Acompañamiento Terapéutico para adolescentes libres de estereotipos
majooooxdTesis17 de Mayo de 2021
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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular Para la Educación
U.E Casa Hogar Monseñor Arturo Celestino Álvarez
Calabozo Estado Guárico [pic 1]
EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPEUTICO PARA ADOLESCENTES LIBRES DE ESTEREOTIPOS DIRIGIDO A LOS ESTUDIANTES DE LA U.E. CASA HOGAR MONSEÑOR CELESTINO ÁLVAREZ
Autores:
Hernández, María
Brizuela, Luisana
Andrea, Alberto
Thaureaux, María
4to Año “A”
Calabozo, 2020
MOMENTO I
Descripción de la Situación Actual
La adolescencia es una etapa de cambios biológicos y psicosociales que conlleva un proceso complejo y variable de transformaciones, dentro de las cuales ocupa un lugar central la búsqueda de una identidad, así como la significación de la imagen que el sujeto tiene de sí mismo y de sus pares, además del colectivo en el cual se ve referenciado. Si bien, se sabe que la construcción de la identidad es un proceso continuo que se extiende toda la vida, la psicología del desarrollo ha insistido en ubicar a la adolescencia en el marco de las sociedades occidentales actuales como el momento clave en el que se definen cuestiones de la conformación de la identidad y de la configuración de un proyecto vital.
De modo que, los modelos familiares, las identificaciones, los grupos de pertenencia y referencia, así como las trayectorias educativas serán algunas de las cuestiones que aporten a ese proceso de construcción de una identidad, y conllevan una interiorización de expectativas e imágenes que vienen de otros significativos. Este proceso, si bien remite a lo singular-personal, se desarrolla en el campo social, es decir, en los vínculos con otros. Posiblemente, como lo explican Moreno y Del Barrio (2000), la adolescencia es:
Una fase de la vida que a nadie deja indiferente, los padres tienden a ver venir un problema en sus hijos, la sociedad adulta la relaciona con diversos y variados “males” y los propios adolescentes la describen como un momento donde aparecen una serie de “trastornos” o por lo menos ciertas dificultades (pp. 11).
Por consiguiente, la adolescencia se corresponde con determinados eventos biológicos como el proceso de cambio de la pubertad que trasciende la mera cuestión biológica y cronológica para abarcar toda una serie de transformaciones de naturaleza psico-sociológica y cultural. Es importante señalar que es uno de los períodos más conflictivos para la sociedad, pero este conflicto ocurre a expensas de las variables psicosociales que interactúan de una manera sumamente compleja. Esto significa que el problema reside más en el aspecto social que en el adolescente. Puesto que, es un período de tiempo de transición tanto a nivel físico, psicológico y social en donde se ponen en juego varios factores para el desarrollo de la personalidad. Al respecto, el entorno familiar es el primer núcleo donde se aprenden los roles de género. Los hijos aprenden en el hogar a través de lo que les enseñan sus padres sobre cómo deben comportarse de acuerdo a su sexo. En ocasiones, son incluso valorados, premiados o castigados si demuestran comportamientos, intereses o expresión de emociones, de acuerdo a lo que se espera de ellos, la familia sigue transmitiendo estos estereotipos por tradición y son aún considerados, por la mayoría, como naturales y obvios.
Por otro lado, la sociedad dicta un rol de cómo hay que comportarse de acuerdo con el sexo. En otras palabras, establece lo que se espera de femenino y masculino. Esto se hace notar de diversas maneras, desde las distinciones de la ropa (de color rosa para niñas y azul para los niños), hasta las expresiones que escuchan en el transcurrir de la vida. Tradicionalmente, estos estereotipos han sido aceptados como una forma de encajar con el resto del orden social.
En tal sentido, los estereotipos en los adolescentes se volvieron, en muchos casos, un motivo de depresión, bullying y discriminación. Los jóvenes de hoy viven en un mundo digital y diferente, en el que si no son de determinada forma son juzgados, por ejemplo, por el peso, el color, la ropa que usan, entre otros. A pesar de que no se discrimina tanto como antes, pues no es afirmativo que usar determinada ropa, escuchar una música en particular o ver ciertas series o películas hace mejor o peor a la persona. Éstos, están presentes de forma directa en la vida cotidiana de los adolescentes y les afectan en sus conductas y decisiones.
Por lo tanto, es importante señalar que una persona que quiera encajar en un grupo social determinado, va a hacer lo necesario por lograrlo, aunque, en algunos casos, tenga que modificar su forma de ser, comprar y usar lo que está de moda, lo común. Todos los adolescentes sienten deseos de ser parte, de ser invitados a lugares, de tener amigos y, actualmente, para algunos, este es el método más rápido para lograrlo. Esto se pude apreciar de manera mundial, se considera necesario erradicarlo lo antes posible, ya que son muchos los adolescentes que cometen suicidio por bullying en la escuela o en su entorno familiar y social, generalmente relacionados con estereotipos que establece la sociedad.
Según estudios llevados a cabo por profesionales realizadas a chicos y chicas, tres de cada cuatro adolescentes no están conformes con su reflejo, y a un 73% de los adolescentes no les gusta su aspecto físico y querrían cambiarlo. Esto es razonable en el mundo en que se vive, ya que, si no tienen un buen cuerpo o buena ropa, se sienten que no encaja en el grupo que desean participar o relacionarse. Cabe destacar que, los estereotipos son basados en prejuicios que la sociedad establece conforme su ideología de modelo a seguir de conducta o características físicas, estos van cambiando conforme el paso del tiempo.
De manera que, los estereotipos son ideas preconcebidas inculcadas desde bien pequeños por el ambiente sociocultural en la cual se crece, y es por ello que suelen estar muy vinculados con la personalidad, pudiendo influir en las decisiones que se tomen ya sea de manera negativa como positiva. Por lo cual influye de manera consciente e inconsciente en la forma de pensar o actuar, debido a que estos resaltan características idealistas o exageradas y mayormente grotescas como en los casos de ciertos estereotipos sobre la belleza, que quienes pretenden alcanzar dichos estándares, se desencadenan comportamientos patológicos como anorexia, bulimia, vigorexia, así como dietas excesivas e intervenciones quirúrgicas que a veces resultan mortales para ciertos grupos.
Así pues, la cultura venezolana está cargada de prejuicios, estereotipos y formas de discriminación las cuales además generalmente no se hacen explícitas pues son transmitidas y reproducidas como chiste, expresiones cotidianas e idiosincráticas lo cual contribuye a su naturalización y sedimentación. En la cultura venezolana coexisten prejuicios sexistas, clasistas, racistas, homo-lesbo-transfóbicos, aspectistas, ostracistas, políticos, religiosos, xenofóbicos; entre ellos estereotipos como que quienes poseen percings y tatuajes son drogadictos, las personas de los sectores populares y los afrodescendiente son delincuentes, los gochos son brutos, las mujeres deportistas son lesbianas, los gays son peluqueros, los artistas son vagos, los motorizados son malandros, los indígenas andan en guayuco, los adultos mayores son inútiles, entre otros.
De lo expuesto se supone, que los adultos no están seguros de cómo afrontar los lapsos tan grandes entre los cambios de etapas y la maduración psicosocial de los adolescentes que se desenvuelven en la sociedad actual; y lamentablemente, muchos se bloquean al ver la complejidad de la situación y optan por desaprobar conductas, comportamientos o actitudes, sin percatarse de que una censura familiar es un argumento sumamente débil y posiblemente ya no válido para la mayoría de los adolescentes de hoy. En este sentido, algunas familias, al no poder ejercer el control sobre el joven, buscan reiteradamente de manera inconsciente el enfrentamiento, el choque y el conflicto, reacciones que propician que el adolescente vea en su estructura familiar un enemigo y no una fuente de protección y de consejos sabios.
Es por ello que, muchas de estas familias se convierten en represora, de manera que, el adolescente ejerce su vida con una condición irreverente, en silencio o lejos del conocimiento familiar y muy cerca de los grandes riesgos que depara la sociedad. Sin embargo, el asunto es aún más complejo, en el sentido de que la sociedad juega un papel propiciador en la vida del adolescente; las películas, las revistas, los periódicos, la publicidad y sobre todo el uso no orientado del Internet, golpean constantemente al joven y le hacen creer que se está perdiendo de mucho por no ser de una u otra manera.
Por tal motivo, la atención a la salud debe ser prioridad en todas las sociedades desde que éstas existen como tales y esta precedencia sigue presente en la actualidad. La salud de los jóvenes viene determinada por distintos factores: el entorno social y familiar en el que viven, estudian o trabajan, las políticas públicas que sustentan la vida social, la respuesta de los servicios sanitarios a sus demandas, las características biológicas de cada joven y su comportamiento. Al respecto, la terapia es una de las actividades más importantes, bien por sus beneficios conocidos como por los riesgos que puede ocasionar, los jóvenes pueden ser parte de la solución y agentes de cambio, deben optar por actividades, comportamientos y alternativas sanas, y participar en movimientos sociales que consoliden estilos de vida saludables.
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