo que empezó a tocarlo en sus partes íntimas, pero éste gritó y afortunadamente vinieron unos guardias de la Defensa Civil que se llevaron a Garavito. Posteriormente fue liberado y su padre, que le prohibía tener novia, actuó de una manera aberrantemente incoherente e incomprensiva pues, como contó Garavito: “Después de eso me largan y resulta que mi padre me reprendió, me dijo que si acaso no había mujeres. Pero mi papá no me dejaba tener novia y a mí tocaba ocultar todas esas cosas que me pasaban. Me soltaron y de ahí en adelante no volví a vivir en la casa, mi papá me echó y trataba de que no volviera más”
Tras eso Gravito tuvo que irse a buscar morada y trabajo en fincas, donde para su suerte supo ganarse el cariño de la gente con la que le tocaba convivir; pero, a su vez, fue en el inicio de esa etapa donde empezó a “perder el cariño” hacia sus hermanos y hacia su madre (quien, pese a no maltratarlo, nunca fue afectuosa), como también a desear, cada que se emborrachaba, ir a matar a su odiado padre, cosa ésta última que nunca tuvo el valor de hacer realidad.
Algo bueno de esta nueva etapa en su vida, fue que Garavito tuvo “muchas amigas” y, particularmente, en Trujillo conoció, en la iglesia, a una muchacha de la cual se enamoró, a la cual nombraba frecuentemente y de la cual “decía que había tenido un hijo con ella” aunque nunca tuvo ni un hijo ni tan siquiera una “relación con ella en aspecto íntimo”. Pero al menos, como se ve, las violaciones no lograron convertir a Garavito en un homosexual puro sino más bien en un bisexual.
Luego Garavito fue a la ciudad de Armenia (en Colombia), donde consiguió empleo en una panadería, arrendó un cuarto y se vinculó con Alcohólicos Anónimos. En ese entonces su rutina después del trabajo solía ser la de asistir con fervor a la iglesia, ir después a Alcohólicos Anónimos y, tras salir, tomarse unas cuantas cervezas para ir al parque Valencia en la noche y comprar algún cuerpecito de los pobres niños que a esas horas se prostituían en los alrededores del parque…Esa fue la doble vida que llevó por más de un año en los inicios de su juventud, una vida que por un lado le llenaba de pervertido goce mas por otro le envenenaba con remordimiento (solía golpearse fuertemente el pecho en la iglesia) y angustiosas preocupaciones por la forma en que era socialmente vista su inclinación.
Poco menos de 23 años tenía Garavito cuando, no pudiendo tolerar más la angustia de sus trastornos, fue a buscar atención psiquiátrica en el Seguro Social tras pelear con sus compañeros de trabajo y perder su empleo. Allí le contó al psiquiatra que había pensado en suicidarse porque su vida “no valía nada”, pero no le dijo sobre su impotencia sexual con las mujeres, su afición carnal a los menores y la importancia que para él tenía el conformar una familia. Así, el tratamiento que se le dio fue el demasiado general que se correspondía con el cuadro de “depresión reactiva”.
Después la vida de Garavito pareció mejorar considerablemente cuando éste consiguió empleo en un supermercado dentro del cual conoció a Claudia, una mujer que tenía dos hijos (un chico de 14 y una niña) a los cuales, sorprendentemente, Garavito siempre respetó. Pero no pudo más que ser pareja sentimental (y no sexual debido a su impotencia) de Claudia, él mismo lo dejó claro: “mis compañeros me molestaban con Claudia, yo con ella no tuve relaciones sexuales, era para que la gente me viera con ella y le gastaba bastante”.
Surge el gran violador
unto
...