ASCENSO DE MILITARES

Ser excelente es entender que a través del privilegio diario

de nuestro trabajo, podemos alcanzar la realización.

Miguel Ángel Cornejo

Primeramente me permito agradecer a Dios, por darnos la oportunidad de reunirnos en medio de este marco castrense galardonado con la presencia de familiares, amigos, autoridades navales y con nuestros buques de guerra, como testigos de este acto que reviste de un alto significado para la institución, por cuanto recoge la esencia misma de la profesión militar y representa el justo reconocimiento a un grupo selecto de Oficiales y Tripulantes, que en esta tarde somos ascendidos al inmediato grado superior.

Nos sentimos complacidos por alcanzar un nuevo grado, incentivo que engrandece el espíritu y complementa la íntima, silenciosa y grata satisfacción del convencimiento de cumplir a cabalidad nuestras obligaciones en los que va de nuestra carrera militar.

La Armada del Ecuador, a través de sus normativas y procesos, propios de toda organización, valora y reconoce el sacrificio, la entrega profesional y el grado de preparación, para destacar a sus integrantes que son merecedores a estas distinciones.

Esta nueva singladura dentro de la carrera militar, nos conlleva al más alto compromiso individual para compartir responsabilidades y asumir nuevas funciones, irradiando hacia las nuevas generaciones el espíritu del cambio y el liderazgo basado en la observación de los valores propios de un caballero de mar, como son la lealtad, obediencia, respeto, honor, entre otros y teniendo como objetivo central servir siempre a los intereses institucionales, incluso a costa de los propios, por legítimos que ellos sean.

En este sentido es exigible a todo nosotros –dentro del marco de la ley– una lealtad a la Armada del Ecuador y al Estado Ecuatoriano. La trayectoria profesional de quienes hoy somos ascendidos, está ligada a una experiencia profesional y a un aporte en los repartos navales por los que hemos transitado en cada una de nuestras especialidades.

Nosotros como marinos de guerra, estamos al servicio de la Patria para fomentar su grandeza, su defensa y protección y, en este sentido, el servicio que prestamos es muy noble.

Quien vea la carrera naval como un premio de consolación a su incapacidad para emprender una actividad diferente, desprestigia nuestra profesión, rebaja sus méritos y sólo confirma su absoluta carencia de vocación. No dar el verdadero valor al servicio que voluntariamente elegimos como conducta de vida, es una actitud irresponsable, porque no responde a la misión que asumimos y porque desalienta a otros el tomar el camino correcto de nuestra profesión por considerarla básica.

Señores oficiales y Tripulantes ascendidos: Alcanzar la cúspide de la carrera militar no es tarea fácil; son variadas y complejas las pruebas y exigencias que nos impone nuestra profesión.

Con trabajo arduo y servicio desinteresado en la Armada como una forma de vida, alcanzaremos los objetivos, metas y retos, es con sabiduría y consejos como se abrirá el camino al éxito y sobretodo es con la motivación con la que se debemos llegar al triunfo, porque en ella habremos facilitado el camino para que nuestros subordinados, puedan alcanzar sus objetivos.

Ustedes han demostrado que poseen las virtudes y capacidades necesarias para continuar practicando y desarrollando la vocación militar. Ella nos debe siempre iluminar en nuestro quehacer; es la que nos permite renovar el compromiso y voluntad para servir a una causa superior: la de la Armada y la de nuestra Patria.

Ejerzamos el liderazgo en toda su dimensión, constituyéndose en fuente motivadora a través del ejemplo personal, apertura al cambio transformador y flexibilidad, considerando que una sólida

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