America Latina
schlank299 de Noviembre de 2013
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América Latina presenta actualmente una extraordinaria paradoja. Por un lado, la región
puede mostrar con gran orgullo más de dos décadas de gobiernos democráticos. Por
otro, enfrenta una creciente crisis social. Se mantienen profundas desigualdades, existen serios
niveles de pobreza, el crecimiento económico ha sido insuficiente y ha aumentado la insatisfacción
ciudadana con esas democracias –expresada en muchos lugares por un extendido
descontento popular–, generando en algunos casos consecuencias desestabilizadoras.
Este Informe representa un esfuerzo importante para comprender y superar esta paradoja.
Mediante la combinación de indicadores cuantitativos, entrevistas, encuestas y un diálogo
con un amplio número de prominentes líderes y formadores de opinión a lo largo de
toda la región, el Informe ofrece un análisis comprehensivo del estado de la democracia en
América Latina. Pero, además, busca ir más allá de sólo diagnosticar los problemas existentes,
y propone nuevos enfoques para abordar los desafíos que actualmente ponen en riesgo
muchos de los avances logrados en los últimos veinticinco años.
El Informe es el resultado del trabajo de un grupo de expertos independientes; por ende,
no es un documento oficial sobre las políticas del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) o de las Naciones Unidas. Consideramos que constituye un valioso aporte
para la conformación de una agenda ampliada para los países de América Latina, el PNUD
y los socios en el desarrollo para los meses y años venideros. Por esta razón, el PNUD se encuentra
muy complacido de haber apoyado esta iniciativa.
El corazón del problema es que si bien la democracia se ha extendido ampliamente en América
Latina, sus raíces no son profundas.Así, el Informe advierte que la proporción de latinoamericanas
y latinoamericanos que estarían dispuestos a sacrificar un gobierno democrático
en aras de un progreso real socioeconómico supera el cincuenta por ciento.
Existen varias razones para esta tendencia. La más importante es que la democracia es, por
primera vez en la historia de América Latina, la forma de gobierno en el poder.Así, los gobernantes
son culpados cuando las cosas van mal en materia de empleo, ingreso y muchos servicios
básicos, que no alcanzan a satisfacer las crecientes expectativas de la ciudadanía.
El panorama se torna aun más complejo si se tiene en cuenta que varios factores indispensables
para la gobernabilidad democrática, tales como una prensa libre, una sólida protección
de los derechos humanos, un Poder Judicial independiente y vigoroso, requieren todavía ser
Prólogo del Administrador del PNUD 13
Prólogo del Administrador del PNUD
sustancialmente fortalecidos. Y muchos grupos tradicionalmente excluidos no tienen acceso
al poder a través de los canales formales y, por ende, manifiestan sus frustraciones por vías alternativas,
en algunas ocasiones, por medio de expresiones violentas.
Existen, sin embargo, en el trasfondo de esta situación, algunos signos muy alentadores.
Primero, a pesar de las crisis, los países de la región no han buscado un regreso al autoritarismo;
en cambio, han ampliamente sostenido sus instituciones democráticas. Segundo,
las ciudadanas y los ciudadanos empiezan a distinguir entre la democracia como
sistema de gobierno y el desempeño de los gobernantes en particular.Muchos de estos ciudadanos
son simplemente “demócratas insatisfechos”, un fenómeno bien conocido en muchas
democracias establecidas que explica parcialmente por qué los movimientos de oposición
no tienden hoy hacia soluciones militares sino hacia líderes populistas que se
presentan como ajenos al poder tradicional y que prometen perspectivas innovadoras.
Asimismo, la gente diferencia cada vez más entre las distintas instituciones a la hora de identificar
responsables.Mientras los cuerpos legislativos y los partidos políticos reciben el apoyo
de menos de un cuarto de la población, el Poder Judicial, el Ejecutivo y los servicios de seguridad
muestran una imagen algo mejor.
Para que la democracia no languidezca y crezca,América Latina necesita trabajar sin descanso
para que las instituciones democráticas –desde las legislaturas a las autoridades locales–
sean transparentes, den cuenta de sus acciones y desarrollen las habilidades y capacidades
necesarias para desempeñar sus funciones fundamentales. Esto significa que hay que
asegurar que el poder en todos los niveles de gobierno se estructure y distribuya de tal forma
que dé voz y participación real a los excluidos y provea los mecanismos por los cuales los
poderosos –sean líderes políticos, empresarios u otros actores– estén obligados a rendir cuenta
de sus acciones.
En esta tarea no hay atajos; consolidar la democracia es un proceso, no un acto aislado.
Pero hacer que las instituciones públicas se desempeñen efectivamente es sólo una parte
del desafío. La otra es demostrar a ciudadanas y ciudadanos que los gobiernos democráticos
trabajan en las cuestiones que verdaderamente preocupan a la gente, que son capaces
de dar respuesta a esas cuestiones y que están sujetos al efectivo control ciudadano cuando
no cumplen.
En la práctica, el desafío también implica construir instituciones legislativas y judiciales
que protejan los derechos humanos y generen un espacio para un debate político vigoroso pero
pacífico; una fuerza policial que garantice calles y fronteras seguras; un poder descentralizado
para que la gente en cada localidad pueda movilizarse para asegurar escuelas con maestros
bien capacitados y hospitales con equipo y medicamentos apropiados; una floreciente
sociedad civil y una prensa libre que participen plenamente en la profundización de la democracia
y estén en la vanguardia de la lucha contra la corrupción y la mala administración de
los gobiernos y empresas por igual.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas –que van desde reducir
a la mitad la pobreza extrema y el hambre, a asegurar que todas las niñas y los niños asistan
a la escuela para el año 2015– brindan un vehículo para ayudar a atender estas cuestiones
a nivel nacional y regional. En un sentido muy real, los ODM constituyen el primer manifies-
14 La democracia en América Latina
to global para mujeres y hombres, niñas y niños de todo el mundo: un conjunto de cuestiones
concretas, sintéticamente enunciadas y medibles que cualquiera puede comprender y honrar.
Como parte de un pacto global entre países ricos y pobres, y por el compromiso asumido
por el mundo desarrollado de apoyar a las naciones en desarrollo que realizan reformas de buena
fe, los ODM ofrecen una oportunidad real para canalizar el apoyo externo en términos de
acceso a mercados, alivio de la deuda y mayor asistencia, que tantos países latinoamericanos
necesitan desesperadamente para impulsar sus propios esfuerzos.
Si América Latina, y el mundo, aprovechan esta oportunidad, existe entonces una posibilidad
contundente de construir un nuevo círculo virtuoso a través del cual un crecimiento
económico renovado empuje los ODM y, simultáneamente, ayude a construir y sostener democracias
más efectivas y capaces de acelerar un progreso social y económico equitativo. Para
hacer realidad esta visión, las latinoamericanas y los latinoamericanos y, en especial, los líderes
en todos los ámbitos, tendrán que confrontar decididamente las cuestiones críticas que
afectan la gobernabilidad democrática y deberán asegurar que desarrollo y democracia no
continúen siendo entendidos como alternativas sino como dos caras de la misma moneda.
Mark Malloch Brown
Administrador del PNUD
Prólogo del Administrador del PNUD 15
Hubo un momento, no lejano, en que muchos creyeron que la política había muerto: el
mercado impersonal y el saber tecnocrático se encargarían de llevarnos al desarrollo.
Pero el mercado supone la seguridad jurídica que dan las instituciones. Y la tecnología no
dice para qué ni para quién, sino cómo.
Por eso en estos últimos años, los economistas y las agencias de desarrollo han vuelto la
mirada sobre las instituciones, sobre las opciones y sobre los conflictos.Vale decir: han vuelto
a descubrir la política (aunque prefieren no decirlo).
Este Informe hace parte y a la vez quiere ayudar al redescubrimiento –por tanto, reinvención–
de la política como sustento del desarrollo latinoamericano.
En efecto, a petición de los gobiernos, el PNUD ha venido dedicando más y más atención
al desafío de consolidar la democracia en América Latina y el Caribe. De hecho, la mayor
parte de los programas nacionales de cooperación apuntan a ese propósito mediante la
modernización del Estado en sus distintas ramas, la reforma política, la gobernanza local y
la adecuada inserción en la aldea global. En no menos de diecisiete países hemos acompañado
diálogos que ayudan a construir consenso entre autoridades, fuerzas políticas, sociedad
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