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Caso clinico Acompañamiento terapéutico


Enviado por   •  19 de Mayo de 2020  •  Ensayos  •  2.544 Palabras (11 Páginas)  •  531 Visitas

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Viñeta Clínica

 Docente:

            Lic.Romina Giavino

 Alumna:

           Laura Guzmán

 Comisión:

            1

Caso de Don Manuel:

Don Manuel de 72 años,cuya historia personal está perdida entre los varios establecimientos psiquiátricos por los que lo han hecho circular. Padece un estado psicótico cronificado: delirios, alucinaciones, habla desarticulada, cambios de humor, constantes movimientos estereotipados y otras características comunes a las psicosis crónicas que dificulta severamente la convivencia con los demás.

El habla entre cortada de Don Manuel consta de una serie de tópicos que regularmente se reinician sin cesar: situaciones, personas, palabras, y preguntas que se interrumpen por un recurrente “no sé”o “quién sabe”. Aunque orientado espacial y temporalmente, sus enunciados están marcados por una pérdida del lugar que él tiene con las personas y las cosas. Una constante referencia al no saber que impide proseguir un diálogo. Otras actividades son: recoger botellas de cristal en la calle para estrellarlas, escribir listas de nombres de personas de su pasado, buscar cuadernos, revistas o libros para hacer trozos de papel que junta en alguna bolsa de plástico.

Además de su edad y su mencionada condición, las circunstancias que problematizan su asistencia -tenía al menos una década de no recibir algún tipo de atención psicoterapéutica cercana y continua- y la separación de sus familiares, también los cambios en las políticas asistenciales del gobierno federal y estatal provocaron que se dificultara el acceso regular a la atención médica. Para la fecha del inicio del Dispositivo de Atención Psicoanalítica, Organización Puente estaba tramitando una copia del acta de nacimiento del Estado natal de esta persona. Es un documento requerido por el Seguro popular, para que reciba atención médica. Anteriormente estaba asistido en el sistema estatal, pero las políticas públicas actuales lo han dejado en situación de desamparo.

El Acompañamiento comenzó con progresivos acercamientos a la habitación comunal, en 2 meses de tratamiento, la presencia del Acompañante ha modificado la situación de Don Manuel. Aun siendo cosas en apariencia nimias, la presencia, escucha e interlocución han generado cambios en relativamente poco tiempo y sin uso de medicamentos (tenía seis meses sin medicación psiquiátrica): el Acompañante es recibido sin agresividad y en situaciones de intranquilidad o ansiedad manifiesta el arribo del Acompañante y su estancia permite bajar la tensión.

Clinicamente hay otros cambios, en sesión el torrente de frases inconexas poco a poco ha dado lugar a oraciones cada vez más continuas, momentos de expresión circunstanciada y audible; así como espacios de reflexión respecto a lo que habla, un contacto visual que tiende a prolongarse, proximidad hacia el contacto fisico que no es una mera estereotipia, la presencia de la sonrisa ante una situación graciosa que implicó a un tercero en la escena.

Así el Acompañante se colocó como un otro de referencia ante variadas situaciones de la cotidianidad; se estatuía como un semejante que escucha a Don Manuel y lo saca de la soledad ante las alucinaciones y el torrente de palabras que le inundan en el delirio.  

El ejercicio de Acompañamiento terapeútico se suspendió después de 20 semanas de duración por motivos del agravamiento de los padecimientos físicos y enfermedades de Don Manuel.

Desarrollo de la articulación teórica:

En el inicio nos encontrábamos con Don Manuel sumergido en las consecuencias de la institucionalización: estigmatizado, medicalizado, sin ningún tratamiento terapéutico, aislado y alejado de todo tipo de lazo/vínculo social. Al encontrarlo en esta situación y sin ninguna herramienta para mejorar su calidad de vida, el rol del AT se convierte en algo fundamental, ya que, usando el concepto de Rossi (2013):

“...es un recurso clínico que opera desde un abordaje psicoterapéutico, en forma articulada con el profesional o el equipo terapéutico que lo indica. Se incluye en el tratamiento interdisciplinario de pacientes severamente perturbados, en situaciones de crisis o emergencias, y en casos recurrentemente problemáticos o que no son abordables para las estrategias psicoterapéuticas clásicas”

La presencia del AT cambia totalmente el comportamiento de Don Manuel, el acompañante crea el encuadre del tratamiento en base a las necesidades del sujeto, yendo a su habitación semanalmente en dos sesiones de una hora cada una, se convierte en una presencia con valor de soporte transferencial, generando el sostén para la cotidianeidad y atrayendo la atención del sujeto hacia otros intereses cotidianos, que para el sujeto psicótico son difíciles de concebir. De esta manera vemos el desempeño del AT en el entorno habitual del sujeto valiéndose de la cotidianeidad para sostener el tratamiento y evitar los hiatos terapéuticos, complementando con una intervención que permite ampliar el “campo de acción del terapeuta”. El AT se posiciona frente al sujeto como un otro, lo que para el paciente en su vida cotidiana tiene una connotación especial, esta allí para dialogar, escuchar y contener. Si el AT se aleja mucho de esa visión de “semejante” pierde el vínculo con el sujeto y comienza a verse desde una posición más asimétrica, poniendo en riesgo la continuidad del tratamiento. Es importante que el AT se dirija al sujeto desde “el respeto humano” hablándole al sujeto psicótico con espontaneidad, con las mismas palabras con las que lo haría con alguien familiar, lo que vuelve a poner al sujeto en una posición más humanizante en la que se lo deja de mirar/tratar como un objeto. En el caso de Don Manuel, se demuestra la importancia de la presencia del AT,  que además de humanizar a Don Manuel, le genera tranquilidad y confianza, apaciguando las situaciones de crisis en las que el sujeto tenía tendencias a ser agresivo con los otros.

Según Rossi, el AT tiene dos maneras de intervenir:

  • Intervención por oferta: el AT se encuentra expectante y ofrece su disponibilidad. A veces, es pensado como un “testigo” que alivia y contiene desde el hecho de estar presente, cerca del paciente, atento a lo que pueda generarse en ese momento en el vínculo con el paciente. Al estar como oferta/presente, ubica en el paciente como un interlocutor y queda, a su vez, como un posible oyente y hablante. Al encontrarse en el marco cotidiano del sujeto, facilita la aparición de ciertas demandas o ciertas angustias y ansiedades, que no eran manifestadas y se ponían en juego a través de la actuación y vehiculizaba en la impulsión o en el pasaje al acto.
  • Intervención por presencia: se caracteriza por la “acción” del AT. Implicando una intervención del AT más activa, donde la tarea acordada va a significar que el acompañamiento ya no este a la espera. Tiende a construir ciertas escenas que le permitan al paciente involucrarse en algún proyecto o actividad, lo que califica al AT como interventor. A veces, las escuchas o palabras del AT están “direccionadas” para darle lugar a ciertas temáticas que influyan en el tratamiento.

El AT facilita el lazo social a través de ciertas actividades, en este caso, mediante la realización de piñatas con los papeles que Don Manuel cortaba y el cese de la necesidad inminente de romper botellas de vidrio. En general, el AT trabaja para facilitar el lazo social, o incentivar la reinserción educativa, laboral, recreativa, en pacientes que no se encuentran en un período de desborde o crisis. Se convierte en un elemento para evitar la estigmatización social, la segregación y la cronificación.

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