Agresividad Entre Compañeros De Clase

Una maldad, un apodo, un golpe, más la débil actuación de los maestros; la falta de comunicación entre padres e hijos y la enorme penetración que tienen las redes sociales en la actualidad que dominan la vida de niños y adolescentes, son el ambiente propicio para que se presenten y se multipliquen casos de agresividad tanto en el aula como en todo su ambiente. Alicia llegó un día al salón de clases después del receso, vio que su mochila estaba abierta; le sacaron unas toallas sanitarias que dejaron regadas en su pupitre y quienes estuvieron presentes se burlaron de la escena vivida. Ella le comentó a su maestra, pero no hizo nada por ayudarle. Juan Carlos cursa el quinto grado y desde que empezó el ciclo escolar sus compañeros no dejan de hacer bromas, los apodos no cesan. Aquí tampoco los maestros han hecho caso, pese a la insistencia de los padres de familia. Estos son solo unos pequeños ejemplos de los casos de agresividad que acontecen en nuestras escuelas y nosotros como maestros debemos estar firmes en todo momento para que no surjan en el aula esta situación que afecta al estudiante y a todos los que le rodean. Según fuente consultada “El Periódico” en Guatemala, tres de cada cuatro niños ha sufrido algún tipo de agresión escolar, según un estudio publicado recientemente por la Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa (Digeduca) del Ministerio de Educación menciona que el 77 por ciento de los escolares capitalinos, niños y niñas en colegios y escuelas por igual, ha padecido al menos uno de los 6 tipos de agresión más comunes: agresión física, verbal, grupal, exclusión social o amenazas. La más reportada fue la verbal y la exclusión. El estudio se hizo entre mil doscientos treinta y dos estudiantes de sexto primaria de 38 establecimientos públicos y privados. Es un fenómeno presente en las escuelas de todo el mundo y no es nada reciente. Hasta hace algunas décadas era considerado como un comportamiento “normal o común” entre los escolares. Sin embargo, el incremento de la violencia juvenil obligó a prestarle más atención a lo que tradicionalmente se creía que era parte del lenguaje y comportamiento infantil o juvenil. En Guatemala el porcentaje, según la Digeduca, es de 21 por ciento; uno de cada 5 niños sufre de agresiones severas, pero el 77 por ciento padece acoso leve. Cabe hacer notar que la actitud del maestro y su modo de ser y actuar en la sala de clases es uno de los factores importantes en la creación de una convivencia escolar armoniosa y respetuosa, que constituye prevenir estos casos en el aula. Por el contrario, la presencia de un maestro incapacitado puede constituir un modelo para el estudiante, que lo produzca intimidarlo o hacerlo sentir mal en el ambiente escolar . Un maestro extremadamente normativo o que tiene dificultades para mantener el orden en la sala, genera desagrado en los estudiantes, lo que induce a conductas violentas que favorecen la agresividad. De igual forma, los maestros pueden deliberada o inconscientemente inducir a la violencia cuando manifiestan una actitud negativa hacia un estudiante, lo que se transforma en una excusa para que sus compañeros lo maltraten según la siguiente fuente El libro titulado “Aprender sin miedo”, menciona una investigación entre niños con leucemia a los que se les preguntó cuál había sido la peor experiencia de dolor y la mayoría respondió que eran las burlas por su apariencia al regresar a estudiar, más que el tratamiento contra el cáncer. Todo fenómeno es un proceso a estos niños agresores en la familia no le dan importancia a la práctica de valores, reciben maltrato, no les hablan de la palabra de Dios, en fin muchas cosas que incitan estos comportamientos inadecuados.

La víctima de agresión es una persona indefensa debido a la desigualdad de poder, se siente diferente a los demás y sin derecho a exigir. El maltrato severo y prolongado

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